¿Cómo le va, lector, cómo anda? ¿No anda? ¿Andaba, pero hace tiempo, y ahora ya no anda más, como la carreta del que no engrasa los ejes? ¿Está mal pero va bien, como en los tiempos de Carlos Saul Primero, que sabía como chamuyarnos y no nos hablaba de la angustia de los próceres al pelear contra España ni  de que el laburo es cosa de “comer y descomer”, mientras nos privatizaba sin asco? ¿Anda esperando el segundo semestre, pero no sabe de que año? ¿Espera a Godot, quienquiera que sea? ¿O quiere “que volvamos”, sin tener demasiado en claro cuándo, ni quienes, ni adónde? 

Es interesante cómo se ha pluralizado y vuelto solidaria esta expectativa nacional. En los 70, se decía “Vuelve” en tercera persona del singular, y aunque no se especificaba el género, todos sabían que era masculino: “Él vuelve”. Ahora en cambio, es el “vamos a volver”, primera persona del plural, es “nosotros”, E incluye varones y mujeres, Y todos los géneros que la ley de identidad nos supo conseguir

Estemos en tiempos en los que los docentes protagonizan la realidad, mal que les pese, ya que no han sido ellos, sino el gobierno, quien los ha transformado en una especie de “eje del mal” y está comprando misiles “tierra pizarrón”. 

Pero  sigamos en nuestra línea, lector

¿Usted, en que anda? ¿Anda “vago y mal entretenido, como Juan Moreira? ¿No va en tren, va en avión, como el Charly de Serú Giran? “Anda buscando sus sueños sin destino, nena” como el Color Humano de “Larga Vida al sol”?  Este tema  que quizas intentó en los 70 una respuesta tanguera a Uno, el Discépolo de los 40, que “buscaba lleno de esperanzas el camino que los sueños prometieron a sus ansias” aunque “sabe que la lucha es cruel y es mucha”

Donde sea que usted ande, para nosotros está bien, lector. Y si no anda, no anda. No pasa nada. 

El problema es cuando usted dice que anda, pero no anda. O dice que no anda, pero anda. Porque ahí, está negando.

Y usted vio que negar tiene mala prensa. Tan mala, que los mismísimos reyes de la negación niegan que niegan. Crean “bombas de miles de “negatones” y las arrojan. Y por supuesto, lo niegan. Hablan de “la madre de todas las bombas” y los hacen edípicamente, con deseo. Si la bomba que arrojan los norteamericanos tuviera un nombre, no le iría mal “Yocasta”. Esa que “no sabía que su hijo era su hijo” hasta que tuvo 4 hijos con él. ¡ hay que tener capacidad de negación para no darse cuenta de eso! Así las cosas, parece que tenía menos instinto maternal que la bomba de Trump.

El negacionismo es exitoso. No solamente permite zafar de la condena social, legal, religiosa e histórica, sino que a veces el negador se convierte en “Top Hit”, héroe, ícono, sex symbol o lo que sea. Recordemos el capitulo de Los Simpson, en el que Bart se hace famoso en los medios, por decir “yo no fui” cuando era claramente culpable, y como ese “yo no fui” viralizado  lo catapultó a la cima. Cierto es que poco después viajó más rápido de lo que había subido, pero eso, ya se sabe, a nadie le importa, o bien, todos lo olvidan enseguida

Nuestra mauricia Meritrocracia, vale decir el nuevo sistema de gobierno imperante,  es decana a la hora de negar lo que sea. Es negation-friendly.  Si en aquel ya no tan recordado julio de 2008 el olvidable Cleto hubiera dicho ”Mi voto no es negativo, es negador” quizás tendría un lugar de privilegio, entre los que se angustiaron por independizarse de España. Vaya uno a saber.

En el debate pre balotaje, allá por el 2015, el actual presidente se encargó de negar que fuera a devaluar, a importar, a quitar derechos, a cerrar industrias, a reprimir. Dijo que “Nadie iba a perder lo que ya tenía”, y, salvo que considere que la mayoría de la población es “Nadie”, estuvo negando por anticipado lo que luego iba a hacer antes de preguntarle a su rival “ ¿ en que se ha convertido?”

Y a partir de él, todo el mejor equipó de los últimos 50 años,  elaboró una verdadera escuela de la negación consuetudinaria. Dicen “no se, no se no se” como el ex ministro Prat gay. “Mala mía” “Esa te la debo”. Y otras joyitas. Niegan la historia y la geografía, la miseria. La pobreza, el pasado y el futuro. O los confunden. O los tergiversan

No son los primeros ni los últimos en hacerlo. 

En este último mes, tres fechas recuerdan hechos terribles de nuestra historia: El 24 de marzo, recordamos la dictadura que azotó a nuestro país. El 19 de abril, aniversario del Levantamiento del Ghetto de Varsovia,  un heroico intento de resistencia ante el nazismo. El 24 de abril, 102 años desde aquel genocidio, aun no suficientemente reconocido, del que fuera víctima el pueblo armenio.

Hay quien dice  que no fue una dictadura, que fue una guerra, que no hubo desaparecidos, o que fueron menos. Otros señalan al nazismo como “lideres que no supieron llevar la paz a su pueblo”. Otros dicen que lo de Turquía contra los armenios, “no fue para tanto” como si el sufrimiento de todo un pueblo fuera medible con un ¿“sufrómetro”?.

También la Campaña al Desierto puede ser vista como “una modernización, un sinceramiento. Volver invisibles los hechos históricos. Volver invisibles a las personas, negar

De esto  trata este suplemento

Hasta el próximo sábado, lector.

@humoristarudy