“A distancia hicimos una versión hogareña de ‘Milonga triste’ y ahí empezaron a descantar cuestiones que se venían cocinando”, cuenta Fran Borra sobre la hechura de Soltar, la tercera placa de Tangorra Orquesta Atípica, que vio la luz hace algunas semanas. El tercer disco del grupo de electrotango los encuentra con un sonido consolidado y en diálogo con los clásicos del género pero aportando nuevas composiciones al repertorio. “El mayor desafío estaba en lograr que la comunicación mailística supliera la magia que se da dentro de la sala de ensayo”, reflexiona el líder y letrista de la agrupación. Con todo y obstáculos, Borra asegura que terminaron trabajando de modo “muy orgánico” y que el aislamiento permitió “sacar a relucir los aportes particulares de cada uno”.

2019 había terminado muy arriba para el grupo. Giras internacionales, la organización de su Neolonga en el Club Atlético Fernández Fierro y muchos planes. "Las Neolongas en Europa son un espacio de experimentación para la danza donde confluyen un montón de músicas y bailes, algo que podría entenderse como un lugar más natural para nuestra música, pero la realidad es que nuestro público involucra tanto al del tango tradicional como el de la danza contemporánea o la electrónica”, plantea Borra.

Esa síntesis conceptual está muy presente en Soltar y en el sonido del grupo. Los rasgos electrónicos no están disimulados, pero tampoco opacan el resultado tanguero. Las síncopas a tierra plantan el sonido en un “aquí” marcadísimo que corre el sonido de lo que sucede en otros experimentos electrotangueros, con bases de 4x4 sin matices. Aquí el tango es tango, el vals es un vals y la milonga permite mover las patitas en la pista sin asomo de duda.

-Ultimamente se habla mucho de "soltar", ¿por qué lo eligieron como el eje conceptual del disco?

-En nuestro caso no representa ninguna frase marketinera ni slogan de autoayuda. Tiene que ver con un sinceramiento propio con los músicos que atravesamos este momento de Tangorra. Somos músicos con una formación muy académica y el tango tiene mucho más barrio. Durante estos 11 años ese diálogo entre lo académico y la milonga te van performando. Para este disco, que tiene la base del tango, tuvimos que dejar que confluyan y convivan naturalmente todas nuestras motivaciones, las músicas que traemos en nuestra vida. Eso implicaba despojarse de un montón de estructuras y formas para poder encarar estas nuevas producciones. La gran distancia entre los inicios del tango electrónico de comienzos del 2000, donde muchos productores asociaron esos beats con determinados samples o motivos del tango, poco tiene que ver con lo que Tangorra hoy expresa, que es retomar el tango, hacernos propios de ese movimiento musical y cultural y poder filtrar nuestra esencia. Entonces el coqueteo con la música electrónica es lateral. Es orgánico. No es que hay una línea electrónica y otra tanguera que confluyen. Eso es sencillo y poco duradero. Nuestra intención es plantearnos dentro y desde el tango soltar viejas estructuras para poder darle paso a nuevas músicas.

-¿Cómo se trabaja en esa confluencia?

-Cuando hago referencia al resultado orgánico del electrotango que nosotros representamos justamente quiero decir que en muchos trabajos se nota que por un lado hay una producción electrónica, que quizás antecede, y matices, juegos o figuras del tango puestas a conversar con esas bases. Creo que ese tipo de producciones no logran captar el alma del tango, sus matices o sutilezas. En nuestro caso la creación es conjunta, desde el momento que componemos, los arreglos de los instrumentos que quizás son más percusivos como el bajo o el piano, están pensados en sincronía con la parte rítmica. Entonces el resultado es completamente diferente a una canción que uno tiene acústica y la hace jugar sobre una base. Son dos procesos completamente diferentes.

-También hay diálogo entre tu poética (“Stop!”, “Tu sabes”, “Distante”, por ejemplo) y la de los clásicos que acompañan este disco (“Milonga triste”, “Baldosa floja”), todos tienen que ver con dejar una etapa atrás.¿Por qué te interesaba explorar esto?

-La poética me deja establecer un diálogo y una relación efímera con quien los escucha, pero al mismo tiempo, dando lugar a la libre interpretación. Poder establecer esa conexión con los clásicos es un granito de arena, seguir construyendo en ese camino con letras que reflejen lo que pasó en este momento. Quizás cuando alguien levante “Stop!” dentro de muchos años, pueda entender qué nos pasó y cómo pudimos procesar lo que estamos viviendo en este momento. Las letras son un escape, pero también una alusión a una realidad que va cambiando y nos supera todos los días.