PáginaI12 en Gran Bretaña
El acuerdo del G7 sobre el impuesto mínimo para las multinacionales anunciado este sábado no es histórico, no es suficiente y beneficiará en el mejor de los casos a los países desarrollados. Este es el lapidario veredicto de las organizaciones no gubernamentales que buscan una reforma del sistema fiscal internacional, que no se limite a reacomodar las fichas de los países ricos en detrimento del resto del planeta.
Los líderes del G7 se congratularon en el comunicado emitido el fin de semana sobre un acuerdo “histórico”. En realidad, el extenso comunicado del club de los países ricos le dedicó apenas 150 palabras a un bosquejo de propuesta para reformar un sistema fiscal internacional que la Tax Justice Network (TJN) ha calificado de “disfuncional”. Los titulares de todo el mundo le dieron gran espacio al “histórico” mínimo imponible corporativo del 15 por ciento que propuso el G7 y naufragaron a la hora de explicar las zonas ambiguas y nebulosas del texto.
El comunicado habla de un impuesto mínimo para las “multinacionales más grandes y con más ganancias”. En la práctica esto significa que el universo de corporaciones alcanzada por el acuerdo es diminuto en comparación con los responsables de los 240 mil millones (cifra parcial calculada por TJN) de dólares de recaudación fiscal que se pierden cada año por la canaleta de las guaridas fiscales.
La Independent Commission for the Reform of Intrernational Corporation Taxation, ICRICT, que nuclea a economistas del calibre de Joseph Stiglitz, Gabriel Zucman y Thomas Picketty, señaló que la propuesta del G7 no corrige las profundas falencias del actual sistema. “Si se hubiera alcanzado un acuerdo histórico, los beneficios globales de todas las multinacionales se habrían gravado en función de sus actividades reales en cada país, es decir, repartiendo los beneficios globales de las multinacionales entre los países en función de los factores clave que generan beneficios: el empleo, las ventas y los activos. También habríamos asistido a la introducción de un ambicioso impuesto mínimo global del 25 por ciento sobre las multinacionales poniendo fin a la perjudicial competencia fiscal entre países y reduciendo el incentivo de las multinacionales para trasladar sus beneficios a los paraísos fiscales”, indicó ICRICT en un comunicado.
La organización humanitaria Oxfam ironizó sobre la hiperbólica retórica del G7. “Es absurdo que el G7 asegure que está reorganizando el sistema fiscal internacional cuando la tasa impositiva mínima para las multinacionales se acerca a las que impulsan paraísos fiscales como Irlanda, Suiza y Singapur. El G7 tuvo la oportunidad de ayudar a los contribuyentes y en vez de hacerlo, ayudó a las guaridas fiscales”, criticó Annie Thériault de Oxfam.
En este curioso mundo actual Estados Unidos está impulsando la variante más progresista del debate y la Unión Europea, partida en la mitad por el peso de paraísos fiscales como Holanda o la República de Irlanda, la más retardataria. "Es crucial que los principales países europeos asuman un compromiso más ambicioso como está haciendo Estados Unidos. Un impuesto mínimo del 21 por ciento como el que propuso Estados Unidos garantizaría que la gran mayoría de los beneficios empresariales del mundo contribuyan a proporcionar los ingresos que necesitamos desesperadamente mientras salimos de la pandemia", señaló Stiglitz.
El comunicado del G7 deja un resquicio al hablar de un mínimo global de "al menos" un 15 por ciento, es decir, un piso, no un techo. El ministro de finanzas de Francia, Bruno Le Maire, se mostró confiado en que esta tasa mínima se podrá elevar. "Es un punto de partida. En los próximos meses lucharemos para asegurar que esta tasa mínima sea lo más elevada posible", indicó Le Maire.
América Latina
Las ONG reconocen que hay un cambio de la narrativa sobre el tema fiscal con un intento de reformar la normativa global, pero subrayan que el mensaje del G7 sirve –en el mejor de los casos– para los países desarrollados. “Es un cambio global en las normativas pero solo beneficia a los países más desarrollados, o sea a los del G7 y quizá a algunos del G20, el resto de países solo recibirá una minúscula parte”, señaló a PáginaI12 Luis Moreno, coordinador de Justicia Fiscal de la Red Latinoamericana por Justicia Económica y Social (Latindadd) – Latindadd.
Alex Cobham, director de la organización que ha liderado la lucha contra los paraísos fiscales a nivel mundial, la Tax Justice Network (TJN), rescata la apertura del debate público en esta lucha para una reforma global impositiva. “Es un paso adelante porque por primera vez los países del G7 se comprometen a una tasa mínima. Son solo palabras por el momento, pero importa políticamente no tanto por el detalle como por el cambio de narrativa respecto al tema impositivo internacional. El tema es que este cambio, si se aprueba así como está, será el cambio más importante en los últimos 100 años, pero creará un sistema más desigual a nivel planetario. Los países ricos se llevarán la mayor parte del pastel”, señaló a este diario el director de TJN Alex Cobham.
Cobham da un ejemplo de aplicación de las reglas actuales con el marco del G7. “Supongamos que una empresa como Danone factura mil millones de dólares en Brasil, pero paga cero impuestos porque transfiere sus ganancias a Bermudas. En principio con el cambio de reglas propuesto, ese adicional que se recaudaría con el impuesto mínimo, no iría a Brasil sino a Francia porque la casa matriz se encuentra allí. Decir que esto es equitativo es una broma, pero es lo que pasa cuando los que están sentados a la mesa son los países ricos. El país que no está sentado en la mesa, forma parte del menú”, explica el director de TJN.
En julio se reúne el G20 en Venecia, próximo gran paso en esta batalla por redefinir las reglas impositivas globales. La expectativa de las ONG es que en el marco más amplio del G20, con la necesidad de presentar propuestas detalladas, los países en desarrollo puedan incidir más en los debates. “Es imprescindible que países como India y Argentina se coloquen a la cabeza de este debate para que el mundo en desarrollo no quede desplazado de este nuevo impulso para cambiar las reglas impositivas globales”, señaló a PaginaI12 Cobham.