El juicio contra el sacerdote Ruben Agustín Rosa Torino comenzará este mes, las audiencias están previstas desde el 25 de junio al 8 de julio. El tribunal colegiado estará presidido por el juez Maximiliano Troyano y tendrá como vocales a Norma Beatriz Vera y Roberto Lescano. Dos de las víctimas se encuentran en Buenos Aires y manifestaron su preocupación debido a que no tendrán acceso a las audiencias de forma virtual y tampoco se permitirá la cobertura de prensa.
La representación del Ministerio Público, será ejercida en la primera audiencia por la fiscala Verónica Simesen de Bielke quien trabajó en el pedido de elevación a juicio y en las audiencias siguientes seguirá el fiscal Rodrigo Miralpeix.
Rosa Torino era el fundador de la congregación Discípulos de Jesús de San Juan Bautista que fue disuelta aunque sigue funcionando la rama femenina. Llegará a juicio por denuncias de abuso sexual radicadas en la justicia salteña desde 2016. Son tres víctimas, dos exnovicios y una exmonja, quienes esperan justicia.
"Rosa Torino no solo ha cometido los abusos por los que se los va a condenar, hubo otras víctimas. Merece estar tras las rejas, no en una prisión domiciliaria porque no la cumple y no la va a cumplir tampoco. La sentencia debería ser firme para que Salta no permita que curas sigan abusando del poder que tienen (...) para que otras víctimas puedan denunciar y cerrar su historia", manifestó uno de los denunciantes, J. A, a Salta/12.
J. A consideró que la justicia salteña los dejó desamparados "en todos los sentidos", durante estos años. Dijo que recién este año, se le pidió la pericia psicológica a otro de lxs denunciantes Y. G. con todo lo que ello implica al tener que recordar las situaciones traumáticas vividas.
"Los que estamos en Buenos Aires solo podremos estar conectados al juicio el día que declaramos, el 25 de junio, lo que pase en el juicio no lo podremos saber. El día de la condena tampoco nos permiten estar conectados. No sabemos quienes son los testigos. Estamos a la deriva. Tampoco van a dejar entrar a la prensa, me parece absurdo que nadie pueda ver lo que realmente está pasando. Sabemos lo que es Rosa, el poder que tiene...", sostuvo J. A.
Hasta esta semana, las víctimas tampoco tenían información de la Fiscalía a la debían ir para declarar de forma virtual. "Recién están viendo donde vivimos para ver en qué fiscalía cercana podemos declarar. Estamos siendo víctimas del Estado. Antes de la iglesia, porque hizo lo mismo con nosotros, protegiendo al cura", sostuvo J. A, respecto a los años de espera por el juicio, “nos sentimos violentados, no podemos cerrar las etapas, son 5 años esperando que se haga justicia", expresó.
J. A. tiene hoy 26 años, denunció en 2016 ante la Justicia salteña los abusos de los que fue víctima desde la adolescencia cuando ingresó a la congregación. Al igual que otro de los denunciantes, Y.G., cuando radicó la denuncia lo hizo contra dos curas, Rosa Torino y Nicolás Parma también conocido como "Padre Felipe" quien cometía estos delitos en Santa Cruz. Las denuncias contra Parma fueron trasladadas a la Justicia de Río Gallegos y luego de haber estado prófugo, fue capturado en Tucumán y se encuentra detenido.
El denunciante J. A. relató que a Rosa Torino lo denunció por un solo abuso sexual íntimo, ocurrido en 2013. La víctima es oriunda de Pergamino, Buenos Aires, había ingresado siendo un niño en 2009 a la congregación, lo enviaron a Salta donde permaneció dos meses y luego lo llevaron a Santa Cruz donde se encontraba Parma quien abusó de él por varios años.
J. A. pidió ayuda a Rosa Torino, quien por el contrario, encubrió al cura Parma, lo justificó, le pidió silencio y también abusó de él. "Yo hablé con Rosa Torino de lo que me había pasado durante esos años, no me dio solución, me dijo 'esa es una debilidad del hermano, vos lo tenés que callar y olvidar'. Si salías del instituto te tenías que callar. Usaron el mismo modus operandi con todos, la manipulación de conciencia era desde el primer día", manifestó la víctima.
El relato de J. A. evidencia la vulnerabilidad en que se encontraban niñxs y adolescentes frente a esa "manipulación de conciencia" que realizaban los curas y mediante la cual los mantenían sometidos y callados. "Dios te hablaba por medio de un superior, no te podías negar a hacer alguna actividad, con lo que no te gustaba, era lo mismo", expresó.
Otra de las víctimas de Rosa Torino, es la exmonja Valeria Zarza quien lo denunció en diciembre de 2016 por abuso sexual. Zarza relató que a ella la empezaron a aislar dentro de la congregación cuando habló con Rosa Torino respecto a manifestaciones de casos de abuso que le habían hecho otros integrantes de esa comunidad religiosa sin especificarle quiénes eran las víctimas ni los victimarios.
