Mientras Argentina avanza a paso firme en su consolidación como potencia en la música urbana hispanoparlante, pareciera paradójicamente que se aleja de los orígenes del género. En medio de ese viaje a contramano, Javier Ortega se convirtió en un artista insular, en un bicho raro del hip hop en esta orilla del Río de la Plata. Es que ante la sobredosis de bling-bling que padece el flow de manufactura local, el artista comodorense sigue apostando por el rap de conciencia.
"Tanto al hip hop como al punk, la globalización se les fue metiendo en sus entrañas", reflexiona el MC. "La música mutó tanto, y las redes sociales influyeron en eso, que hoy es muy difícil distinguir quién lo hace a partir de un sentido humano o el que rapea sólo por el dinero. Lo que no está mal. En mi caso, soy un rapero que dice lo que dice por el contexto de vida que me tocó. Desde ahí hablo. Sigo rescatando que la música es una herramienta de construcción, transformación y comunicación. Es el periodismo de la calle, que testimonia todos los días lo que le pasa a la gente de a pie."
Esto último volvió a quedar patentado en su más reciente trabajo discográfico, el EP Lumpen (2021), que a diferencia de su debut, Parafraseo, encuentra a un rapero que prefirió esta vez la métrica testimonial al vómito visceral. "Es un tema de maduración", argumenta. "Antes era más explícito, y en este caso usé recursos literarios como la metáfora. En todos estos años hice una crítica al sistema desde un lado político y hasta panfletario; ésa sería mi autocrítica."
A pesar de que Ortega ahora optó por el retrato de lo cotidiano, el título sigue apelando por el llamado de atención: "Lumpen resignifica el lugar del que provengo", explica el rapero de 33 años. "También cuestiona el ala conservadora o intelectual de la izquierda. Mientras la clase media más concheta se refiere a la gente del barrio como 'negro de mierda', muchas veces el progresismo usa la palabra 'lumpen' de forma denigrante. Con estas canciones, les respondo. Es algo así como 'tu insulto es mi identidad': somos los negros, y los lumpen. Tenemos un pensamiento crítico y la capacidad de poder organizarnos. Rompo con ese concepto que está tan mal visto."
Aunque sólo pasaron tres años entre su primer disco y lo más reciente, la metamorfosis del MC es notable, al punto de que sorprendió a público y colegas. "Me han dicho que no se esperaban algo así", comparte. "También me recalcaron lo del rapeo calmo, el flow tranquilo y el verso recitado. Como se esperaban un disco más largo, les da más ganas de escucharlo."
Si Ortega describe a Parafraseo como "un rejunte de temas al que se le puso un nombre", este EP publicado este abril fue preparado "desde lo conceptual y musical". La pandemia potenció la idea de estos 16 minutos de canciones que van al ángulo, amparado por Peñi, flamante sello de hip hop y demás especies grooveras parido por lo integrantes del grupo Kraneando Actividad.
De hecho, el productor y beatmaker del tándem, Sudaca Beatz, estuvo detrás de su imaginario sonoro. "Le dio el color y la identidad musical", describe. "Se encargó de la intensidad y la magia." Al tiempo que los beatmakers DJ Pharuk Beat Flakkodelbloque y Don Nadie completaron las bases, y el primero le inyectó los scracths.
Unión, organización y aerosol
Lumpen reinventó a Javier Ortega en todo sentido. Incluso en el álter ego. "Rapeo desde los 11 años, y cuando comencé me hacía llamar Asterisco", evoca el MC hoy también conocido como El Indio Javi. "Al crecer, ya no me gustaba tanto porque me lo puse muy de niño y cargaba con el peso de mi infancia. Quise dar un nuevo giro, y decidí usar mi nombre real. Esa fue la razón. Lo de Indio surgió porque así me dicen mi familia y mis amigos muy cercanos, por mi forma de ser, bien paisana."
Eso sí que no cambió. Pese a que emigró hace una década de Comodoro Rivadavia, el artista, que fijó base de operaciones en Buenos Aires hace dos años, sigue conectado con su terruño. "Mantengo un vínculo muy lindo con mi gente del Sur porque siempre caminé de esta forma, priorizando mis raíces", manifiesta. "Lo hago saber mediante mis canciones. A través de la música mantengo mi compromiso. Hace poco subí a mi cuenta de Instagram el tema No somos 500, que trata sobre la megaminería. Chubut está prendida fuego con eso, al igual que con los conflictos con los docentes y los incendios."
Aparte del rap, la otra pasión del rapero es la política. "Participé en asambleas desde muy chico", advierte quien hasta recientemente se dedicó a llevar adelante talleres de hip hop. "Me formé políticamente con Santucho o con procesos como los Consejos comunales en Venezuela." Socialista convencido (lo que heredó de su madre), Ortega es de la idea de que la izquierda debe "replantearse, reformularse y contextualizarse en la época en la que vivimos".
"Creo que el sistema electoral puede validar sus conquistas. Mirá lo que pasó en Chile", alude. "La política representativa tiene que estar en mano de los movimientos de base. A pesar de que el peronismo es ambiguo, tengo compañeros peronistas que son un ejemplo de militancia y de poner el cuerpo todos los días al proyecto político. La izquierda trotskista tiene un gran trabajo de base en los sindicatos y las universidades. Lo que sí veo como utopía es que se intente repetir lo que pasó en los setenta. Hay que priorizar a los movimientos asamblearios, los colectivos y las cooperativas. Creo mucho en las pequeñas organizaciones."
Tanto confía en ese tipo de núcleos, que junto a Facundo Canosa en teclado y Sebastián Briganti en batería lleva adelante Roto y Descosido, un proyecto en el que reversiona Parafraseo en clave de jazz. "Es bien de guerrilla, de salir a tocar", especifica el MC, quien prestó su métrica para el nuevo single de La Delio Valdez: De un tiempo a esta parte. "Les tiré la propuesta en un asado y se volvió una experiencia muy linda. Grooveamos un montón y compartimos varios escenarios. Paramos por la pandemia."
Si bien asegura que Comodoro Rivadavia está bombardeado por grafiteros y beatmakers, el artista destaca la masividad del freestyle. "Yo me fui por el camino más largo, pero lo que rescato del freestyle es que es un semillero de nuevos raperos y raperas. Nuestra comunidad es muy sólida. Por lo que vengo viendo, hay mucha actividad en los barrios. Se sigue manteniendo la esencia. Pareciera que ese mercado gigante se está devorando todo, pero puede haber otra forma de hacer y promocionar tu música, más colectiva y de compañero. Pero entiendo las herramientas en las que estás jugando."