El papa Francisco condenó ayer “el cáncer de la guerra” durante su primera visita a Egipto  para promover la paz y el diálogo con el islam, tras una serie de atentados contra la comunidad cristiana que  tuvieron lugar en ese país.

Al mismo tiempo que convocó al islam a “caminar juntos” para rechazar la violencia perpetrada en nombre de Dios, el Papa pidió a las religiones poner en práctica el imperativo “no matarás” y destacó la incompatibilidad entre creer y odiar. Además, destacó el “rol insustituible” del país africano en Medio Oriente, al tiempo que, frente al presidente Abdel Fatah Al Sisi, cuestionado por organizaciones de defensa de los Derechos Humanos, pidió a las autoridades locales respeto incondicionado de esos derechos. “En el campo del diálogo, especialmente interreligioso, estamos llamados a caminar juntos con la convicción de que el futuro de todos depende también del encuentro entre religiones y culturas”, fue el llamado del Obispo de Roma durante su intervención en una Conferencia Internacional sobre la Paz organizada por la Universidad Al-Azhar, la mayor institución del islam sunnita.

“Es esencial no escatimar esfuerzos en la eliminación de situaciones de pobreza y explotación, en las que el extremismo se arraiga más fácilmente, y en el bloqueo a la provisión de fondos y armas destinados a aquellos que provocan la violencia”, afirmó el pontífice. “Hay que terminar con la proliferación de armas. Si se producen y se venden, tarde o temprano serán usadas”, dijo. “Desde aquí repetimos todos juntos un claro ‘no’ a cualquier forma de violencia, venganza y odio en nombre de la religión o en nombre de Dios”, dijo el papa en la conferencia.

Antes de su discurso, el pontífice se reunió durante 20 minutos a solas con el Imán de la casa de estudios que representa a más de 1.200 millones de musulmanes moderados, Ahmed El-tayeb, quien lo había visitado el año pasado en el Vaticano. El sunnismo es la forma más extendida del islam, con casi 90 por ciento de fieles. La otra, el chiísmo, abarca el resto. En ese marco, tras recorrer la capital en un auto sin blindar, acompañado por cientos de agentes de civil y uniforme que custodiaron su paso desde las terrazas de El Cairo, remarcó: “Quien es diferente a mí, cultural o religiosamente, no debe ser visto y tratado como un enemigo”.

Tras llamar “hermano” a El-Tayeb y compartir juntos un minuto de silencio por las víctimas de la violencia extremista, Francisco convocó al Islam para edificar un futuro juntos entre cristianos y musulmanes. “Hoy la religión no es un problema sino parte de la solución”, sostuvo en un país de mayoría netamente musulmana, con un 10 por ciento de cristianos copto-ortodoxos y poco más de un 0.3 por ciento de católicos, para los que tras un día con eje en lo ecuménico e interreligioso, Francisco encabezará hoy una misa en el estadio Air Defence de las afueras de la capital.

Tras recordar el mandato bíblico del “no matarás”, Francisco aseveró: “Siempre, pero sobre todo ahora, todas las religiones están llamadas a poner en práctica este imperativo, ya que es indispensable excluir cualquier absolutización que justifique cualquier forma de violencia. La violencia, de hecho, es la negación de toda auténtica religiosidad”, sentenció. “Como líderes religiosos estamos llamados a desenmascarar la violencia que se disfraza de supuesta sacralidad”, convocó, frente a un auditorio repleto de representantes de distintos credos, entre ellos El-tayeb, el Patriarca Ecuménico de Constantinopla, Bartolomé I y también el Papa copto-ortodoxo Teodoro II, con quien luego reforzó el “camino común” entre ambas Iglesias.

Tras visitar Al-Azhar y antes de llevar su consuelo al Papa copto ortodoxo Teodoro II por las víctimas de los atentados que dejaron 29 muertos en diciembre pasado y 46 a inicios de abril en sendas iglesias cristianas, Francisco reivindicó ante las autoridades locales el rol del país como garante de paz en la región. “Egipto, a causa de su historia y de su concreta posición geográfica, ocupa un rol insustituible en Oriente Medio y en el contexto de los países que buscan soluciones a esos problemas difíciles y complejos, que han de ser afrontados ahora para evitar que deriven en una violencia aún más grave”, aseguró al dirigirse a las autoridades locales.

Para el Papa, “Egipto tiene una tarea particular: reforzar y consolidar también la paz regional, a pesar de que haya sido herido en su propio suelo por una violencia ciega”. Si bien planteó que la paz, prosperidad y desarrollo merecen cada sacrificio, Francisco pidió sobre todo, respeto incondicionado a los derechos inalienables del hombre, como la igualdad entre todos los ciudadanos, la libertad religiosa y de expresión, sin distinción alguna. “Egipto, que en tiempos de José salvó a otros pueblos del hambre, está llamado también hoy a salvar a esta querida región del hambre de amor y de fraternidad”, destacó y animó al país a condenar y a derrotar todo tipo de violencia y de terrorismo.