Desde Lima.
Todavía no hay un resultado oficial, pero la tendencia del conteo de votos favorece a Pedro Castillo, el profesor rural que ha sido la sorpresa en estas elecciones. La victoria del candidato de la izquierda no se puede asegurar con absoluta certeza por lo estrecha de la diferencia con su rival, pero a estas alturas, con el 98 por ciento de los votos ya contados, parece casi segura. Con su tercera derrota a la vista, la derechista Keiko Fujimori comenzó a hablar, sin presentar pruebas serias, de fraude. Era previsible. En las elecciones de 2016, cuando perdió por muy poco, no reconoció su derrota. Sin ninguna evidencia dijo que le habían robado esa elección. Sus denuncias quedaron como una pataleta de perdedora. Ahora se repite la historia.
Los números
Los números del conteo explican la reacción fujimorista. Con el 98% de las actas electorales ya contabilizadas, Castillo mantiene una ventaja mínima: 50,25 contra 49,75 por ciento. En votos esta diferencia significa más de 80 mil, de un total de más de 18 millones ya contados. Durante el martes, a medida que llegaban los votos del exterior, Keiko reducía en algo la diferencia que en un momento bordeó los 100 mil votos. En la derecha se entusiasmaron cuando esa distancia bajó en un momento a menos de 50 mil votos y la tendencia indicaba que seguiría descendiendo con los votos del exterior, pero después entraron votos rezagados de las zonas rurales y la diferencia se volvió a ampliar. Una distancia que parece irreversible, pero que la derecha se niega a aceptar. Las autoridades no pueden oficializar un ganador hasta terminar el cómputo.
Con el 60 por ciento de los votos del exterior ya computados, la candidata fujimorista obtenía dos tercios de esos votos. La derecha hacía cálculos de los votos del exterior, que los ilusionaba con la posibilidad de darle vuelta al resultado. Pero a medida que avanzaba el conteo los números no les daban. Se estima faltan contar unos 150 mil votos del extranjero, tal vez algo más. Con la tendencia de una ventaja de dos a uno de la derecha entre esos votantes, Keiko sacaría entre esos sufragios que todavía faltan computarse una ventaja de unos 50 mil votos, que no le alcanzarían para pasar los cerca de 100 mil que le lleva Castillo. Pero en el fujimorismo insisten en que pueden dar vuelta el resultado.
De los votos emitidos en el país, falta contar poco más del uno por ciento. Son de zonas rurales y poblaciones alejadas, demorados por la distancia entre las mesas de sufragio y los centros de cómputo y las dificultades del transporte. En su gran mayoría favorecen a Castillo. Se estima que los votos terminen de contarse, con los últimos llegados del exterior, entre este miércoles y el jueves. Pero el anuncio oficial del ganador podría demorar más días si los votos impugnados superan la diferencia que separa a los dos candidatos. Todos hacen cálculos, especulaciones de cómo se pueden mover los últimos números. Castillo respira más tranquilo. Keiko habla de fraude.
Keiko denuncia sin pruebas
Antes de estas elecciones, con las encuestas en contra del fujimorismo, el entorno mediático de Keiko había difundido informaciones falsas o malamente manipuladas para desacreditar a los organismos electorales.
Entre las imputaciones sin pruebas lanzadas por una Keiko que otra vez parece no poder aceptar su derrota, todavía no oficial pero que todo indica se confirmaría, se acusa al partido Perú Libre de Castillo de impugnar actas que los fujimoristas aseguran le dan más votos a su candidata. Los datos no respaldan esa acusación. Las actas observadas sumarían unos 300 mil votos, solo poco más del uno por ciento del total, una cantidad similar a otros procesos electorales, y no hay evidencia de que la mayor parte de los votos observados sean de Keiko. Esto quita piso a la versión fujimorista de una “excesiva” impugnación de votos en su contra. Y esos votos no se anulan, sino que pasan a revisión de las autoridades electorales, que si no encuentra razones de impugnación los integra al cómputo final.
Keiko también presentó algunos pocos casos de supuestas irregularidades en las mesas de sufragio, casos aislados, como algunas pocas papeletas que aseguró estaban marcadas previamente, pero que nunca llegaron al ánfora. Eso está en investigación, pero no ha afectado el proceso electoral.
El martes, con las declaraciones de Keiko que buscan ensuciar el proceso electoral circulando en todos los medios, seguidores fujimoristas protestaron frente al local de la Organización Nacional de procesos Electorales (ONPE), encargada del conteo de votos. “Fraude, fraude”, gritaban. Una mayoría venía de los barrios residenciales de la capital, que apoyaron mayoritariamente a la candidata de la derecha. Cerca, partidarios de Castillo también se manifestaban. Gritaban “no al fraude”, ante la posibilidad de perder en el último puñado de votos que faltan contar o en mesa. La policía separaba a los dos grupos.
Elecciones transparentes
Sin embargo,los observadores internacionales desestimaron las denuncias del fujimorismo. La misión de observadores de la Unión Interamericana de Organismos Electorales indicó que el proceso electoral "fue organizado de manera correcta y exitosa de acuerdo con los estándares nacionales e internacionales".
Iván Lanegra, secretario general de la Asociación Civil Transparencia de Perú, señaló que “un fraude implica un conjunto de acciones sistemáticas y generalizadas que afectan de manera significativa el resultado electoral. Tenemos más de 86 mil mesas de sufragio en el país y en el extranjero. Cinco casos, que tienen que ser debidamente investigados, no implican bajo ninguna circunstancia un indicio que nos permita usar la palabra fraude".
Los organismos electorales peruanos han ganado reputación de llevar adelante elecciones transparentes. El último caso de un fraude electoral se remonta al año 2000, y fue llevado a cabo por el fujimorismo. Fue el descarado fraude para la re-reelección de Alberto Fujimori. Un fraude denunciado por los observadores internacionales. Caído el régimen fujimorista siempre hubo elecciones limpias.
El día después
Después de lanzar la bomba del fraude, Keiko se encerró en el silencio. Pasó buena parte del martes en su local partidario. Castillo tampoco habló. También estuvo en el local de su partido, donde sostuvo reuniones con cercanos colaboradores.
Con un alza del dólar y una caída de la bolsa, el equipo de Castillo difundió un comunicado que busca tranquilizar los temores promovidos por la campaña de miedo que desarrolló la derecha en su contra. En ese comunicado aseguran que en su gobierno no habrá estatizaciones, expropiaciones, ni confiscación de ahorros, como la campaña de la derecha ha asegurado ocurrirá. Pero fueron más allá, y calificaron como positiva la gestión en estos últimos años ha tenido el Banco Central de Reserva que dirige la política monetaria, y aseguraron que respetarán su autonomía. También anunciaron que buscarán el diálogo con los empresarios. Y se reafirmaron en que habrá una reforma tributaria para que los que más tienen paguen más impuestos y que se renegociará con las grandes empresas que explotan los recursos naturales, como las mineras, para aumentar los tributos que pagan y recuperar la soberanía sobre los recursos naturales. También se destacó que se dará apoyo para las micro y pequeñas empresas y para la agricultura, y que sectores como salud y educación tendrán prioridad.
Fue un comunicado en tono de gobierno electo.