Desde Londres
Este lunes Boris Johnson dará un anuncio que puede definir su futuro político y el horizonte sanitario del Reino Unido de cara al coronavirus. Gracias al exitoso programa de vacunación, los británicos han olvidado su desastrosa gestión de la pandemia del año pasado, pero un nuevo error de cálculo sobre la salida del actual confinamiento y será casi imposible borrar las críticas por las más de 127 mil muertes ocurridas desde marzo del año pasado.
En reuniones de fin de semana con miembros clave de su gabinete (Finanzas, Salud y el jefe de gabinete) Johnson ha estado debatiendo el dilema que le plantea a su gobierno el crecimiento de casos de la nueva cepa dominante, la india. Extender hasta cuatro semanas más la última etapa de salida del confinamiento daría tiempo para avanzar con el programa de vacunación y analizar el impacto de esta variante Delta en el número de hospitalizaciones, contagios y decesos, pero también frustraría a un sector de la sociedad, del Partido Conservador y grupos económicos que han llamado al 21 de junio, “freedom day”. Por otro lado seguir con esta fecha, deja al gobierno expuesto a que el crecimiento aparentemente exponencial de la Cepa Delta termine en una nueva ola de coronavirus con un alto costo sanitario y político.
En el marco de la cumbre del G7 el primer ministro dio una primera señal de que, contrario al superficial optimismo con que suele anunciar sus decisiones, esta vez será cauteloso. “Si uno quiere tener una hoja de ruta de salida del confinamiento que sea irreversible, tiene que actuar con cautela”, señaló a la cadena televisiva ITV.
En teoría Johnson no quiere dar un paso adelante y dos atrás.
Las fases de salida
El 21 de junio es la última fase de las cuatro que anunció el gobierno en febrero para salir del tercer confinamiento nacional que se inició a principios de año. El gobierno prometió que el paso de una fase a la siguiente – con la correspondiente liberalización de la actividad económica y social – se iba a guiar por “data no dates”, un juego de palabras en inglés, para señalar que las fechas (dates) debían subordinarse a los datos de la pandemia (data). Esta data tiene dos pilares: el programa de vacunación y la aparición de nuevas cepas.
Hoy, esto es lo que dice la data:
*los contagios están creciendo a su más alta intensidad desde la tercera ola que se vivió este invierno
*el número de infecciones diarios aumentó entre el 3 y el 6% promedio. En algunas zonas del noroeste de Inglaterra trepa al 8%.
* el viernes se registraron 8.125 nuevos casos, un incremento de los contagios que no se veía desde fines de febrero.
Las señales de alarma se prenden al cruzar estos datos con los de la nueva cepa y los niveles de vacunación. La variante Delta, que constituye hoy el 96% de los nuevos casos, es un 60% más contagiosa que la Alpha, más conocida globalmente como la cepa británica, dominante durante tercera ola este invierno. Pero además la evaluación que hacen los científicos es que la protección que ofrece la vacuna frente a la Delta es menor que con la Alpha: el 33% con una sola dosis y alrededor del 80% con la segunda.
En este momento más de 41 millones de una población total de casi 67 millones han recibido la primera dosis, aproximadamente el 62% de la población: de este porcentaje más del 44% tuvo las dos inoculaciones. Es decir que quedan alrededor de 18 millones que tienen que completar su proceso de inoculación, a lo que se suman unos 10 millones más, del grupo de 40 a 20 años, que no han sido vacunados.
A esta matemática compleja (grado de exposición de los que tienen una sola dosis y los que no tienen ninguna) hay que añadir un dato preocupante. Según la última información del Public Health England, de las 42 muertes registradas en los últimos 28 días con un hisopado positivo, 23 no habían recibido la vacuna, siete habían recibido una dosis y 12 tenían las dos dosis.
Es cierto que esta última información no está desagregada como para cruzarla con el grado de vulnerabilidad de los fallecidos, pero deja en claro que nadie está 100% cubierto con la vacunación, algo que no está incorporado en los patrones de conducta del conjunto de la población. Desde el British Medical Association (BMA) recomendaron aplazar el “freedom day”. “La máxima protección de las vacunas se alcanza a las dos semanas de la primera dosis. Está claro que no vamos a tener un porcentaje suficiente de vacunados para estar mejor protegidos”, señala el director del consejo del BMA, Chaand Nagpaul.
Boris choice
La decisión es política. El costo también. Ahí está el dilema para Boris Johnson que tiene la tendencia a decir lo que el otro quiere oír, cuestión de sumarle una sonrisa, ponerle fe y todo va a salir bien.
Esta vez no le va a resultar tan fácil. Si posterga el 21 de junio va a decepcionar al ala dura de su partido, a la industria del entretenimiento, la hotelería y la gastronomía, y a los sectores sociales que quieren recuperar la normalidad, entre ellos, los que quieren organizar sus vacaciones y unas 50 mil parejas que están esperando la decisión para casarse y hacer la fiesta soñada durante tanto tiempo.
Si no lo posterga y sobreviene una tercera ola, no va a poder alegar ignorancia ante un fenómeno nuevo. El sufrimiento de los últimos 15 meses, relegado a un segundo plano por el alivio que trajo la vacunación, reaparecerá con inapelables cuestionamientos por negligencia. La investigación pública de lo sucedido, que a pesar de las protestas de los familiares de los fallecidos, va a tomar lugar recién a principios del próximo año, probablemente se adelante. Todos saben que la apertura trae mayor nivel de contagios: la cuestión es si el país está en condiciones de absorber el impacto.