En 2014 se hizo público el calvario de una adolescente de 15 años detenida en diciembre de 1976 en Metán por las patotas represoras. La "guerrillerita", como la apodaron, fue secuestrada, violada reiteradamente y sometida a toda clase de humillaciones y maltrato. Eduardo del Carmen del Valle fue uno de sus violadores.
Esa es la catadura del represor que falleció por covid-19 el lunes último en la ciudad de Metán, donde aún vivía, y cumplía una sentencia de prisión perpetua que le impuso en 2014 el Tribunal Oral en lo Criminal Federal 1 de Salta. La condena fue por delitos de lesa humanidad de "privación ilegal de la libertad agravada, violación y corrupción de menor de edad agravada, tormentos agravados y homicidio agravado" cometidos en perjuicio de cuatro personas, entre ellas la niña que su patota de criminales mantuvo cautiva por un año, durante el cual quedó embarazada y dio a luz un varón. Luego la vendieron a un finquero de la zona.
Esa sentencia se dictó en la conocida como Causa Metán, pero Del Valle era investigado en otras ocho causas, por otros actos de terrorismo estatal durante las años en que fue dueño de la vida y el dolor de les habitantes del sur provincial.
En ese juicio se probó que Del Valle cumplía un rol fundamental en el aparato represivo de la última dictadura cívico militar. "Del Valle se muestra como la máxima expresión del estado represivo en el sur de la provincia, actuando ilegal y clandestinamente, en todas sus estructuras y niveles", describió el fiscal federal Carlos Amad en el requerimiento de elevación a juicio de la investigación por la desaparición del militante Víctor Alberto Iñigo.
En la figura de Del Valle se concentró "una triple superposición de funciones institucionales, todas ellas vinculadas a las necesidades operativas del aparato represivo del sur de la provincia de Salta", señaló el fiscal. Del Valle fue director de Tránsito municipal en Metán, paralelamente integraba la Policía de Salta y además revistaba en el área de inteligencia del Ejército.
Estuvo al frente de la Dirección de Tránsito metanense de 1973 a 1983, año en el que fue sometido a un sumario administrativo y fue exonerado: “por malversación de caudales públicos y privación ilegítima de la libertad".
Durante su gestión en este cargo la estructura del área de Tránsito de Metán funciónó como una red de espionaje que realizaba las tareas de inteligencia para los operativos del grupo de tareas Guardia del Monte que actuaba en el sur de la provincia y que el director integraba también.
Del Valle integró la planta de la Policía de la Provincia en dos períodos. Primero, entre 1960 y 1961, año en que fue exonerado, acusado por diversos ilícitos. Pero volvió en julio de 1977, cuando solicitó su reincorporación formal a la fuerza. Mediante el decreto N° 2167 del 8 de julio de 1977 fue designado oficial subayudante y tomó servicios en la Sección Informaciones Metán, lo que, en palabras del fiscal, "se corresponde con las tareas de inteligencia que venía realizando a través de la estructura de la Dirección de Tránsito".
Del Valle fue visto en allanamientos ilegales, en secuestros ilegales, en interrogatorios, realizando tareas previas de inteligencia, y también se lo señaló como la mano derecha del interventor municipal Valenti Figueroa.
El director de Tránsito solicitó su reincorporación a la Policía en una nota del 6 de enero de 1977, dirigida al comisario inspector Ernesto Antonio Alemán, que entonces era jefe de la Unidad Regional Sud. Le informaba que había pertenecido a la fuerza como oficial ayudante y fue dado de baja en 1969, mientras prestaba servicios en Aguaray y destaba que tenía disciplina militar, “por haber sido personal contratado en el arma de guerra (tres años) en el escalafón personal subalterno”.
El comisario Alemán elevó el pedido al jefe de Seguridad de la Policía, el comisario Joaquín Guil, múltiplemente condenado por terrorismo estatal. Alemán alabó al director de Tránsito: “es un eficiente colaborador en la información antisubversiva”.
El 17 de enero de 1977 los policías Rafael Perelló (otro condenado por delitos de lesa humanidad) y Justo Marciano Alemán le solicitaron a Ernesto Alemán que tuviera en cuenta el pedido de Del Valle. Para convencerlo, lo elogiaron en sus términos: “ha colaborado ampliamente en la lucha antisubversiva con nosotros, ya sea en la parte informativa como en la operativa”. Y agregaron: “asimismo estimamos que el actual cargo que desempeña el Sr. Del Valle en la Municipalidad local (Jefe de Tránsito), nos es sumamente útil, caso que fuera viable mantenerlo allá, o en su defecto haciéndose positivo su reingreso, se reintegre en la parte activa de la repartición”.
Tal como lo pidieron, Del Valle fue incorporado a la Policía y mantuvo también su cargo de director de Tránsito, a pesar de que esa doble función era incompatible. "El hecho de que durante casi 7 años Del Valle pudiera mantener ambos cargos muestra a las claras que sus funciones como policía se mantuvieron en secreto desde las más altas autoridades policiales y militares con el evidente objetivo de que el mismo actuara de modo clandestino, cumpliendo funciones policiales, desde la estructura de la Dirección de Tránsito", sostuvo el fiscal, para quien el director de Tránsito, policía y agente de inteligencia del Ejército "constituye el exponente más acabado del paso del estado a la clandestinidad, que pasó a asumir las funciones represivas ilegales como un estado terrorista".
"Dentro de la propia estructura del Ejército" Del Valle revistó como personal civil de inteligencia, dependiente del Batallón 601 de Inteligencia, con la función de “agente de reunión”. Si bien estas funciones se registran formalmente desde 1980, el propio Del Valle reconoció que colaboraba desde antes con el Ejército, "es decir de manera informal y por cierto ilegal y clandestina".
Genocida, torturador y violador
En las causas que se tramitan en los tribunales federales de Salta se suman los relatos del horror que provocaba este hombre, persiguiendo y sometiendo a sus prácticas crueles a quien quisiera, incluso a niñes.
Por eso no sorprende que ayer algunas de esas personas que lo sufrieron lo recordaran como lo que fue, un asesino despiadado. "El 07/2021 murió de covid-19 a los 80 años este genocida, torturador y violador, amparado en la impunidad de aquellos años donde se desempeñaba como director de tránsito en Metán, fue la mano derecha del entonces interventor de la dictadura, espía, buchón y entregador, personaje siniestro y asqueroso", lo recordó María Eva Sánchez, hermana del detenido desaparecido Mario Monasterio Sánchez.
"Hoy acaba de morir un hombre que nunca será remera ni bandera. Nadie puede alegrarse por la muerte de nadie aunque se trate de un hombre que se volvió chacal de hombres y mujeres que sí tenían las mejores banderas libertarias. En Metán puede decirse que el fue uno de los más serviles represores que sacaban desnudos y de noche a argentinos que militaban por un mundo mejor, hombres y mujeres del ERP, de Montoneros, justicialistas o cualquiera que se predisponía contra la dictadura. Del Valle torturó a Tuqui Velázquez y también participó en la muerte del Negro Toledo. Del Valle fue condenado por crímenes de lesa humanidad y se llevó a la tumba los grandes secretos de las violaciones de los derechos humanos en Metán. Porque él sabía quiénes ordenaban los secuestros y las muertes. Dónde los torturaban y, finalmente, dónde están los restos de más de 30 metanenses que aún nos faltan", memoró Carlos Holmquist, ex detenido por razones políticas.