El represor de la dictadura pinochetista Walther Klug Rivera buscó escaparse por segunda vez a Europa para no purgar las cuentas que tiene con la justicia trasandina, que lo condenó por las desapariciones y asesinatos de 23 trabajadores y que lo investiga por el secuestro de un estudiante de la Universidad de Concepción. Sin embargo, esta vez no tuvo suerte y le cortaron las alas en la Ciudad de Buenos Aires, donde lo detuvo la División de Investigación Federal de Fugitivos y Extradiciones de la Policía Federal Argentina (PFA). El ministro del Interior, Eduardo "Wado" de Pedro, anunció que el gobierno había decidido la inmediata expulsión del teniente coronel retirado que ingresó ilegalmente al país.
Klug apareció en el aeropuerto de Ezeiza con su pasaporte alemán el 1 de junio. Las autoridades de la Dirección Nacional de Migraciones (DNM) detectaron que había una alerta cargada para dar información sobre esta persona, por lo que empezaron las averiguaciones. La Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA) lo demoró y chequeó, pero no había ninguna orden para detenerlo --probablemente porque nadie había advertido que Klug había salido de Chile, donde debía permanecer y comparecer ante la justicia que lo investiga--. Por la demora, Klug terminó perdiendo el vuelo que había comprado para ir a España y luego seguir hacia Alemania, donde, por su doble nacionalidad, se iba a garantizar no volver extraditado a Chile.
Se fue a su casa, pero rápidamente todos advirtieron que había algo extraño con ese hombre con pasaporte alemán que no tenía registrado su ingreso al país. El aviso de la PSA encendió la alerta en Chile, donde el espacio de memorias Londres 38 denunció la fuga de Klug sin que la Policía de Investigaciones (PDI) lo advirtiera. La ministra extraordinaria de causas de violaciones a los Derechos Humanos de la Corte de Apelaciones de Santiago, Paola Plaza, dictó una orden de captura internacional y la Organización Internacional de Policía Criminal (Interpol) lanzó una alerta roja para detener a Klug en la que iba a ser su segunda fuga.
La PSA analizó las cámaras de Ezeiza y captó fotogramas que le permitieron obtener imágenes actuales del militar de 70 años, al que muy probablemente lo sorprenda el próximo 9 de agosto --cuando cumplirá los 71-- en Buenos Aires. La policía argentina logró rastrear que Klug tenía un domicilio en un hotel del barrio de Balvanera. Fue detenido a las 12.50 por efectivos de la PFA mientras caminaba, con paso tranquilo, por Moreno al 3000, en el barrio de Balvanera.
Klug no había perdido el tiempo tras su fallido intento de volver al viejo continente. Ya tenía un segundo pasaje para el 20 de junio, con el que pensaba hacer el mismo destino: España-Alemania. Un viaje que ya no será.
De Pedro anunció la expulsión de Klug el sábado a última hora. "Con esta medida, la República Argentina reafirma su compromiso con el ejercicio pleno de los Derechos Humanos, la justicia y el orden internacional", escribió en Twitter.
Estaba previsto que el represor chileno pasara el fin de semana detenido en una dependencia de la PFA y que el lunes se presentara a una audiencia ante el juez federal Julián Ercolini, quien debía llevar adelante el proceso de extradición. Desde el juzgado informaron a este diario que ya estaba toda la información requerida a Chile para respaldar el pedido de captura internacional.
El proceso de extradición no es inmediato. Sin embargo, fuentes judiciales estimaban que el juicio podría estar completado para finales de año, teniendo en cuenta la gravedad de los hechos por los que Chile requiere a Klug. En estos procesos existe un único recurso de apelación ante la Corte Suprema. En julio de 2018, otro represor de la dictadura de Augusto Pinochet, Sergio Jara Arancibia, fue detenido en Mar del Plata. En marzo de 2019, el juez federal de esa ciudad Santiago Inchausti dispuso su extradición a Chile.
Klug Rivera ingresó al ejército chileno en 1966, donde integró el Servicio de Inteligencia Militar (SIM). En 1973, cursó en la Escuela de las Américas y, durante la dictadura de Pinochet, organizó un campo de prisioneros en las caballerizas del Regimiento de Infantería 3 de Montaña “Los Ángeles”. Sobrevivientes lo recuerdan por su sadismo y brutalidad. Después de su retiro, Klug --que es ingeniero-- regenteó una empresa que prestaba servicios de inteligencia.
Desde 2005 estuvo sometido a procesos en Chile. Tras una absolución inicial, en 2013 fue condenado a diez años y un día por los secuestros y asesinatos de 23 trabajadores de las centrales hidroeléctricas de El Toro y Abanico, en la región del Biobío, donde Klug estuvo destinado durante los primeros años del régimen de Pinochet. En 2014, la Corte Suprema de Chile confirmó la condena, pero Klug se fugó antes de quedar detenido en el penal de Punta Peuco.
El 4 de junio de 2019, Klug fue detenido en Parma, Italia, y en febrero del año pasado volvió a Chile. El problema fue que el pedido de extradición sólo contemplaba uno de los dos procesos que afrontaba el teniente coronel retirado: el de la desaparición del estudiante de la Universidad de Concepción Luis Cornejo Fernández, secuestrado el 18 de septiembre de 1973 --una semana después del golpe contra Salvador Allende--. La extradición nada decía sobre la condena ya firme por las desapariciones y muertes de los trabajadores de las centrales hidroeléctricas -- más conocido como el caso Endesa--.
En noviembre del año pasado, un tribunal absolvió a Klug por la desaparición de Cornejo Fernández, pero la decisión fue apelada por los querellantes. “Es un juicio al que le queda para rato y es por eso que no nos explicamos que los ministros no se hayan coordinado y haya habido medidas cautelares más intensas porque, en el caso de Endesa, Klug sí o sí iba a tener que cumplir (con su pena de prisión) más temprano que tarde”, dijo a Página|12 el abogado de derechos humanos Francisco Bustos.
Desde Londres 38, valoraron la detención de Klug por parte de la PFA. “Esperamos que las instituciones chilenas actúen con la misma celeridad, aquella que no tuvieron para evitar esta situación”, publicaron en sus redes sociales.