El sol asoma sobre las sierras cordobesas que reciben la primera especial de la segunda jornada del Rally de la Argentina 2017, quinta competencia del calendario de la WRC, dispuesta entre San Agustín y Villa General Belgrano. El rocío se evapora lentamente, también amanece el público que pasó la noche en el lugar durmiendo en carpas, casillas rodantes y hasta en sus propios autos. El humo de los fogones anticipa el frío de las primeras horas de la mañana. Los fanáticos del Rally se juntan alrededor del fuego para sacarse el frío. Hablan, gritan, se ríen, secuelas de una larga noche.
Todavía falta una hora para que comiencen a pasar las modernas máquinas del WRC y del resto de las categorías, que luego van a acelerar y a derrapar sobre los caminos de tierra, recibiendo el aliento de los miles de espectadores ubicados a la vera del camino, detrás de las vallas y las cintas amarillas y rojas que la policía cordobesa cuida con celo. Las reglas están claras. Sobre todo después de la tarjeta amarilla que el Rally de la Argentina recibió en 2015 de la FIA, como consecuencia del accidente de Paddon –ganador de la edición 2016– cuando se pasó de largo en Capilla del Monte y atropelló a un grupo de espectadores ubicados en lugares prohibidos. Ya el año pasado, los cambios en la seguridad le valieron a la organización el reconocimiento de la FIA. Los esfuerzos, dicen las autoridades del evento, “están puestos en repetir lo hecho el año pasado”.
Los autos entretienen al público, que festeja con gritos y agitando banderas. El sol calienta la tierra sobre un cielo sin nubes. Uno de los autos del Rally del campeonato nacional, entra mal en una curva de 90 grados y se queda trabado entre el camino y la banquina. Todos corren para ver si se trata o no de un accidente. Miran, comentan, critican y preguntan. No fue nada. El piloto y su navegante, se bajan y recuperan la máquina, luego esperan que pase el auto que partió detrás y continúan su marcha. Perdieron tiempo precioso. Cosas que pasan.
La noticia llega por radio. En el Rally Mundial, el piloto norirlandés Kris Meeke (Citroën) sufre un vuelco espectacular y debe abandonar en la tercera prueba especial. También debe abandonar su compatriota y compañero de equipo Craig Breen, en la cuarta especial por problemas en su caja de cambios. Los fanáticos siguen las novedades e informan a sus ocasionales vecinos.
“Para nosotros venir al rally es algo fenomenal. Venimos todos los años con mis hijos”, cuenta Antonio, un cordobés de 63 años desocupado pero “a punto” de jubilarse que dice ser hinchar por el francés Ogier. “Para mí esto es una pasión. Hicimos con mi hija 350 kilómetros para llegar”, cuenta Rubén, un herrero santafesino de 65 años que lleva orgulloso una gorra de Estudiantes de La Plata”. Pasaron unos minutos de las 15, el piloto Jari Matti-Latvala (Toyota Yaris) tras un sinuoso que terminaba en una recta larga tiene una entrada espectacular que festejan los espectadores. “Vamos Latvala, vamos! Ahí va el mío!”, exclama Rubén antes que la nube de tierra que levantó la moderna máquina del finlandés lo cubra por completo. Los autos pasan cerca de la gente, aceleran a rabiar y toda esa adrenalina del piloto se les pega a los espectadores. Así lo viven.
Las tribus vienen desde distintas ciudades del país, y también de los limítrofes Paraguay y Uruguay. Unas familias de Unquillo esperan por David Nalbandian, quien despunta el vicio en el Rally Argentino, que aquí en Córdoba celebra su segunda competencia del año. Pero el motor del Chevrolet Agile del ex tenista se rompe a tan solo 500 metros de la partida y su hinchada se queda con las ganas.
“Para este año estimamos una concurrencia de 200 mil personas”, calcula el secretario de Turismo de la Nación, Alejandro Lastra. El rally es una fiesta popular. Un grupo de muchachos observa la acción sentados sobre el techo de una camioneta utilitaria. Hay mujeres, chicos, familias enteras apostadas detrás de los alambrados de un campito y se ven otros grupos a la vera del camino de polvo que marcan los autos en su trepada sobre las sierras cordobesas.
El automovilismo es una pasión en la Argentina. El popular ex piloto de TC 2000 y Turismo Carretera, Osvaldo “Cocho” López, lo sintetiza así en diálogo con Página 12: “En la argentina el automovilismo es una tradición. Como el mate y el asado. La gente viene a través de sus abuelos, a través de sus padres y se van pasando la pasión por la velocidad. Es una cuestión de historia y de cultura. La gente se sacrifica por venir a ver las carreras, que disfruta gritando, saltando y se va, creo yo, con la ilusión como si hubiesen manejado ellos”.
Dominio de los Ford
La jornada de ayer, antes de la novena especial, tenía como líder del Rally Mundial al británico Elfyn Evans (Ford Fiesta, M-Sport) con un tiempo de 1h20m04s1/10; seguido por el noruego Mads Ostberg (Ford Fiesta, OneBetJipoCar) +52s8/10; el belga Thierry Neuville (Hyundai i20 coupe) +1m02s6/10; el frances Sebastien Ogier (Ford Fiesta M-S Sport) +1m07s2/10 y el estonio Ott Tanak (Ford Fiesta M-Sport) +1m09s1/10. Mientras que en el Rally Argentino, primero estaba el Preto (navegado por Marcelo Der Ohannesian) con un tiempo de 49m28s3/10; seguido por el bonaerense Nicolás Díaz (Fiesta) a 2m27s2/10; y el cordobés Marcos Ligato (Agile) a 2m31s2/10.