Los cuarenta años de lucha que cumplieron ayer las Madres de Plaza de Mayo tuvieron una primera celebración en el lugar donde, nueve años atrás, decidieron abrir una escuela de artes y oficios: El Espacio Cultural Nuestros Hijos, que sigue funcionando en la ex Esma. Allí, frente a una multitud y con la presencia de numerosos artistas y dirigentes sociales y políticos, las Madres de Plaza de Mayo reafirmaron el rumbo que comenzaron a trazar en aquella primera ronda de otro 27 de abril, en 1977: “Nuestros hijos son los treinta mil, pero también son ustedes. Y los que vendrán, porque esta marcha no se detiene. Por todos y con todos ustedes, seguiremos luchando, ahora y siempre”, expresaron en la voz de Hebe de Bonafini. Teresa Parodi, Liliana Herrero, Víctor Heredia y Arbolito sumaron su música desde el escenario, y hubo múltiples homenajes y palabras de agradecimiento. El domingo, en otro lugar que las Madres han hecho propio y de todos, la Plaza de Mayo, continuarán los festejos.
La celebración, en un auditorio del ECuNHi desbordado de gente, sumó música, contundentes definiciones políticas y emociones diversas, arriba y abajo del escenario. La postal de la primera fila, con todas las Madres cantando, riendo y haciendo palmas, hasta el final de un acto que se extendió hasta la medianoche, sintetizó algo que muchos fueron a agradecerles en esta jornada que obligó al repaso: esa energía arrolladora y contagiosa que transmiten, que siempre incluyó las dimensiones de la alegría y el amor, y que fue motor de una lucha que sigue siendo inclaudicable y ejemplar. Desde luego, en esta celebración todo cobró otra dimensión y otro peso específico, sucediendo en la ex Esma.
Allí estaban, con sus pañuelos blancos, varias de ellas pasando los 90, Hebe, Chela, Claudia, Porota, Beba, Elsita, Pina, Sarita de Tucumán, María de Mendoza. Esta última, acompañada por su hijo Osiris y su nieta Luciana, recuperada a fines de 2015, que ayer llegó “de sorpresa” para acompañarla ahora en la ronda de Buenos Aires. Ese símbolo, el del pañuelo blanco, fue entregado por las Madres a tres mujeres, destacando su compromiso y trayectoria: la cantautora y ex ministra de Cultura Teresa Parodi --quien dirigió el ECuNHi en su primera etapa--, la socióloga Ana Jaramillo, rectora de la Universidad de Lanús, y la diputada Teresa García, quien recordó aquella primera ronda de las Madres con su hija “en la panza”, y celebró poder estar ahora junto a esa hija y su pequeña nieta. Francisco Durañona, intendente de San Antonio de Areco, fue invitado a sumarse con unas palabras.
María de los Angeles Ledesma y Verónica Parodi, directoras del ECuNHi, dieron la bienvenida al acto formal, que en rigor había comenzado un poco antes, en el hall de entrada, cuando los chicos de Carpa Abierta (un proyecto de circo social que abarca el trabajo en barrios vulnerables, dirigido por Fernando Rosen) y los susurradores del ECuNHi mostraron parte del trabajo que se hace en este espacio cultural. Allí también pudo verse una muestra de fotografías de alumnos del ECuNHi, y otra que exhibía algunas de las banderas, remeras, guardapolvos y objetos obsequiados a las Madres en todo el mundo a lo largo de estos cuarenta años.
“Cuarenta años es la edad que tenemos la mayoría de los que trabajamos aquí. Siempre recordamos lo que Hebe nos dijo la primera vez que entramos a este lugar, cuando sólo estaban las paredes heladas y todavía se sentía el olor a muerte: ‘Hacer, se hace haciendo’. Qué honor tan grande caminar junto a ustedes”, agradeció Ledesma. “Las Madres soñaron un espacio de arte y de vida, aquí donde habitó todo el horror . Esta casa tiene que seguir de pie. Llena de todos los otros hijos, que son ustedes”, advirtió Parodi al público. Creado en 2008 como escuela de artes y oficios y espacio cultural, desde 2016 el ECuNHi no recibe financiamiento alguno del Estado: hasta la luz, el gas y el teléfono se pagan con las contribuciones voluntarias que desde entonces deja la gente que lo visita. Sin embargo, continúa ofreciendo talleres de todo tipo, recitales, peñas folklóricas y hasta un ciclo para chicos.
“Hace nueve años, esto parecía una locura. Aquella vez le pedimos a la gente que nos acompañase y lo primero que hicimos fue pintar soles y flores en las paredes, nos pareció que eso era lo que había que hacer acá. Arrancamos sin plata, sin nada; hoy seguimos sin plata pero tenemos mucho. Esto es mucho más de lo que las Madres habíamos soñado, en nuestra medida. Pero fuimos desmedidas al elegir a quien lo iba a dirigir: la Tere primero, y ahora las chicas, que junto a sus compañeros han logrado todo esto”, destacó Bonafini, visiblemente emocionada. Teresa Parodi también evocó aquel primer “desembarco” (con ese nombre fue recordada luego aquella jornada inaugural, y León Gieco lo popularizó llamando así a una de sus canciones y a un disco). “Cuando llegaron, Hebe miró a todas las Madres y les dijo: No vamos a llorar, porque nuestros hijos caminan con nosotros. Con esa fuerza hacen todo. Esa luz plantada en nombre de los treinta mil y con los treinta mil, es la que sigue brillando”, marcó la cantautora. Más tarde sumó, ya desde el escenario, canciones como “El otro país” y “Posdata”.
Liliana Herrero también llevó su música junto al guitarrista Pedro Rossi, canciones como “Tarumba” (interpretando, justamente, a Parodi) o “El tiempo está después”, de Fernando Cabrera. “Mujeres dando vueltas con pañuelos blancos en sus cabezas en los momentos más tenebrosos de este país. Mujeres que siguen marchando y luchando en este momento, también tenebroso. Estas mujeres nos salvaron, porque repusieron la patria”, agradeció. Más tarde Víctor Heredia llevó clásicos como “Razón de vivir” e “Informe de situación”, de rigurosa actualidad. “Las canciones no se escriben porque sí. Nosotros, que perdimos a cuatro, a uno de los cuales todavía seguimos buscando, porque estaba en la panza de mi hermana Cristina, sabemos lo que significa lo que siempre nos decía mi madre: Todavía hay que tener esperanzas. Es lo mismo que hoy nos dicen estas Madres”, expresó, y les dedicó “Todavía cantamos”. El cierre fue con la fiesta de Arbolito, un grupo que desde su formación acompañó a las Madres en cuanto evento solidario fue convocado.
Y así, en este momento y en este lugar, que fuera el centro de exterminio, tortura y muerte más grande la última dictadura cívico militar argentina, también maternidad clandestina, las Madres de Plaza de Mayo celebraron una historia, un presente y un futuro.