Marcos Peña transita el exilio de la política argentina en silencio. Esa es la estrategia comunicacional que eligió quien llegó a ser el hombre más poderoso de la Casa Rosada cada vez que Mauricio Macri se iba a descansar a la residencia de Chapadmalal. Alejado de la sobreexposición que supo concentrar, y marcado como uno de los máximos responsables del fracaso del proyecto Cambiemos, el exjefe de Gabinete escapó de una rutina que lo mantuvo pegado al expresidente por más de una década. “Con Mauricio solo habló tres o cuatro veces en el último año, no más de eso”, confiesa a este diario un exministro de Macri. Ese vínculo simbiótico que construyeron ya no existe, aunque la relación sigue siendo de máxima confianza. “Nunca se van a pelear. Lo que pasa es que Marcos, auténticamente, decidió un cambio de vida”, aclara el exfuncionario. Con una larga lista de enemigos internos, Peña no pretende ser el armador de esta nueva etapa, menos regresar como candidato. Sí ofrece sus servicios de consultor externo a Horacio Rodríguez Larreta. María Eugenia Vidal prefiere que su colaboración se lo más externa posible.
Tras la derrota electoral, el encargado de las redes sociales de Cambiemos, y de su granja de trolls, abandonó sus cuentas personales --no las usa desde diciembre de 2019--, salió de los viejos grupos de Whatsapp ministeriales y huyó del ruidoso barrio de Palermo para refugiarse en el country Chacras de Murray en Pilar. Allí, pasó gran parte de la pandemia junto a su familia, lejos de la tapa de los diarios en las que hoy sólo aparece vinculado a causas judiciales como la que investiga la red de espionaje ilegal. Ocasionalmente se cruzó con algunos sus excompañeros en una cancha de fútbol en Parque Sarmiento, un predio que la Ciudad le otorgó en concesión al técnico de la reserva de Boca, Sebastián Battaglia. También se reencontró en la presentación del libro de Macri, "Primer Tiempo", con muchos de los exfuncionarios que los fustigaron con fuerza estos últimos años . Fuera de esos episodios, no tuvo muchos más contactos cara a cara.
Abocado a la consultoría para políticos y empresarios a nivel regional, Peña abandonó la toma de decisiones en el espacio opositor, pero colabora en el operativo retorno para 2023. “Marcos está trabajando en el sector privado, siendo fuente de consulta en distintos países y va a ayudar a que Juntos por el Cambio tenga un candidato competitivo para las presidenciales. Pero no está en el armado de las listas, no hace recorridas ni habla con dirigentes”, confirma una de las personas que trabajó con Peña desde sus inicios y continúa teniendo un vínculo personal.
El egresado del colegio Champagnat abrió formalmente en noviembre del año pasado una empresa dedicada a desarrollar estudios de mercado y estrategias de comunicación. Puso la firma junto a su asesor legal Nicanor Moreno Crotto. Con el objetivo de extender sus servicios a lo largo del continente, y gracias al puente construido por Macri, en los primeros meses del año asesoró a Luciano Huck, la máxima figura televisiva de Brasil, que hace tiempo quiere saltar de la pantalla chica al escenario político. No obstante, a pesar de las reuniones que mantuvieron en Río de Janeiro, el presentador no competiría en las próximas elecciones contra Jair Bolsonaro y Luis Ignacio Lula Da Silva. La última encuesta de Datafolha le dio un magro 4 por ciento en intención de votos. Sin piso, por ahora, para despegar en la política, “el candidato de Globo”, como lo bautizó Lula, optó por cerrar su nuevo contrato televisivo para 2022.
En la contienda argentina, para el exjefe de Gabinete, el candidato natural a suceder a Macri es Rodríguez Larreta. Si bien no forma parte de su equipo de trabajo, existen almuerzos, llamadas y chats a modo de consultor. “Aunque Horacio nunca va a confiar del todo en Marcos, lo está ayudando bastante”, recalca un dirigente del PRO. La historia de Peña y Rodríguez Larreta arrastra años de miradas de reojos y roces acumulados, desde épocas en donde el alcalde Macri lo tenía a uno como cerebro político y al otro como brazo ejecutor. Una historia en común bastante bifurcada. Sin embargo, el jefe de Gobierno considera necesario tener el visto bueno de Peña para acercar posiciones con el exmandatario. En el equipo de trabajo de Rodríguez Larreta prefieren que el acompañamiento sea con el mayor distanciamiento social posible. “Hoy, una foto con Marcos, más que sumar, resta”, sostienen.
En el vidalismo tampoco guardan los mejores recuerdos de quien apodan el “Capitán frío”. “Preferimos que siga alejado. Quedó demostrado que no se puede construir política por Whatsapp o limitarla a las redes sociales”, afirman. La exgobernadora aún le reprocha haber unificado las elecciones de la provincia de Buenos Aires con las nacionales en 2019 e impedido que el armado se extienda a otras fuerzas políticas. Sospecha, incluso, que montó operaciones para limar su figura cuando se evaluó reemplazar la candidatura de Macri por un plan V. Si bien en los últimos meses hubo contactos para saldar cuentas, el tiempo no dispersó la tensión. “Al día de hoy, ella no lo perdona”, indica un dirigente bonaerense.
En una muestra de que, más allá de la lejanía, el vínculo continúa siendo fuerte, hace dos semanas Macri realizó una enfática defensa de su antigua mano derecha. “Mucha gente para no enojarse conmigo se enojó con Marcos. Pero finalmente el presidente era yo. Todos los errores que se cometieron fueron mis errores”, remarcó.
El puesto que dejó Peña, hoy, está vacante. En este momento, el hombre más cercano a Mauricio Macri es Fernando De Andreis, su exsecretario general. Sin embargo, no cumple el rol de estratega y articulador político que tenía el exjefe de Gabinete. Enfrascados en disputas distritales, en el PRO aseguran que pueden prescindir del puesto. Otros dirigentes, en cambio, se preguntan qué pasará cuando dentro de dos años haya que armar una campaña sin tantas dispersiones y con una coordinación más centralizada. ¿Le perdonarán a Marcos su pesada herencia?