Producción: Javier Lewkowicz

--------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

Complejo, pero administrable

Por Alejandro Vanoli (*)

Dada su crítica influencia en la economía nacional, resulta necesario analizar lo sucedido en el mercado cambiario en estos meses y las perspectivas. El mes de mayo fue uno de los mejores en saldo de operaciones cambiarias desde 2003. En 2021 las compras netas acumularon 5.730 millones de dólares y se recuperaron las reservas reduciéndose fuertemente una brecha que había llegado en octubre a niveles muy elevados. Según estimaciones del BCRA se habría alcanzado superávit de cuenta corriente. Ello se logró por una serie de factores, buena cosecha, excelentes precios internacionales de “commodities” y el fortalecimiento de las regulaciones cambiarias.

El BCRA no tuvo necesidad de intervenir en los mercados implícitos en abril y mayo y pudo reducir su posición abierta en futuros cambiarios. Así el Gobierno pudo recuperar el control de la política cambiaria y generar una expectativa favorable de refinanciación de los vencimientos con el Club de París y el FMI favoreciendo la estabilidad cambiaria y financiera. Las políticas monetaria y fiscal que moderaron su necesario sesgo ultra expansivo en la primera fase de la pandemia, también contribuyeron a mejorar el clima financiero. Dado todo lo expuesto los analistas que pronosticaban una fuerte devaluación en 2021, han tenido que correr sus pronósticos a futuro.

Recordemos que el tipo de cambio es competitivo y está en niveles similares a los 60 pesos por dólar de agosto de 2019, que es equivalente en promedio al tipo de cambio de 2003 a 2011. Los valores del dólar MEP o el Contado con Liquidación en octubre estaban en valores comparables a los picos hiperinflacionarios de 1982, 1989 y 1991.

Más allá de lo expuesto nunca hay que subestimar el rol del tipo de cambio en una economía bimonetaria como la argentina. Los próximos meses serán menos holgados en oferta de divisas y enfrentaremos cinco desafíos en materia cambiaria.

1) Elecciones. Entramos en la campaña electoral. Todos los años impares han generado una mayor demanda de cobertura cambiaria en el segundo semestre.

2) Pandemia. Conviviremos con una fuerte incertidumbre global derivada de la situación sanitaria, con una elevada volatilidad y riesgos de un menor crecimiento, más allá que la mayor vacunación debería estabilizar la economía mundial y la local en los próximos meses. Pero el tema sanitario es el mayor riesgo global a afrontar ya que conllevaría la necesidad de mayor financiamiento a personas y empresas ante eventuales restricciones a la circulación.

3) Tasas de Estados Unidos. Otro factor de riesgo es una suba de tasas en los EE.UU, la debilidad del dólar a nivel mundial favorece el precio de los commodities y nuestra competitividad. Las señales que ha dado la Reserva Federal es que queda un tiempo extenso donde la política monetaria priorizará la creación de empleo, que se viene recuperando pero a un ritmo más lento y que más allá de una suba de la inflación, no se requiere en 2021 de un cambio en la política monetaria de Estados Unidos.

4) Inflación. Bajar la inflación es clave para contener expectativas devaluatorias que pueden amplificar la inflación futura, evitando una mayor brecha que debilite el ancla cambiaria y la política antinflacionaria. Contener la inflación será un desafío que deberá ser compatible con recalibrar en forma más expansiva el sesgo de las políticas monetaria y fiscal ante la necesidad de recuperar el empleo y el salario real.

5) Crecimiento. Mantener el equilibrio externo con una economía en crecimiento que genera siempre en nuestro país un mayor aumento de importaciones que de exportaciones. Se deberá conciliar la política antinflacionaria con la necesidad de exportar, tensión que se refleja crudamente en la problemática de la carne.

En una nueva normalidad habrá que profundizar una política de desarrollo que permita suavizar los cíclicos shocks externos. En síntesis, los escenarios más probables (descartando escenarios globales sanitarios-económicos muy disruptivos) le dan al Gobierno margen para que con los recursos e instrumentos de política disponibles, podamos atravesar un segundo semestre complejo, pero administrable.

(*) Ex presidente del BCRA y Director de Synthesis.

