Si los estudios fotográficos del siglo XIX nos legaron a través de la retratística un inmenso friso iconográfico de la sociedad decimonónica argentina, los escasos fotógrafos que se atrevieron a traspasar el umbral del atelier para capturar vistas urbanas y rurales, tipos y costumbres populares, registros antropológicos y conflictos militares, pueden ser considerados con justicia como historiadores visuales de nuestro ayer. […]

Buenos Aires concentró la mayor parte de estas iniciativas pioneras, como es el caso del aficionado Jaime Arrufó, cuyas fotografías de la ciudad y la provincia de Buenos Aires se consideran perdidas. Sin embargo, se conservan los trabajos de Edmond Lebeaud, Adolfo Alexander, Rafael Castro y Ordoñez, Christiano Junior, Carlos Feltscher o Chute y Brooks, producciones que corresponden al período 1850-1870. También los de Gonnet y Panunzi, cuyos registros incluyen las primeras fotografías de gauchos e indios de la campaña bonaerense. […]

Con el avance de la impresión fotomecánica, en 1897, el Correo Argentino puso en circulación las primeras tarjetas postales, con vistas fotográficas proporcionadas por la Sociedad Fotográfica Argentina de Aficionados (SFAA). En 1898, se fundó la revista Caras y Caretas, en la cual la fotografía tendría un papel relevante, en especial por su red de corresponsales gráficos en todas las provincias. Además, se afianzaron los grandes proveedores de insumos fotográficos, como Gregorio Ortuños, Casa Lepage o Rossi y Lavarello. Estas casas, todas de Buenos Aires, distribuían material europeo y norteamericano para profesionales y aficionados por igual. Apareció una preocupación por la perdurabilidad de la imagen y se pusieron de moda la porcelana fotográfica y los platinotipos. Finalmente, hacia el cambio de siglo y luego de seis décadas de desarrollo sostenido, la fotografía ya formaba parte de la vida cotidiana de los argentinos.

En las próximas páginas se ofrece un recorrido a lo largo de este singular período de la fotografía en Argentina a través de una antología de crónicas y ensayos. Se trata, pues, de algunos de los textos más significativos de mi trabajo como investigador histórico fotográfico en los últimos treinta años. […] Todos ellos fueron editados y readaptados especialmente para esta ocasión.

Organizado en tres capítulos temáticos, este libro atraviesa la inicial etapa del daguerrotipo y la posterior expansión de los fotógrafos en nuestro territorio a través del proceso positivo-negativo, incluyendo, en algunos casos, la producción de álbumes fotográficos y el boom de las tarjetas postales. El primer capítulo está dedicado a los estudios de fotografía asentados principalmente en Buenos Aires, pero también en otras localidades del país. Son textos biográficos que reconstruyen parte de la historia de estas firmas, sus momentos de mayor auge, las alianzas comerciales y sus características más pronunciadas. El capítulo siguiente reúne ensayos sobre la historia de la fotografía en diferentes ciudades o pueblos que, por razones varias a lo largo de mi labor como investigador, he tenido la oportunidad de visitar y acceder a sus archivos. De esta manera, se pudo trazar un panorama sobre el desarrollo del oficio fotográfico local a través del tiempo. Un tercer capítulo presenta escritos sobre la relación entre fotografía y distintos grupos sociales, como la representación del gaucho en los primeros daguerrotipos y albúminas, o la expansión de los estudios fotográficos a través de los inmigrantes italianos.

Por último, no quería dejar afuera dos investigaciones de importante valor histórico […]: un texto sobre los primeros daguerrotipos eróticos en el Río de la Plata y otro sobre el desarrollo de la fotografía estereoscópica en Argentina.

Debemos destacar que los estudios sobre la historia de nuestra fotografía han avanzado de manera enérgica en el último tiempo. Cuando iniciamos esta tarea, hacia el año 1985, a través del Centro de Investigaciones sobre Fotografía Antigua en la Argentina (CIFAA) primero, y con los Congresos de Historia de la Fotografía en la Argentina, después, la conciencia sobre la importancia histórica de las fotografías era prácticamente inexistente en nuestra sociedad. Y, aunque hemos dado pasos decisivos en este aspecto, todavía tenemos que lamentar pérdidas irrecuperables. En tal sentido, este libro apunta a seguir promoviendo la investigación y la puesta en valor de aquellas imágenes, la mayoría de las cuales se conservan en los hogares de muchas familias argentinas. Es por eso que, a más de ciento cincuenta años de la llegada del daguerrotipo a nuestro país, seguimos insistiendo con el mismo lema: ¡no destruya sus fotografías antiguas, pertenecen al patrimonio cultural de nuestra Nación!

* Investigador, coleccionista y conservador de fondos fotográficos (Buenos Aires, 1943), descendiente del daguerrotipista y fotógrafo alemán Adolfo Alexander. Fragmento editado de la introducción de su reciente libro Estos débiles papeles son más fuertes que los ladrillos (Arte por arte, 2021), con prólogo de Laura Malosetti Costa.