Cien años cumpliría, dentro de unos meses (el 29 de septiembre), Gustavo “Cuchi” Leguizamón. A los 100, tal vez, hubiese llegado Violeta Parra de no haberse quitado la vida justo en la mitad del camino, a los 50. Ella los cumpliría apenas cinco días después que él y es así que algo los unía desde el vamos: un punto de partida en la vida. Pero también una devoción insoslayable por la música popular de América latina, que los transformó a ambos en faros y referentes inevitables para varias generaciones de músicos. El, más restringido al pago, aunque haya compuesto las zambas más hermosas del universo. Ella, más del universo, precisamente, aunque haya hundido sus músicas y textos en las más hondas raíces de estas tierras. Es cierto, no hay registros de que se hayan conocido en persona, pero es más que verosímil –mucho más– que un reguero de significantes estéticos, culturales y vivenciales los eternice unidos. Son muchos los que lo sienten así. Fernando Barrientos y Mariana Baraj, por caso. “Las obras del Cuchi y de Violeta son grandes cimientos sobre los que muchas generaciones han construido sus universos. Ambos tienen una gran vigencia”, arranca ella, desde su casa de San Lorenzo, Salta, días antes de viajar hacia la urbe para unirse al cantante del dúo Orozco-Barrientos bajo un mismo fin: conmemorar el cumpleaños número cien del salteño y la chilena. “La posibilidad de festejar a estos dos artistas a cien años de sus nacimientos, más allá del dato estadístico, es festejar la magia”, se pliega Barrientos.
“También están las coincidencias –prosigue el cantante–. Cuchi nació en Salta, la Violeta nació en Chillán... Tan lejos y tan cerca, ¿no? Uno con formación académica, abogado. La otra hecha de barro, desquiciada poeta, pintora. ¿Cómo imaginar que esos dos caminos puedan cruzarse? Y sí, pueden a partir de la magia, del arte, de sus canciones tan distintas y tan parecidas. Insisto en que esto de celebrar la magia del arte fue lo que nos convocó a Mariana y a mí”, señala Barrientos acerca del concierto que compartirá Baraj hoy a las 21 en el CAFF (Sánchez de Bustamente 772). La iniciativa surgió de Mauro Rodríguez, manager y pareja de la compositora, que pensó en los cien años y rápidamente se puso en contacto con Barrientos para proponerle un concierto a dúo con ella. “Me lo contó en minutos y acepté de inmediato. Pensé que Mariana y yo podíamos armar versiones propias de este cancionero maravilloso. Y también pensé que, a pesar de ser un cancionero tan popular y tan versionado por grosos, nosotros podíamos acercar nuestra impronta a esas canciones. Cuando lo hablamos con ella coincidimos en eso y aquí está el punto de partida. Luego vino la elección de los temas y toda esa historia, pero lo importante es que, para nosotros, como intérpretes, es un desafío muy grande cantar a estos monstruos, así que la elección de los temas que cantamos en el show son esas canciones que sentimos como propias”, se explaya el compositor mendocino, nacido en Ecuador.
“Hacía tiempo que teníamos ganas de hacer algo juntos. Veníamos haciendo algunas presentaciones con Orozco-Barrientos y coincidieron nuestras ganas, el momento en el que nos encontramos cada uno, y la coincidencia del centenario del nacimiento de Violeta y Cuchi. Me gusta la idea de la celebración a partir de la vida, a través de la música, y tanto Violeta como el Cuchi han dejado un legado inconmensurable, que permite la relectura y los diferentes abordajes. El hecho de encontrarse con esta extraordinaria obra siempre es una causa más que suficiente para celebrar”, sigue explicando la cantora, sobre los motivos de un encuentro que tendrá distintos momentos. “Uno será Fernando y yo juntos, y habrá otro momento donde cada uno quede solo, pero por las características del repertorio siempre es muy intenso. Nos costó mucho elegir el repertorio, porque tanto las obras del Cuchi como las de Violeta son tan vastas que grandes canciones han quedado afuera, pero también elegimos aquellas que nos quedaban mejor. Temas con los que nos sentíamos más cómodos y teníamos más afinidad”, cuenta Baraj. “Hace muchos años que compartimos la música y nos sentimos en un mismo camino por muchos motivos. Siempre es un placer hacer música con Fernando, es un gran artista”.
