Nadie quería que Danny Elfman le hiciera la banda sonora a sus películas. Puede que hoy sea común para los músicos escribir la música de películas y series, pero en los '80, los productores eran escépticos sobre el hecho de que el cantante de una popular banda new wave anduviera cerca de su trabajo. No fue hasta que su amigo, el director Tim Burton, puso las manos en el fuego por él para musicalizar Pee-Wee’s Big Adventure (1985) que el frontman de Oingo Boingo pudo entrar en juego de las bandas sonoras.

Corte a 36 años más tarde. Elfman es uno de los más prolíficos y reverenciados compositores que hay. Es el responsable por el alocado tema de Los Simpson, la inocentemente extraña banda sonora de El joven manos de tijera, y la bombástica de Batman (que compuso desde el baño de un avión). Aunque hay trabajado en cualquier tipo de películas, desde las de superhéroes con alto presupuesto (la trilogía de Spider Man de Sam Raimi) hasta dramas aptos para el Oscar (En busca del destino, de 1997), Elfman es probablemente más conocido por esas colaboraciones con Burton, en las que imbuyó aventuras góticas para todo público como Beetlejuice (1988), Charlie y la fábrica de chocolate (2005) y Alicia en el País de las Maravillas (2010) con oscuras, extravagantes y fantásticas orquestaciones.

Sin embargo, Elfman se ha pasado su larga carrera tirando puertas abajo y peleando para no ser encasillado. Después de que hizo la música de Pee-Wee, los productores sólo querían que él trabajara en "comedias estrafalarias". Una vez que él puso su música en prácticamente cualquier clase de películas, cambió su atenció hacia componer para orquestas a mediados de los 2000, y tuvo que patear más puertas. "Los porteros son escépticos y no me quieren ahí", dice durante una comunicación por Zoom. "Y eso me hace querer estar ahí. Porque siempre quiero estar en cualquier lugar donde no soy para nada bienvenido".

A comienzos de 2020, Elfman estaba poniendo a punto una performance sobre toda su carrera en Coachella titulada “Danny Elfman: Past, Present and Future! From Boingo to Batman and Beyond!” Pero el festival californiano se suspendió debido a la Covid-19 y de repente Elfman tuvo tiempo libre. Así que grabó un disco solista, el primero en 37 años.

En caso de que alguien piense que Big Mess (publicado el último viernes) es un regreso a la estética de sintetizadores de Oingo Boingo en la era Reagan, el músico de 68 años asegura que no tiene que ver con eso y describe a su disco como "punk de cámara".

"Los cimientos de lo que se convirtió en Big Mess fue la idea de basarme en la guitarra", explica. "Voy a usar a la orquesta en un modo que no he escuchado demasiado. Es como una orquesta como motor conductor, en oposición al embellecimiento textural en la música pop, que se como normalmente se la usa".

Tiene sentido que cerca de cuatro décadas después de su anterior trabajo solista Elfman tenga mucho que decir. "Abrí una caja de Pandroa, esperando trabajar en el disco durante seis semanas", dice. "Una vez que la abrí, fue como si no hubiera modo de cerrarla".

Big Mess -que tiene a Josh Freese en batería, Stu Brooks en bajo, y a los guitarristas Robin Finck y Nili Brosh- no es exactamente una escucha pasiva. Comienza con licks de guitarra distorsionada en "Sorry", que evolucionan hacia un aumento de cuerdas urgentes y percusión estruendosa. Más tarde, la nerviosa "Love in the Time of Covid" se abalanza con un filo glam, otra vez mezclando elementos orquestales y de pop con una arrogancia temeraria.

Si su composición suena contundente, la temática de Big Mess golpea en la cara con incluso más bríos. Las canciones -como "Choose Your Side", "Serious Ground" y "Sorry"- hechan humo de la bronca por los últimos cuatro años en los Estados Unidos de Donald Trump. En otra parte, una canción de Oingo Boingo retrabajada, "Insects", cierra el álbum como un comentario sobre la avaricia de la clase dominante estadounidense.

