La escritura es un acto de libertad para esa adolescente alemana de trece años que quería ser periodista y escritora. Ana Frank comenzó a escribir su diario en un cuaderno de tapa cuadriculada en rojo y blanco el 12 de junio de 1942, el día que lo recibió como regalo de cumpleaños. Durante las primeras tres semanas, vivió en la casa de Merwedeplein (Ámsterdam); pero el 6 de julio debieron esconderse por la citación para que Margot, la hermana mayor, se presentase a los campos de trabajo. Otto, el padre, se refugió junto a su familia en una casa oculta dentro del edificio donde funcionaba la Compañía Opekta, ubicada en la calle Prinsengracht 263. En “la casa de atrás” continuó escribiendo en otros cuadernos escolares que le proveía su padre, hasta el 1 de agosto de 1944. Apenas tres días después, serían descubiertos y deportados. La Editorial Universitaria de Buenos Aires (Eudeba), junto al Centro Ana Frank, publica por primera vez a nivel mundial la versión completa e integrada de El Diario de Ana Frank, traducida del original neerlandés por Diego Puls.
Después de sobrevivir a Auschwitz, Otto Frank regresó a Ámsterdam en junio de 1945. Pronto averiguó que sus hijas habían muerto de tifus en febrero de 1945, un par de meses antes de que el campo Bergen-Belsen fuera liberado. Mep Gies, una de las protectoras de la familia, le entregó el diario y todos los textos escritos por Ana que ella misma rescató aquella mañana del 4 de agosto de 1944, cuando oficiales nazis irrumpieron en el escondite de la calle Prinsengracht 263 y se llevaron detenidos a los ocho escondidos y a dos de sus protectores. “Para alguien como yo es una sensación muy extraña escribir un diario. No solo porque nunca escribí, sino porque me da la impresión de que más adelante ni a mí ni a ninguna otra persona le van a interesar las confidencias de una colegiala de trece años. Pero bueno, en realidad eso no importa, tengo ganas de escribir, y mucho más de desahogarme de una buena vez con respecto a un montón de cosas. ‘El papel aguanta más que las personas’: este dicho se me vino a la mente uno de esos días ligeramente melancólicos míos en que estaba sentada con la cabeza apoyada en las manos, aburrida y desganada, sin saber si salir o quedarme en casa, y al final no me moví de donde estaba, pensado ‘sí, es cierto, el papel lo aguanta todo’”, leyó Otto el inicio del diario que su hija menor escribió entre los trece y los quince años.
Otto no pudo leer el diario completo hasta unos meses después de recibirlo. En esas páginas manuscritas descubrió una hija que desconocía: el sueño de ser periodista y escritora y de publicar una novela a la que llamaría La casa de atrás, en la que relataría la convivencia de los escondidos. Entonces decidió publicar un libro tomando la versión original que Ana escribió, a la que denominó “el Diario” y la versión abreviada y corregida por ella misma, a la que llamó La casa de atrás, para integrarlas en una tercera versión, también abreviada, que constituye la primera edición que en junio de 1947 publicó la editorial Contact de Ámsterdam con el título Ana Frank, la casa de atrás: diario epistolar del 12 de junio de 1942 al 1 de agosto de 1944, con una tirada de 3036 ejemplares.
Cuando Otto murió en 1980, a los 91 años, legó los escritos originales al Estado de los Países Bajos, luego de haber enfrentado múltiples cuestionamientos suscitados en torno a la autenticidad del Diario. En 1986 sometieron a los manuscritos a un examen pericial, que ratificó definitivamente la autoría de Ana Frank, cuyos resultados han sido publicados en la llamada “edición científica”, en la que se comparan el texto de la versión espontánea, la reescrita y la versión que publicó Otto Frank.
A comienzos de 1944, Ana escuchó en la radio Oranje, que se emitía desde Londres, que Gerrit Bolkestein, ministro de Educación, Arte y Ciencias del Gobierno holandés en el exilio, exhortó a la población en la patria ocupada por los nazis a guardar cartas y diarios para la futura historiografía. Ana escribió: “cuando termine la guerra quisiera publicar un libro titulado La casa de atrás. Cabe preguntarse si lo lograré, pero mi diario podrá servir de base”. Ana comenzó a reescribir su diario el 20 de mayo de 1944. Decidió suprimir algunos párrafos, en especial los que referían a las discusiones con su madre o a su desarrollo sexual, reelaboró algunos textos y los volvió a escribir. A esta reescritura le puso como título La casa de atrás; una reescritura que no alcanzó a concluir porque llegó hasta el 29 de marzo de 1944.
Aunque Otto Frank tuvo acceso a la versión original del Diario, hay faltantes. No se encontraron los escritos del período comprendido entre el 6 de diciembre de 1942 y el 21 de diciembre de 1943. El padre recibió las hojas sueltas con los textos de la reescritura La casa de atrás, desde el comienzo hasta la entrada del 29 de marzo de 1944. De los 25 meses de escritura, Ana alcanzó a reescribir los primeros 21, hasta que fue deportada. Son en total 215 páginas.
Por primera vez se publica La casa de atrás completa, los borradores de la novela de Ana, y a continuación la versión del Diario de los últimos cuatro meses, del 29 de marzo al 1 de agosto de 1944. “Me es absolutamente imposible construir todo basándome en la muerte, la miseria y la confusión, veo cómo poco a poco el mundo se transforma cada vez más en un desierto, oigo cada vez más fuerte el trueno que se acerca y que nos matará también a nosotros, comparto el dolor de millones de personas, y sin embargo, cuando miro el cielo, pienso que todo esto volverá a cambiar para bien, que también esta dureza terminará, que volverán la tranquilidad y la paz en el orden mundial", escribió Ana, a los 15 años, unos días antes de ser deportada. "Mientras tanto tengo que mantener mis ideas a flote, ¡en los tiempos que se avecinan a lo mejor todavía se pueden realizar!”.