Hay siete demonios esperando en el oscurísimo piso de arriba del bar metalero Cuarto Apóstol. El que está sentado en la mesa de pool le pregunta a otro si sabe a qué hora van a almorzar. En el piso de abajo se escuchan explosiones, sangre que salpica el piso y alguien que pide a gritos que por favor dejen espacio para que pase la cámara. En el medio de las criaturas del averno y los restos de una bola de boliche que pareciera haber explotado está la gente de Mutazion Producciones llevando adelante el rodaje de El Cazador, la película del antihéroe argentino engendrado en los noventa.
Por algún lado del caos está el director Marcelo Leguiza sosteniendo una cámara. “Conocí Cazador a los once, doce años. Teníamos el tío de un compañero del primario que tenía un puesto en Parque Rivadavia. Era el tío copado: nos daba revistas porno y Cazador”, se rie Leguiza, también comiquero del palo.
La equivalencia cobra sentido cuando se sabe que la historia creada por Jorge Lucas junto a Mauro Cascioli, Ariel Olivetti y Claudio Ramírez se ocupó de satirizar la generación pizza con champagne, le pegó de manera irreverente a toda la farándula y la política argentina y “homenajeó” a los personajes preferidos de los autores con dibujos non-sanctos.
Como en los multiversos de Marvel y DC, el origen místico del Cazador se transformó dependiendo del momento en el que estuviere la serie. “Para Arkham (el fanzine de Jorge Lucas donde nació el icono) a mí me encantaba Batman: The Dark Night Returns, y viste que a uno le gusta algo y quiere dibujar eso. A partir de ahí, me inventé un Cazador un poco más superhéroe, intentando imitar ese estilo”, le comenta Jorge Lucas al NO, segurísimo de la cronología de su personaje. Pero a partir de las ediciones de la Urraca, Hunter! fue rebautizado y tomó la forma del personaje puteador y putañero que todo el mundo quiere.
“¡Qué épocas! Las compraba a escondidas de mis viejos porque en cada número se zarpaban más. ¡Hasta que me buchonearon y ya no las pude conseguir más, LPM”, escribió alguien en un post olvidadísimo de Taringa!. El estilo de Cazador se ganó muchas veces la bolsita negra que llevaban las Playboy para censurar a sus conejitas, pero muchos diarieros la repartían igual sin ningún tipo de discriminación de edad. “Una vez habíamos hecho con Claudio Ramírez una edición con Caperucita Roja zarpada y publicamos unas historietas que se llamaban Tijuana Blues, que tenía cosas como Gandhi, Goofy o Mickey dibujados porno, eran historietas de los ‘30 que habían estado prohibidas. Las pintamos y las publicamos. Entonces nos llamó Jorge Jacobson, de Canal 11, para hablar porque una señora le había comprado la revista al hijo y se había encontrado con todo eso”, cuenta divertido Jorge Lucas.
Ya casi cruzando el 2000, algunos números empezaron a ser levantados de los puestos de diarios. Lucas señala que hasta entonces no había mucho control en sus publicaciones: “Era una revista provocadora, ante todo. Nosotros lo sabíamos y después de la tercera vez que nos levantaron de los puestos, el editor bajaba curioso a donde estábamos, preguntando qué habíamos hecho esta vez”.
La impronta rebelde del equipo de dibujantes caló en lo profundo de la identidad under. Ese gusto por la incorrección también está presente en Mutazion, que con el rodaje también experimenta con los límites. Leguiza, cabecilla de la productora, recuerda cómo comenzó esta sensación de desinhibición: “Grabamos una explosión al lado de un escenario, que era con gas compresor y con pedazos de cosas que salían, y de pronto… ¡boom! El techo se llenó todo de sangre. Yo me puse a limpiarlo y veía que el dueño miraba y se iba. Yo no entendía por qué no nos echaban. Ahí empezó la cosa de ‘a ver hasta dónde vamos’. Después fue hacer volar un enano en Almagro”.
En medio de toda la anarquía de una escena donde la banda Asspera intenta dar un recital entre demonios, Luis “La Masa” Montanari —intérprete de Cazador— se queda pensando en qué decir para su próximo diálogo. Después de un vaivén entre él y su doble de riesgo, el director Leguiza decide interferir para preguntarle a Jorge Lucas, presente en el rodaje, qué se supone que puede decir el guión. Después de un rato para dilucidarlo en equipo, la música, los gritos de los demonios y la sangre vuelven a fluir en el set.
Quizá sea el nivel de experimentación que el equipo de producción está dispuesto a llevar a cabo lo que pone nerviosos a los participantes del nicho de cine under. Pero a pesar de las críticas y las dudas que genera la metodología del polémico rodaje, Leguiza se confiesa comodísimo con su proyecto y pone fichas en la filosofía de su productora: “Después de 18 años con Mutazion ideamos un método que se trata de trabajar con bajo presupuesto, pero siempre levantando la calidad. Todas las películas que hicimos fueron un experimento para llegar a cierta calidad de imagen y sonido”.
El punto de encuentro entre la productora y los creadores de Cazador fue la co-directora Georgina Zanardi, quien ya había estado tanteando la idea de producir un corto del personaje y, después de un par de años, se encontró con Leguiza y se decidieron a llevar adelante la idea. “Pero a Jorge le caían un montón de propuestas, siempre. De Luis Luque para Cazador, una serie o cortos de estudiantes. Medio que todo quedaba en la nada hasta hace dos años, donde hicieron un casting con la Masa, pero se bajó porque para hacer esta película comercial al cien por ciento, en el cine la tenés que hacer apta para 18 años. Eso es lo que pasa con Cazador”, explica el director mientras comenta que si bien Lucas no estaba del todo convencido, dio luz verde para el inicio de la travesía del antihéroe.
Mientras tanto, el trailer indie de El Cazador cuenta con unas 54 mil visitas, superando las que lleva el de la ultra publicitada serie de Nafta Súper de Space. Entre la página de crowdfunding donde comenzó a conseguir presupuesto para el rodaje y las fiestas a beneficio, Mutazion se apoya en el público under que se convierte en hinchada. Las convocatorias para los rodajes se dan a través del grupo “Los demonios de Melkor”, que consta de casi 300 personas que charlan un poco de todo y le transmiten a sus contactos las oportunidades para participar del rodaje. “El público de Cazador es el de una banda de rock”, dice Leguiza. “Por jornada estamos teniendo, incluyendo técnicos, más de setenta personas. Al mismo tiempo, todo esto se convierte en una locura de ellos.”
La dimensión de este antihéroe tiene enamorado al público de nicho y lo anima a abrirse paso hacia la pantalla grande. El chiste del humor político garantiza que el grandote pueda volver actualizado y la necesidad de un personaje oscuro que reivindique al humor negro está logrando que pueda volver a popularizarse. “Cazador es Cazador y tiene su propio universo. Después tenés otros personajes que se fueron agregando, como el Tío Pastafrola, las ratas que ponía Mauro Cascioli para joder y Melkor. El resto de las apariciones eran del momento y estaban para el chiste”, cuenta Jorge Lucas como para definir el sistema caótico del cómic.
En esta aventura cinematográfica, un renovado Melkor decide convertir a Buenos Aires en sede central para una invasión maligna que pretende adueñarse del mundo. Sólo el endemoniado Cazador puede salvar la ciudad de la perdición absoluta, aunque primero hay que convencerlo de querer hacerlo. Para ello, el indie argentino parece ser el único apto para revivir la llama de una fanaticada que le da vida al proyecto y aviva una pasión comiquera que se creía extinta una década atrás.