Curiosamente, ayer en Salta se conocieron dos noticias casi en simultáneo, por un lado el nuevo récord de contagios de coronavirus en un solo día desde que comenzó la pandemia con casi 800 positivos, lo que exime de hacer un análisis profundo para darse cuenta de la compleja situación epidemiológica que se está viviendo en la provincia y que obliga a mantener ciertas restricciones que a la vista de los resultados estarían quedando cortas en cuanto a la efectividad.
Por otro lado, circuló un audio en el que el presidente de la Asociación Tradicionalista Gauchos de Güemes, Francisco Aráoz, llamaba a adueñarse por la fuerza de la ciudad, enojado porque el COE, finalmente, en una clara muestra de sentido común e instinto de supervivencia, postergó el desfile para noviembre.
Es probable que la misma promesa de tomar la ciudad de Salta por la buenas o por las malas en pleno junio, haya sido dicha por el Barbarucho Valdez hace justo 200 años cuando se aprestaba a entrar a Salta escondido entre la oscuridad con 400 hombres para emboscar y herir al héroe gaucho. Giros que da la historia.
Aunque Aráoz parezca empeñado en convertirla en una barrabrava, la Agrupación de Gauchos se define como la entidad madre que reúne a todos los fortines. Siempre con un perfil diplomático muy aceitado, supo alcanzar su momento de mayor esplendor durante la gestión de gobierno anterior, aprovechando la debilidad que tiene Juan Manuel Urtubey con todo lo referido al gauchaje, al extremo de que participaba con sus mejores pilchas en los desfiles de cada 17 de junio y 20 de febrero.
Ese romance no solamente quedó en lo afectivo, sino que le representó un gran progreso a la institución, que pasó de una sede en la calle Uruguay, a un amplio predio en las afueras de la ciudad con buenas instalaciones, construidas en base a donaciones y subsidios gubernamentales, que de solo imaginarlas se le haría agua la boca al, por ejemplo, jefe de los bomberos voluntarios de Castañares, siempre acostumbrado a organizar rifas y vender locro para poder pagar la luz del cuartel.
La novedad en esta ocasión es que por primera vez la Agrupación, o por lo menos su cabeza, desafía abiertamente a la autoridad (o capaz no tanto, sino que se trató de una imprudencia del “Jorge” al que iba dirigido el audio y que terminó viralizado), poniendo al gobierno en un aprieto ya que un mensaje de ese tipo lo hubiese esperado de una organización social de desocupados, de los docentes o del Partido Obrero, pero nunca de los civilizados gauchos, con los que compartieron hace apenas una semana el acto y posterior cabalgata a la quebrada de la Horqueta conmemorando la fatídica noche en la que Güemes fue herido.
Opciones había para darle una vuelta de rosca al asunto, por ejemplo, hacer algo simbólico con unos 100 gauchos, uno por fortín, que pasen la madrugada del 17 haciendo la guardia al pie del monumento, por la mañana un desfile corto a modo de homenaje, y el 7 de noviembre sí armar el evento grande. Pero desde la Agrupación se mantuvieron firmes, solamente bajaron de 10 mil a 8 mil gauchos y concedieron que no hubiese banda de música, o sea 60 personas menos.
La incógnita es saber que harán finalmente los gauchos de la Agrupación ahora que perdieron el efecto sorpresa (y que ya algunos fortines decidieron desentenderse de la bravuconada de Aráoz). ¿Acatarán las órdenes del COE o saldrán a las calles con la misma enjundia con la que salieron balde en mano y esponja a borrar los pañuelos blancos de las veredas hace tres años? Y ahí la duda se traslada a lo que hará el gobierno si finalmente los jinetes toman la ciudad.
En primer lugar, debe decidir si reprimen o si se hacen los giles y los dejan marchar tranquilos como cuando a los referentes de Cambiemos se les ocurre salir a manifestarse en contra o a favor de las vacunas. Pero suponiendo que se levanta de mal humor Gustavo Sáenz y decide mandar a guardar a los gauchos, ¿se recurre al clásico de enviar Infantería con gases lacrimógenos o se opta por la montada para que el combate sea cuerpo a cuerpo?
O también se puede mandar a los Infernales de Güemes a que repriman a los gauchos de Güemes, generando una paradoja histórica que capaz resucita al propio Güemes y ahí finalmente sabremos de primera mano qué opina el prócer, sobre este y otros temas en los que intérpretes modernos lo citan con una temeridad absoluta.
