Fabio Banegas cuenta que una vez, mientras se preparaba para comenzar una de sus primeras lecciones con José Antonio Bottiroli, en Rosario, a mediados de los ’80, lo escuchó tocar en el piano una pieza que lo impresionó. "¿De quién es esta obra, maestro?", preguntó el discípulo. "Mía", respondió el maestro. Aquel asombro despertó en Banegas un compromiso que atravesó su vida musical y que, tras varios años de trabajo e investigación, culminó con la edición de la música para piano de Bottiroli. El año pasado, el sello Naxos publicó en la colección Grand Piano el primer disco, que incluyó los valses, y en estos días salió el segundo, con los nocturnos.
“Desde aquella iniciación se fueron dando períodos sucesivos, intercalados con distintos proyectos de mi vida musical, pero siempre volvía a Bottiroli”, explica Banegas desde Estados Unidos, donde está radicado. Pianista, compositor, director y poeta, Bottiroli fue una de las figuras destacadas de la música rosarina de su tiempo. Además de una abundante obra de música de cámara y sinfónica, es el creador de “Belgrano Marcha-Canción”, que nació como tema oficial del Monumento a la Bandera y más tarde se incorporó al repertorio escolar y al de las bandas militares.
Banegas comenzó sus estudios de piano con Bottiroli y estudió su música con él mismo hasta la muerte de su maestro, en 1990. Más tarde, tras graduarse en la Universidad de Rosario, se radicó en Los Ángeles, desde donde desarrolla proyectos con músicos de diferentes partes del mundo. “En mis exámenes en la universidad siempre tocaba la música de Bottiroli, que más tarde estrené en recitales, primero en Argentina y luego en Estados Unidos”, recuerda Banegas. En 2011 el pianista rosarino recibió los manuscritos de Bottiroli y comenzó la fase de compilación y creación de un catálogo cronológico a partir de un legado de 115 obras: 73 para piano, 12 sinfónicas, 23 de música de cámara y 8 obras corales, además de 84 poemas.
“Entre los ‘60 y los ‘70 Bottiroli escribió gran parte de su producción poética, paralelamente a su producción musical. Durante esa época mantuvo relación epistolar poética con otros artistas, que firmaba con el seudónimo Anastasio el Pavo y en 1967 su discurso por el cincuentenario de la Escuela Normal de Maestros Nº3, de la que fue director, fue un poema que luego se publicó en el diario La Capital”, comenta Banegas.
“La relación entre música y poesía la desarrolló con lo que llamó ‘Réplica’, un género creado por él, en el que a un poema de su autoría lo seguía, como respuesta, una obra para piano”, agrega el pianista. El volumen recientemente publicado incluye las cinco “réplicas” que compuso Bottiroli, con los poemas recitados por el actor de cine y teatro George Takei, célebre por su participación en Viaje a las estrellas, donde era Hikaru Sulu, el piloto de la nave Enterprise.
La aparición de Diego Orellana, un musicólogo argentino radicado en Bélgica, fue para Banegas un momento de inflexión de su trabajo. “Fue una gran suerte dar con él, porque desde hace tiempo realiza una tarea titánica por la edición y publicación de la música académica argentina inédita. Por su iniciativa, en 2017 la editorial belga Golden River Music publicó las partituras de las obras completas para piano de Bottiroli en dos volúmenes y también acaba de publicar, en este caso con EuPrint, otra editorial europea, una de las doce obras sinfónicas de Bottiroli, el Poema Breve. Diego también fue quien presentó en 2019 el proyecto de grabación de la obra integral para piano de Bottiroli a Naxos, que sin dudas en la mejor conclusión posible para este camino que comenzó en mi adolescencia”.
-¿Qué influencia destacarías en la música de Bottiroli, en particular en este segundo volumen está dedicado a los Nocturnos?
-Era un compositor con un sonido propio, el resultado de una fusión espontánea entre el post romanticismo, el impresionismo y el expresionismo. Así como se pueden escuchar en estos nocturnos obras puramente impresionistas, también se aprecian giros repentinos de estilos y contrastes extremos en una misma composición. Su uso de la disonancia es para marcar tensión emocional. Por estas particularidades de su estilo, diría que su carácter es sustancialmente romántico.
-¿Cómo colocarías a Bottiroli en el contexto de la música argentina de su época?
-Bottiroli representaba a las últimas generaciones de compositores argentinos influidos por el post romanticismo de fines del siglo XIX y el impresionismo. Dentro de este contexto, salvo en unas pocas obras tempranas, no abordó ni el nacionalismo ni el folklore. Bottiroli fue alumno de José De Nito, uno de los impulsores de la música académica en Rosario, que a su vez había sido alumno de Giuseppe Martucci (1856-1909) en el Conservatorio real de Nápoles. Con este linaje, Bottiroli compuso su obra durante el surgimiento de los movimientos modernistas del siglo XX, durante una acelerada proliferación de “ismos” a los que no adhirió. Para él la creación fue un espacio personal.
-¿Notás que hay un cierto interés del mercado por música que hasta ahora permaneció inédita?
-Veo que hay un creciente interés por lo inédito, por los descubrimientos y por lo olvidado. No sólo por el público y los intérpretes, también por los sellos discográficos, editoriales de música y en la programación de organismos musicales y serie de conciertos. En mi caso, además de la grabación de la obra pianística de Bottiroli, estoy en el proyecto de grabación, también para Naxos, de cuatro conciertos para diversos solistas del compositor Eduardo Grau (Barcelona 1919-Buenos Aires, 2006), con la dirección artística de Francisco Varela. Aunque todavía se nota una mayoría de intérpretes que apuestan por el repertorio standard en respuesta a un público más conservador, se nota un deseo creciente de los intérpretes de salirse de lo trillado para interpretar obra desconocida. El advenimiento de internet y las redes sociales han creado la plataforma para el desarrollo de iniciativas nuevas.