Desde París
Un tufo violento y viciado circula por la democracia francesa en estos meses de campaña electoral para les elecciones regionales del 20 y 27 de junio a las que se suma la casi campaña con vistas a las elecciones presidenciales de 2022. El cachetazo que recibió el pasado sábado el presidente francés, Emmanuel Macron, en la comuna de Tain-l’Hermitage (Drome) por parte de un hombre fascinado por la Edad Media, adepto a la monarquía y asiduo seguidor de las cuentas de la extrema derecha en las redes sociales es el último y más visible episodio de una extensa sinfonía de agresiones, insultos, amenazas contra los y las dirigentes políticas, expresiones de contrastada islamofobia pronunciadas por pseudo periodistas y la aparición de negacionistas antisemitas en los medios. Todo ello sin que la justicia mueva un dedo para poner término al baile de disfraces.
El anterior punto culminante de este ópera vulgar fue un video lleno de violencia contras los electores del partido de izquierda Francia Insumisa dirigido por Jean-Luc-Melénchon. A ello se le cuela una no menos repugnante murga de alusiones racistas, antisemitas o rebosantes de islamofobia cuyos actores son, en general, candidatos del partido de extrema derecha dirigido por Marine Le Pen, Renovación Nacional. Los extremos de esa corriente están en plena acción sembrando lo que mejor saben hacer: miedo, confusión, odio, venganza. Algunos hasta hicieron de Francia un país al borde del golpe de Estado. Hace algunas semanas, un grupo de militares, en su gran mayoría jubilados y de extrema derecha, publicó dos manifiestos (semanario Valeurs Actuelles) en los que retrataban a Francia a las puertas de una guerra civil y sugerían la necesidad de un golpe de Estado. Aunque han ido desapareciendo, aún hay imanes radicales que, en YouTube, dan “cursos” sobre lo mal que hace escuchar música y bailar o lanzan diatribas contra Israel o la democracia.
Historial de agresiones a políticos
La bofetada del sábado parece mostrar que los límites no existen. Cuando Macron se acercó a saludar a un grupo de personas que se encontraban detrás de una valla, un hombre a quien el presidente daba la mano le dio un cachetazo mientras recitaba un eslogan monárquico: “Montjoie Saint-Denis, abajo la macronía” (“Montojoie Saint-Denis” es un grito de guerra de los monárquicos de la extrema derecha francesa). Ha habido otros incidentes en el pasado: en 2011, el expresidente Nicolas Sarkozy fue agredido en público, en 2017 un hombre le dio un cachetazo al ex primer ministro Manuel Valls, en 1962, a finales de la guerra de Argelia, el grupúsculo extremista, OAS, perpetró un atentado contra el general Charles de Gaulle y, más recientemente, el 14 de julio de 2002, Maxime Brunerie, un joven de 22 años, intentó disparar contra el presidente Jacques Chirac con un rifle calibre 22. La agresión contra Macron fue filmada por un cómplice y raídamente difundida en Twitter. Hasta hora, dos personas de 28 años, Damien T. y Arthur C. , han sido detenidas y en sus respectivos domicilios se encontraron armas y el brulote de Hitler Mein Kampf.
El incidente que involucró la semana pasada el líder de Francia Insumisa es un episodio de otra naturaleza. Se trata de una puesta en escena de una violencia jamás vista antes en Francia. Un youtuber de ultraderecha apodado Papacito (Ugo Gil Jiménez) publicó un video titulado ¿El izquierdismo es a prueba de balas?" en el cual dos hombres con ropa militar atacan con armas de fuego y cuchillos a un maniquí que simboliza a un militante del partido Francia Insumisa. El maniquí está vestido con una camiseta anaranjada donde lleva impresa la frase “soy comunista. Está decorado con una gorra con la hoz y el martillo y lleva una mochila con la figura del Che Guevara. La ejecución propiamente ducha dura 20 minutos y fue vista por 100 mil subscriptores. Pese a la exuberancia violenta del video, a Mélenchon se lo acusó de haber hecha pública la imagen para sacarse de encima (una suerte de contrafuego) el escándalo que armó el domingo cuando, en la radio, dijo que en los días anteriores a las elecciones de 2022 se produciría un “grave incidente o un asesinato” con el cual se señalaría a los musulmanes para “inventar así una guerra civil". El dirigente de Francia Insumisa fue acusado de propagar teorías conspiracionistas. Al día siguiente Mélenchon mostró el video de Papacito y anunció que, en lo personal, así como los miembros de su partido en general, presentarían una querella contra el autor. La justicia inició este miércoles 9 de junio una investigación preliminar.
Redes sociales, terreno de odios y rencores
Hay un mar de fondo turbulento en estos meses. Los extremos se confrontan con retóricas virulentas en los medios, los racistas abundan disfrazados de periodistas sin que nadie los mueva de la pantalla y sin que la justicia los sancione realmente, están los lobos solitarios islamistas con sus cuchillos al acecho, los patinazos raciales de los candidatos de la ultraderecha y la frustración de una parte de la opinión pública que vuelca su encono en las figuras que los representan. Todos los extremos, los delirios, los violentos, los radicales o los cobardes tienen, desde luego, su mejor modo de expresión en las redes sociales. Son, como en otras zonas del mundo, un infinito terreno para cosechar odios personales y rencores colectivos. La ejemplar democracia francesa está perdiendo la razón y el respeto por si misma y por el debate de ideas.