Y finalmente hay una tercera opción, que no es represión pero sí podría resultar efectivo: se le pide a la Municipalidad de Salta que mande a los que diseñan los planes de bacheo a que desparramen los carteles de “Estamos Trabajando” en algunos puntos estratégicos de la ciudad y seguramente conseguirán dejar a los caballos entrampados e inmovilizados sin posibilidad de escape, tal como lo hacen en la semana de manera exitosa con el tránsito vehicular. De esta manera nadie saldrá herido y la marcha se verá frustrada hasta que se les ocurra sacar los carteles o el revolucionario Aráoz se rinda.
Pero ojo, que la venganza es un plato que se sirve frío, así que la revancha para Aráoz y compañía puede estar a la vuelta de la esquina, más precisamente el 15 de agosto, ya que si ese día la situación epidemiológica no mejoró e igual se hacen las elecciones, nadie tendrá autoridad moral para impedir que los gauchos salgan a dar de talerazos a los funcionarios e integrantes del COE que permitieron semejante acto masivo...
Récord y profecía
Para estos días se esperaba que los resultados del último confinamiento dispuesto a fines de mayo empezaran a reflejarse en una baja de los contagios que diera un respiro al sistema sanitario que funciona estresado desde hace varias semanas.
Por el contrario, las estadísticas lejos están de reflejar esa ansiada tendencia y ayer se batió una nueva marca de contagios para un solo día: 795. A eso hay que sumarle que esta semana se superaron los 1500 muertos que alguna vez vaticinó la ex ministra de Salud, Josefina Medrano, aunque ella situaba esa cifra en el peor de los escenarios para el pico de la pandemia el año pasado.
La realidad indica que 21 de los 23 departamentos en los seis meses de este año ya superan los casos de covid que juntaron en los nueve meses de pandemia del 2020. De hecho el total provincial del 2021 ya tiene 7 mil casos más que el año pasado.
El gobierno, con más de la mitad de la provincia pintada de rojo por el riesgo epidemiológico, trata de sostener la economía y las clases presenciales, sacrificando solamente algunas actividades de fin de semana, como los deportes grupales, no por los partidos en sí, sino por las juntadas posteriores en donde estallan los protocolos.
Igualmente, a partir de los contagios que se registran en alumnos y profesores, que torna ineficaz el sistema de burbujas, cada vez más docentes elevan al gobierno reclamos pidiendo pasar nuevamente a la virtualidad, lo que por ahora no sucederá. Aunque el ministerio de Educación sí maneja como un plan B, que mira cada vez con más cariño, la posibilidad de adelantar las vacaciones de invierno que arrancan el 12 de julio, si en los próximos días la situación se complica aún más.
La gran apuesta para revertir esta situación la provincia parece que la deposita íntegramente en el plan de vacunación, que ya prácticamente abarca hasta a los salteños de más de 18 años. El flujo de dosis que llega desde Nación es incesante y ya no volvió a mencionarse la posible compra de vacunas por parte del gobierno salteño.
Sería interesante conocer las estadísticas de porcentajes de vacunación por franja etaria, porque esta repentina baja en la edad responde más a una necesidad de colocar vacunas, que a completar las distintas franjas antes de pasar a la siguiente.
Muchos se sorprendieron que la semana pasada se anuncie con bombos y platillos que los docentes se podían vacunar sin turnos, cuando ya se los pensaba inoculados desde hace rato. Lo cierto es que existe un alto ausentismo en los llamados a vacunarse y eso puede generar un cuello de botella a los planes de inmunización.
Esta semana entonces puede ser bastante movida en la provincia, entre los contagios en ascenso y los gauchos rebeldes. Y todavía falta que la Comisión del Bicentenario despliegue todo lo que supuestamente viene preparando desde hace varios años para esta fecha, pero que difícilmente supere a la idea de la municipalidad de poner una imagen de Güemes... justo en la plaza España.
Para el gran final puede que el jueves se sume Alberto Fernández a los actos, como estaba planeado originalmente. Ojalá, porque ahora sabemos que si la cosa se pone tensa con el gauchaje, el presidente puede descomprimir todo simplemente diciendo un chascarrillo: "Y los salteños... salieron de Güemes".