--------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

Crecimiento de reservas

Por Julián Maggio (**)

La evolución de las reservas internacionales durante este año constituye un dato auspicioso para una economía que, si bien históricamente ha sufrido el problema de la restricción externa, ha visto agudizar el problema durante el año pasado, producto del contexto de incertidumbre local e internacional provocado por la pandemia.

La autoridad monetaria del país ha acumulado reservas en los primeros cinco meses del año, según datos de la propia entidad, por 2.500 millones de dólares aproximadamente, ascendiendo lo comprado por el propio Banco Central a 5.730 millones de dólares. Esta acumulación se vio atenuada por los pagos a Organismos Internacionales y las disminuciones de depósitos, las cuales superaron los 2.000 millones de dólares.

Si comparamos este desempeño con años anteriores las cifras son elocuentes: en los años 2019 y 2020 nuestro país vio caer sus reservas internacionales por 21.000 y 5.500 millones de dólares, respectivamente. Esto deja en evidencia los nocivos efectos que tuvo para nuestro país la desregulación financiera y cambiaria del macrismo en el primer caso y los efectos de la pandemia en el segundo. En lo que refiere a la compra de divisas, en dichos años la autoridad monetaria vendió muchas más divisas de las que compró.

Si miramos en retrospectiva para entender la magnitud del buen presente cambiario, se observa que las divisas adquiridas en el transcurso del año por la entidad representan la misma cifra que se compró en todo el año 2014.

La brecha cambiaria es el otro factor importante a analizar en virtud de su impacto en las expectativas devaluatorias. Luego del pico alcanzado en octubre del año pasado, en el cual las brechas del dólar blue y MEP respecto al dólar oficial mayorista alcanzaron el 120 por ciento y 100 por ciento respectivamente, las mismas vieron caer sus niveles de manera sostenida hasta alcanzar a fines de abril el 60 y 63 por ciento respectivamente.

Sin embargo, durante mayo las mismas han recuperado levemente un patrón alcista subiendo seis puntos aproximadamente cada una, alcanzado la brecha del blue un 66 por ciento y la del dólar MEP un 70 por ciento.

Si bien estos márgenes las ubican en niveles similares a los de febrero, no deben interpretarse como una señal de debilidad en el sector externo. El ritmo de liquidación de divisas es positivo, puesto que, para la última semana de mayo, por ejemplo, se encuentra en niveles positivos y por encima del promedio diario del 2021.

La trayectoria de las brechas en lo que resta del año dependerá de un cúmulo de factores, siendo uno de ellos la evolución de la incertidumbre. El mayor ritmo de llegada de vacunas, la aceleración en los niveles de vacunación y su consiguiente impacto positivo en la actividad económica contribuirán positivamente.

En el frente externo, la mejora en los términos de intercambio permitirá sostener el ingreso de divisas y afrontar las mayores necesidades de divisas que suele tener Argentina en la segunda mitad del año. Durante 2020, por ejemplo, la reducción del nivel de reservas que sucedió entre los meses de julio y diciembre ascendió a 3.854 millones de dólares.

En el escenario más pesimista, que podría significar suponer dicha trayectoria para el segundo semestre, y suponiendo que en junio el BCRA acumulará reservas por una cifra similar a la de mayo, el incremento de reservas del 2021 rondará los 250 millones de dólares. La cifra luce muy positiva al compararla con la caída de reservas sufrida en los últimos dos años por 26.000 millones (21.000 millones en el último año del gobierno macrista). El cumplimiento de esta estimación o no dependerá del acuerdo que se alcance con el Club de París y el Fondo Monetario Internacional.

No parece irreal suponer que la realidad económica terminará mostrando un mejor resultado que el año pasado en virtud de algunos factores que puedan dotar al gobierno de mayores grados de libertad en su política económica. En ese sentido, vale la pena recordar que el primer cuatrimestre del presente año fue muy positivo en términos de recaudación y que su evolución viene superando ampliamente la evolución de la inflación. El desafío será aunar los esfuerzos para que los salarios le ganen a la inflación en un año en el cual la pandemia vuelve a exigir un esfuerzo de todos los sectores para el logro de objetivos económicos y sociales.

(**) Director del BICE e integrante del Centro de Economía Política Argentina (CEPA)