"Rearmé 'Insects' por el desafío", asegura Elfman, quien ha dicho hasta el cansancio que que Oingo Boingo nunca se reunirá ("Tengo algo con el tema de las reuniones y no puedo hacerlo", dijo el año pasado). "Estaba mirando el material de la banda que se sintiera político o que hablara sobre algún tipo de ambiente distópico. Y sentí que en realidad había mucho que tocaba esas áreas. Cuando encontré 'Insects' pensé en quiénes son los insectos hoy en día. Están justo ahí, en el Congreso. Viejos hombres blancos. Entonces la canción tomó nueva vida. Originalmente, por supuesto, no iba a tener material viejo, pero esta se convirtió en la única excepción".

Del mismo modo, la sucia "Choose Your Side" samplea a Donald Trump (se puede escuchar al expresidente diciendo "Es un gran día para nuestro país"). A eso le sigue un ritmo de marcha, al parecer para reflejar los discursos a menudo polarizadores de Trump, quien empusó a unos Estados Unidos ya divididos a un estado de incluso mayor fisura. "Estaba enojado", dice Elfman sobre su estado mental cuando escribió la canción. "Y todavía estoy enojado".

En efecto, Elfman no hay exhalado por el simple hecho de que Trump ya no está en la Casa Blanca. "Tenemos un alivio temporal por cuatro años, pero no creo que algo haya cambiado", argumenta. "Todavía estamos al borde de unos Estados Unidos distópicos que nunca podría haber imaginado en mis sueños más salvajes. Estos son los Estados Unidos sobre los que habría escrito George Orwell".

"Mi enojo, para ponerlo en claro, no es hacia Donald Trump, porque cada cultura tiene su loco demagogo", agrega. "Ellos deberían estar en los márgenes de la sociedad. Es la habilitación que el partido Republicano le dio para legitimarlo. Eso es lo que me enerva... Creo que por eso simplemente seguí escribiendo. Fue muy terapéutico. Estaba enojado y deprimido, y todo esto sencillamente salía".

No es que Big Mess no tenga momentos optimistas. "Love in the Time of Covid" canaliza al Elfman post adolescente en una historia sobre un hombre joven arreglando citas por video mientras está confinado en su casa a mediados de la pandemia. "Este es un pibe calentón de 20 años que vive solo en un departamentito", se ríe. "Esa parte de mí todavía está ahí y es un poco más liviana, supongo".

Elfman ciertamente no es el único que entretejen la pandemia y la política estadounidense en sus actividades creativas. Durante el último año, artistas como Van Morrison, Eric Clapton y Ringo Starr lanzaron material nuevo con sus variadas miradas al confinamiento, las teorías conspirativas, no poder salir de gira y el rol que juegan las redes sociales en tiempos de polarización.

Las celebridades ofreciendo opiniones sobre los eventos mundiales siempre han sido un tanto controversiales. Algunos quieren que los entretenedores usen sus plataformas para hablar más sobre causas importantes. Otros quieren que se queden en su lugar. ¿Cómo piensa Elfman que un artista debería expresar mejor sus ideas políticas? "Deben expresarlas en cualquier modo que puedan", dice sencillamente. En junio, en la estela del asesinato de George Floyd bajo la rodilla de un policía blanco, Elfman escribió en sus redes sociales acerca del "problema nacional profundo" del racismo en Estados Unidos.

"Tiendo a ser muy directo", agrega. "Cada uno expresa su indignación a su modo. La tendencia extraña hacia estas conspiraciones vastas es lo realmente atemorizante y perturbador de este momento. En las afueras de LA, donde vivo, mi vecino no va a vacunarse y trabaja para nosotros. Es nuestro encargado. Gran tipo, lo adoro. Pero no puedo dejarlo entrar a casa sin barbijo. Y no puede entenderlo. Cree que estamos locos".

Ahora que el mundo se está abriendo un poco, la gente está recibiendo las vacunas y los músicos están pensando nuevamente en salir de gira, Elfman es optimista acerca de tocar Big Mess en público. "Ya estamos mirando a Coachella 2022", dice.

Y respecto a hablar de política, Elfman no tiene planes de parar de hacerlo ahora que sacó Big Mess. "El año pasado, cuando empecé a hablar de política durante las protestas de Black Lives Matter y todo eso, me advirtieron que iba a perder fans. Y todo el mundo sigue diciendo que los entretenedores y los deportistas debería mantenerse al margen de la política. Pero creo que estamos en un punto en el que no se puede".

* The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.