Después la enviaron a México, y contó que allí en una de las visitas que hizo Rosa Torino, abusó de ella. Luego la regresaron a Argentina, donde la mantenían aislada y medicada. Entonces, decidió irse cuando se enteró que había otras mujeres en la misma condición, "lo más probable es que también hayan visto cosas o se hayan quejado de situaciones y las estaban volviendo locas prácticamente". "Yo sabía que si me seguía quedando no me iban a permitir ni siquiera hablar por teléfono", relató Zarza en una entrevista a Salta/12.
A los siete meses de la denuncia penal contra Rosa Torino, Zarza fue denunciada por una sobrina del sacerdote Josué Salas, miembro de la congregación y amigo de Rosa Torino, quien la acusaba también de abuso. Zarza fue juzgada y resultó absuelta por la duda por el magistrado Javier Araníbar en 2019. Lo llamativo fue que Zarza llegó a juicio antes que Rosa Torino.
Para la defensora oficial que representó a Zarza en aquel momento, Marta López, la denuncia contra la exmonja fue "un hecho armado" en el que la "orfandad probatoria" era una constante. El fiscal Federico Obeid también había concluido en sus alegatos que durante el juicio no se pudo superar el estado de "duda", reconoció que los informes psicológicos no favorecieron a la denunciante de Zarza y además encontró contradicciones. Zarza interpretó esa causa como armada y como una represalia por haber denunciado a Rosa Torino ya que desde entonces había recibido múltiples amenazas incluso de muerte.
La exreligiosa se escapó de la congregación en mayo del 2015 y primero hizo la denuncia canónica contra Rosa Torino. "No fui la única que denunció. Hubo más de 30 denuncias canónicas, se empezaron a escapar hermanos y a denunciar también. Ahí el Vaticano intervino la congregación, separó al padre Agustín (Rosa Torino), a la hermana María Luz y al padre Josué, pero eso no se respetó, ellos siguieron dando órdenes, molestando a los hermanos que se iban", explicó Zarza.
Indicó que la Iglesia mantiene oculta la información sobre el proceso canónico contra estos curas. "Son personas peligrosas, manipuladoras y que van a seguir teniendo víctimas porque no es que ya se curaron se asustaron y nunca más lo van a hacer", afirmó.
J. A. relató que también realizó una denuncia canónica, que brindó su testimonio pero desconoce sobre ese proceso ya que no le brindaron información y nadie de la iglesia católica o del vaticano se contactó con él.
Rosa Torino llegará a juicio con una supuesta prisión domiciliaria, sin embargo, sus denunciantes afirman que ésta no se cumple. "Es una vergüenza. Viajé a Salta y lo vi en un restaurante almorzando cuando debería estar cumpliendo la prisión domiciliaria. Me vio, sonrió y siguió como si nada", recordó J. A. "Tengo miedo, porque es muy peligrosa esta persona. Y las personas que lo siguen son aún mas peligrosas", sostuvo.
Las víctimas denunciantes de Rosa Torino no tuvieron acompañamiento de parte del Estado salteño. Se les consultó si el programa de Orientación y Asistencia Jurídica a las Víctimas de Delitos Graves de la Secretaría de Justicia u otro organismo de gobierno les había contactado pero la respuesta fue que ninguno. "Nos gustaría que nos ayuden, que nos apoyen", manifestó J. A.
Según indicó tampoco les informaron desde la Fiscalía o el Poder Judicial respecto a los plazos que tenían para constituirse en querellantes y tener mayor participación en las causas, ni se les ofreció la posibilidad de contar con abogadxs que lxs asistan y patrocinen de forma gratuita desde el Estado.
Las víctimas desconfían de un juicio que no cumplirá con el requisito de ser público. "Ya nos hicieron un montón de daño, es como que seguimos siendo víctimas, no podemos cerrar nunca lo que nos pasó. Tenemos miedo, por esto de no saber qué va a pasar, quién va a declarar. No hay forma de que cerremos nuestras etapas si no nos permiten", expresó J. A.
Solo la Red de Sobrevivientes de Abuso Sexual Eclesiástico ha acompañado a las víctimas de Rosa Torino. Allí colaboran y asisten, la psicóloga Liliana Rodríguez y el psiquiatra Enrique Stola. "Necesitamos ser realmente amparados y escuchados. Que las organizaciones sociales nos den una mano, que Salta pueda despertar. Nosotros fuimos atacados al comienzo de las causas, la gente tiene en los más alto a la iglesia. Es difícil que la gente de Salta abra los ojos. Que la Justicia salteña se dé cuenta de la manipulación de este sacerdote", sostuvo J. A.