El 24 de agosto en el Estadio Nacional de Tokio comenzará la decimosexta edición de los Juegos Paralímpicos que contará con 539 eventos de 22 deportes en 21 sedes. Serán trece días en los que los mejores tendrán la posibilidad de representar a nuestro país en trece disciplinas.
Argentina logró cinco medallas en los últimos Juegos Paralímpicos de Río 2016, de las cuales dos fueron obra de Hernán Barreto en 100 y 200 metros en la categoría T35 de atletas con parálisis cerebral. Por su parte, Antonella Ruiz Díaz, lanzadora de talla baja, cosechó la medalla de plata en bala y fue Campeona Parapanamericana en disco en Lima 2019, año en el que también fue Subcampeona mundial de bala en Dubai. Al día de hoy ambos hicieron las marcas necesarias para ser parte de la delegación nacional en Tokio. El sistema de clasificación, sin embargo, es distinto al olímpico. “Se hace una lista de todos los deportistas que cumplen con los tiempos y después se va desmenuzando de acuerdo al ranking y la posibilidad de obtener una medalla”, confirmó el oriundo de Zárate. El 6 de junio se cerrará la lista de seleccionados y recién el 23 de ese mismo mes los atletas tendrán la confirmación oficial.
Ruiz Díaz comentó que hizo deporte desde que tiene uso de razón. El comienzo de su historia en el alto rendimiento es muy particular: “Estaba estudiando el profesorado de Educación Física y me vio Gustavo Briozzo, mientras jugaba al básquet. Él trabajaba con Trinidad Coppola (atleta ciega que compite en salto en largo) y me contactó para acompañarla en 2017 a un torneo en Chaco. Acompañé a Trini hasta que terminó y en un momento me dijo: ´Ahora te toca competir a vos´. Yo estaba preparada para correr, pero sólo había lanzamientos en mi categoría. Aprendí a lanzar el mismo día que competí”.
La marca que logró en su primera competencia de bala fue de 6 metros. Ahora su récord es de 9,49 mts, lo que le valió el Subcampeonato Mundial en Dubai.
Pero no todo fue fácil para Ruiz Díaz: “En 2018 con mi familia juntamos plata para que pueda viajar a Brasil y un día antes me llamó mi entrenador para decirme que no me habían anotado. Tenía los pasajes en la mano. Me quedé con la valija armada y con todo lo que me había costado juntar la plata no quería entrenar más pero mi familia me insistió a seguir”.
Esta no es la primera vez que ocurren situaciones así dentro del deporte adaptado. También en el Mundial de Dubai en 2019, Brian Impellizzeri, quien era número 1 del mundo en salto en largo, tampoco pudo competir por no estar inscripto en el certamen. Hace pocas semanas Lucía Montenegro, atleta de la Federación Argentina de deporte sobre Silla de Ruedas (Fadesir), hizo un descargo en redes sociales debido a que no pudo competir en el Grand Prix de Nottwil: “Mi club y mi entrenador enviaron en tiempo y forma todo lo necesario para que yo pueda estar inscripta en este torneo y ya en Suiza me enteré de que el Comité Paralímpico Argentino (Copar), que no nos respondió al pedido de inscripción, envió un mail a las autoridades en el que me negaba la participación por problemas personales entre ambas partes”.
Página/12 se comunicó con Carlos Alberto Rodríguez, presidente del Copar, quien habló sobre el conflicto con la deportista: “Por respeto a todos los demás atletas paralímpicos tiene que cumplir con deberes y obligaciones como entrenar y concentrar con la delegación cada vez que se la convoca. Se le dieron oportunidades, pero tiene que respetar a las instituciones y a los que firman para que pueda tener una beca en Secretaría de Deportes y en el Enard”.
Barreto compitió en el Grand Prix de Nottwil, en el que logró un nuevo record americano y registro personal de 25:59 en 200 mts, y también se refirió al problema que tuvo Montenegro en ese torneo: “Como referente del deporte paralímpico sentía que tenía que estar al lado de ella y acompañarla. ¿Qué tenemos que ver nosotros con los problemas personales de cada profesor o presidente? Me pareció que no era justo para un deportista que se entrena para llegar a un sueño y salí a defenderla como me pasaría con cualquiera”.
La situación de los atletas del deporte adaptado es aún más compleja que la del resto. Falta de sponsors, infraestructura y condiciones de entrenamiento son algunas de las adversidades que sufren día a día. Barreto contó que una marca le pidió 20 mil seguidores en Instagram para darle su auspicio: “Sabés todas las medallas que tengo guardadas y pasaron sin pena ni gloria. Los sponsors no existen para el deporte paralímpico. Hoy tengo unas zapatillas de clavos para competir desde 2017”.
En referencia a la falta de ayuda externo también sostuvo: “Lo que dicen las marcas es que nuestro deporte no es tan vistoso como el olímpico. A veces menosprecian el trabajo que nosotros hacemos. Entrenamos las mismas horas, tenemos el mismo descanso y nos cruzamos con cosas como éstas”.
Otro tema que analizaron fue el apoyo económico que les da el Enard, el cual se rige por rendimiento. Barreto recibe la beca de excelencia olímpica, mientras que Ruiz Díaz la de proyección. “Cobro una beca importante por ser medallista paralímpico pero la utilizo para darle de comer y vestir a mis hijas, no para solventar mis gastos deportivos”, sostuvo el oriundo de Zárate.
La atleta entrerriana también habló de lo importante que es la ayuda que recibe del Enard: “Después de los Panamericanos me becaron, creo que tenían las razones suficientes para hacerlo; es un sueldo con el que puedo viajar y alquilar el departamento en Buenos Aires, es una gran ayuda sino no podría entrenar para los Juegos Paralímpicos”.
El 23 de junio se dará a conocer la lista de los atletas que integrarán la delegación argentina. Barreto irá por su tercera participación, mientras que Ruiz Díaz sueña con el debut.
En menos de noventa días se abrirá el telón del máximo evento de deporte adaptado que fue impulsado por el neurólogo Ludwig Guttman en 1948 con dos disciplinas: lanzamiento de jabalina y tiro con arco. Oficialmente la primera edición de los Juegos Paralímpicos fue Roma 1960 en la que participaron dieciocho países entre los cuales estaba Argentina (el único de habla hispana). “Los deportes representan un aporte por su aspecto recreativo y su valor psicológico para contrarrestar actitudes antisociales y psicológicamente anormales, como complejos de inferioridad, ansiedad, pérdida de la autoestima o autoaislamiento”, afirmaba el alemán que creó este movimiento.
Antonella Ruiz Díaz no se imagina un día en su vida sin practicar un deporte, mientras que hoy Hernán Barreto puede confirmar que el deporte le salvó la vida porque lo sacó de la violencia que vívia en su casa. “Sería muy lindo coronarse con una medalla después de la pandemia” sentenció el atleta.