Desde Ciudad de México
La elección intermedia del 6 de junio en México transcurrió con relativa calma en la mayor parte del territorio. Fueron instaladas más del 95% de las mesas electorales y en algunos municipios donde el crimen organizado se colude con la política se produjeron incidentes como robo, destrucción o quema de paquetería electoral, además de la compra de votos mediante despensas o dinero en metálico.
A la espera de los primeros resultados y proyecciones, que llegarán por parte del Instituto Nacional Electoral (INE) en la madrugada argentina, se puede hablar de una altísima participación que por primera vez en unas intermedias va a superar el 50% del electorado. Porcentaje de participación muy alto en las elecciones más grandes de la historia con más de 20.000 cargos en disputa, entre ellos las 1325 presidencias municipales, 500 diputaciones federales y 15 de las 32 gobernaciones del país, es decir, la mitad del poder territorial.
Estas elecciones se celebran en medio de un clima de polarización política, polarización que se ha mantenido durante los 3 últimos años desde la campaña presidencial de 2018, y que convirtieron los comicios en un referéndum sobre las políticas y el gobierno de López Obrador. En ese sentido, todo parece indicar que la oposición no logró su objetivo pues parece que Morena y sus aliados (el partido Verde y el Partido del Trabajo) van a mantener la mayoría absoluta en la Cámara de Diputados (251 diputados y diputadas de 500).
En cuanto a las gobernaturas, el Presidente de Morena Mario Delgado adelantó al inicio de la noche electoral que Morena tiene seguras 8 (Zacatecas, Guerrero Tlaxcala, Michoacán, Colima, Campeche, Nayarit y Sinaloa) lo que le otorgaría a la oposición 7, quedando un empate que en realidad sería un mal resultado para Morena pues hace pocos meses se vislumbraban posibilidades de victoria en 14 de las 15 (todas excepto el Estado de Querétaro, en manos de la derecha conservadora del PAN).
Pero ese escenario fue revertido con una medida polémica o cuanto menos difícil de entender desde el punto de vista ideológico, pero efectiva desde una óptica electoral, como es la unión en coalición del PAN (derecha), PRI (centro) y PRD (antigua izquierda hasta la llegada de Morena). Los partidos que sustentaron el Pacto por México de Peña Nieto que impulsó las privatizaciones, se unía ahora en la coalición Va x México con un único objetivo, explícitamente declarado, es confrontar al obradorismo en las urnas.
Si bien la coalición opositora ha podido competir electoralmente, la realidad social, política y económica la domina el obradorismo, que a pesar de perder apoyos entre las clases medias urbanas, amplía la base electoral con los sectores populares históricamente excluidos del Estado, sectores que ahora reciben beneficios y programas sociales, especialmente la tercera edad.
Todo ello en mitad de una pandemia de la que México comienza a salir, con una política pública que priorizó la inversión en camas, ventiladores y médicos, para evitar la saturación que pudimos ver en otros países, y que ha convertido al país norteamericano en uno de los 10 países del mundo que más vacunas. En la última semana se ha alcanzado el millón de vacunas por día, para un total de más de 34 millones de dosis aplicadas (México ha recibido más de 43 millones de dosis).
Incertidumbre electoral
A falta de resultados oficiales del INE, y como es costumbre en muchas jornadas electorales, todos los actores políticos pueden decir que han ganado, y tienen parte de razón. El obradorismo suma más de la mitad de las gobernaciones en disputa, que junto a las 6 que ya tiene (Baja California, Chiapas, Ciudad de México, Puebla, Tabasco y Veracruz) le van a otorgar el control de 15-16 de las 32 de la República, quedando la otra mitad en manos de la oposición. Y en lo que se refiere a la Cámara de Diputados, Morena y aliados mantienen la mayoría legislativa que ya poseían, pero no parece se acerquen a la mayoría cualificada (que sí tenían) que permitiría reformas constitucionales.
Empate catastrófico por tanto entre obradorismo y oposición, de cara a los próximos 3 años de cara a la elección de 2024 en un país sin posibilidad de reelección presidencial y la conformación de una suerte de bipartidismo con 2 grandes bloques, obradorismo (Morena junto al pragmático Verde Ecologista y el maoísta PT) y oposición (PRI-PAN con el PRD como satélite en caso de llegar al 3% de votos que le permitiría mantener el registro electoral nacional).
En esta elección competían también 3 nuevos partidos del ámbito obradorista, Fuerza Por México, Redes Sociales Progresistas, y Encuentro Solidario, que difícilmente van a llegar al 3% que les permita tener registro nacional (sí podrían sumar algunos diputados uninominales en caso de ganar su distrito).
Escenario incierto por tanto, el que se abre en el país latinoamericano que, junto a Brasil, comparte G20 con Argentina.