Todo se presenta enrevesado y repentino en la vida de Ignacio (Esteban Menis). La docencia, la arquitectura, un viaje más o menos previsto a Chile, saber que será padre. ¿Qué hacer? ¿Viajar? ¿Justo ahora? ¿Y adónde? A una jornada académica, en Valparaíso, pero sin demasiadas precisiones. Bastante extraño todo, pero tampoco tan raro. O tal vez sí. Apenas algunas de las situaciones que propone De la noche a la mañana, la notable película que dirige Manuel Ferrari y que está disponible en Claro y Amazon Prime.

“Tengo una hija de 5 años, y cuando empecé a escribir el guion no estaba en mis planes ser padre. Es algo que fue acompañando la escritura, y sumó muchos elementos, sensaciones y vivencias. Fue así que María Elena Walsh entró en mi vida de vuelta y me encontré con ‘la polilla come lana’ (que se escucha en un momento puntual de la película). De alguna manera, uno puede pensar dos cosas: en ese eterno niño que es el protagonista, temeroso, como queriendo que otros resuelvan algunas cosas por él, dejándose llevar por lo que otros le dicen; mientras a la vez se puede anticipar su próxima etapa como padre. Para mí es importante que quedara en esa etapa de indecisión”, señala Ferrari a Rosario/12.

-Es destacable la tarea del actor Esteban Menis, supo cómo comunicar esta sensación.

-Para mí fue un mérito enorme su aporte, porque si bien yo había hecho ficciones, nunca hice una película tan centrada en un personaje desde su mundo interior y su relación con los elementos cotidianos que lo revolucionan, como posiblemente ser padre. Esteban estudió cine y para mí eso era clave para poder tener un diálogo con él que trascendiera las meras indicaciones de un director a un actor. Además, él es padre, y en las cosas que hace como realizador y protagonista, trabaja un humor más paródico, donde reflexiona sobre su condición un poco neurótica, mezclado también con el temor y las situaciones límite de la vida cotidiana, cuando uno es consciente de lo extraño y absurdo de la existencia que tenemos. Lo fuimos componiendo juntos, pero él le agregó el tono exacto. No hubo estrictamente actuaciones de humor pero al mismo tiempo tampoco patetismo. Es decir, no quise alejarme mucho del personaje, no quería que fuese una película fría, como si lo estuviese mirando desde afuera. Fue un equilibrio difícil.

-Se me ocurre un paralelo con tu largometraje anterior –Cómo estar muerto/Como estar muerto (2008)–; allí destaca la mirada de alguien que no es de Buenos Aires sobre la ciudad y particularmente la zona céntrica; y en De la noche a la mañana sucede otro tanto con Valparaíso.

-Soy platense, pero cuando empecé a estudiar en Buenos Aires me instalé en la ciudad. De todos modos, todavía hay algo que conservo de cuando filmé Cómo estar muerto/Como estar muerto, sobre esa zona que es la Avenida Corrientes, desde la 9 de Julio hasta Callao y todo lo aledaño. Me provoca una fascinación absoluta y a la vez mucha intriga, al ver lo que ya no es más, los restos y la convivencia de todos esos mundos, con la sala Lugones por un lado, las librerías por el otro. Hoy en día poco ha quedado. Perderse en ese espacio es un poco lo que pasaba en esa película, y en De la noche a la mañana hay algo en común. No quería una mirada turística ni embelesada con lo mucho que tiene Valparaíso, por eso fue importante incorporar a Rodrigo Muñoz Gálvez –uno de los tres guionistas–, que es chileno y aportó creativamente a la película. Su mirada me fue llevando a ciertos espacios de la ciudad. Y al momento de filmar, me pareció fundamental que gran parte del equipo, sino casi todos, fueran chilenos y puntualmente de Valparaíso. Perderse en este viaje está muy relacionado con Cómo estar muerto, además, la empecé a escribir hace tanto que el protagonista se llama igual. Hay una continuidad que olvidé, pero quedó dando vueltas.

-En la escena junto a Alejandro Goic hay algo, te diría, mefistofélico, en relación a la oportunidad que Esteban tiene de acceder a una tentación extraordinaria pero irreversible.

-Hay algo de esa figura que viene como de otro mundo. Decididamente, a mí me encanta lo que hizo Goic, y creativamente propuso algo que fue genial. “Tengo que creer que él es mi hijo”, me dijo; eso no estaba pensado así en el guion y me pareció bárbaro, porque justifica ese disparate que le propone, le da un verosímil mayor. Con esa escena en el restaurante, se me generaron muchas dudas, porque parece de otra película. Como está filmada un poco distinto que el resto, eso le da más peso a ese delirio de la actuación. Además, Goic es así, es un tipo que te pasa por arriba; y si bien yo lo motivé, él es alguien que se motiva solo (risas), y ayudó a que eso fluyera así, sobre la marcha.

-Finalmente, en De la noche a la mañana hay algo de estar del otro lado del espejo, con la cordillera como un umbral entre dos mundos.

-Que se pueda pensar en estar más allá del realismo, es algo que quería muy delicadamente estuviera dando vueltas. Y por otro lado, hay algo medio odioso en la actitud del personaje, y a veces me daba miedo que no dejara rasgos de empatía. No quería que solamente fuera un inseguro, sino que despertara también cierta ternura.