Santa Fe suscribió ayer un convenio con la Nación para la entrega y utilización de Unidades Transmisoras de Radiofrecuencia, denominadas tobilleras de monitoreo, para control de personas privadas de libertad. Las mismas se destinarán a personas que, según entienden los jueces, están en condición de cumplir prisión domiciliaria. Las unidades comenzarán a llegar en los próximos días.
El acuerdo fue firmado en la sede de Gobierno en Rosario, por los ministros de Seguridad, Maximiliano Pullaro y de Justicia y Derechos Humanos, Ricardo Silberstein; y por el subsecretario de Relaciones con el Poder Judicial y Asuntos Penitenciarios del Ministerio de Justicia de la Nación, Juan Bautista Mahiques.
"Este convenio es para la puesta en marcha de dispositivos electrónicos, tobilleras, para trabajar en lo que respecta a prisiones domiciliarias, en base a un protocolo que va a establecer Santa Fe", precisó Pullaro, y recordó que esa modalidad "hoy se controla con el servicio post penitenciario y con las fuerzas de seguridad".
La implementación de este nuevo sistema "va a permitir un control mucho más exhaustivo, ya que va a estar asociado a la Central de Monitoreo para tener una georeferenciación similar a la que se tiene en los móviles policiales y los botones de pánico", concluyó el ministro.
Por su parte, Mahiques señaló que el convenio se enmarca en un "programa del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación, para fortalecer a la justicia en el sistema post penitenciario en el país".
Fabricados por la empresa Surely, se distribuirán en Rosario y Santa Fe y la provincia las recibe sin costo de compra. En una primera etapa llegaran 400 unidades que se usarán en los casos que los jueces consideren necesarios y se implementarán en forma gradual. La segunda etapa prevé la entrega de más tobilleras que también se pondrán a disposición de la Justicia.
Las pulseras cuentan con una base de trasmisión en el hogar que se configura a partir del radio permitido por la Justicia al sujeto beneficiario de la prisión domiciliaria. La segunda terminal se coloca en el tobillo, es inviolable, hipoalergénica y contiene un detector de flujo corporal. Una alteración de los límites estipulados por los programadores o cualquier intento de manipulación del artefacto dispara una alarma en la Central de Monitoreo que permite actuar a los controladores.