“El concierto, como dice Mariana, está diseñado para que ambos mundos convivan, se entreveren, se maceren en vino tibio”, grafica Barrientos, acerca del concierto que mixturará clásicos de Violeta como “Volver a los 17”, “Pastelero a tus pasteles” y “Arriba quemando el sol”, con la “Zamba de lozano”, por caso, del Cuchi. “En ese sentido se construye el show y sentimos que las canciones conviven, respiran, cada una en su espacio. Esperamos que la gente lo perciba así, además de la onda que tenemos con Mariana. Hemos compartido muchísimos momentos, pero recuerdo puntualmente dos shows, uno en Salta y otro en Jujuy. Esos encuentros fueron decisivos para que logremos armar este Cuchi-Violeta, porque desarrollamos nuestras canciones con total naturalidad, entendiendo que ambas propuestas pueden estar en un mismo espacio, en un mismo recital. Lo pasamos muy bien, y disfrutamos mucho compartiendo canciones”, enmarca él.
–¿Qué sienten ambos cuando escuchan esos temas desgarrados de Violeta Parra?
Mariana Baraj: –La obra de ella me conmueve profundamente y siento mucha identificación con la Violeta compositora, recopiladora, intensa, radical e incomprendida. Siempre descubro algo nuevo en su trabajo y, si bien llegué a ella por el homenaje de Mercedes Sosa, adentrarme en su universo siempre me resultó fascinante.
Fernando Barrientos: –La conocí por mi viejo, Tito Barrientos. El fue un músico muy groso, que en la década del ‘40 propuso junto a sus hermanos, Marina y Carlos, traer a la Argentina y a América latina el folk chileno de ese momento. Violeta vendría después. Creo que a fines de los ‘70, ya en Mendoza, mientras hacía mis primeras canciones, el Tito me enseñó la cueca “Pastelero a tus pasteles”... ¡inolvidable! Esa canción, así como me la enseñó mi viejo, me acompaña desde entonces, y así la voy a cantar en Cuchi-Violeta.
Al invertir el sujeto de la pregunta (el Cuchi por Violeta), Mariana Baraj contesta que la obra de Leguizamón es de una sofisticación extraordinaria. “Me resulta muy placentero el abordaje de cualquiera de sus composiciones... El Cuchi, con todas sus duplas creativas, pintó de cuerpo y alma la esencia de su pueblo”, refiere ella, pensando también en Manuel Castilla, Antonio Nella Castro o Jaime Dávalos, tres salteños de ley como él. Barrientos acude a su amigo y compañero de dúo, Tilín Orozco, para responder: “A Leguizamón lo fui descubriendo de a poco. Tilín fue el que me lo ‘presentó’, en esas noches interminables post asado de Mendoza. El me mostraba el laburo del Dúo Salteño y esas canciones del Cuchi... Fueron veladas increíbles. Creo que el Cuchi fue parte del divague Orozco-Barrientos, tanto como Félix Dardo Palorma. Y creo que a Violeta y al Cuchi los une el hecho de que ambos entienden que la realidad es insoportable. Los unen las pesadillas, los sueños truncos, el canto, la poesía, la pintura y Latinoamérica, a pesar todo”, compara el ecuatoriano-mendocino quien, además de estar preproduciendo el cuarto disco de Orozco-Barrientos, tiene entre planes entrar a grabar un disco solista. Respecto de los cruces, ambos congeniarán en “La petaquita”, canción popular chilena que interpretaron los dos homenajeados. “Creo que los dos fueron artistas muy comprometidos con su obra, muy personales, intensos y sofisticados, y eso los pone en una misma línea”, insiste Baraj, que también está llevando su disco para chicos (Churo) por las rutas argentinas, además de trabajar con el grupo 4 Minimal, colectivo que congrega artistas de México, Corea y Japón. “En ellos también veo a Violeta y al Cuchi”, imagina. Y cierra ella, una de las cantoras populares más relevantes de estos tiempos, otro rasgo que la acerca a él.