Luego de varios días de negociaciones, el líder ultranacionalista Naftali Bennett asumió como primer ministro de Israel poniendo fin a la era de Benjamin Netanyahu, el premier de más larga gestión en la historia del país. Aprobado en una tensa sesión en el Parlamento con una estrecha mayoría de 60 diputados a favor frente a 59 en contra y una abstención, el llamado "gobierno de cambio" estará liderado en los dos primeros años por Bennett y en los dos siguientes por el centrista Yair Lapid.
En su discurso, el flamante primer ministro hizo un llamado a la unidad y la reconciliación nacional, mientras diputados del Likud de Netanyahu, de formaciones ultraortodoxas y de Sionismo Religioso lo interrumpieron, increparon e insultaron durante la sesión. "Bibi" Netanyahu, por su parte, aseguró que permanecerá como líder de la oposición para "derrocar" al nuevo gobierno. La histórica sesión parlamentaria del domingo fue seguida en las calles por simpatizantes de los partidos de la nueva coalición de gobierno que celebraron el éxito de la investidura, mientras que cientos de israelíes ultrareligiosos se concentraron en el Muro de los Lamentos para rezar en rechazo a Bennett y Lapid.
"Israel no es como cualquier otro país, es el sueño de generaciones de judíos desde Marrakesh a Budapest, desde Bagdad a San Francisco; cada generación tiene sus desafíos y cada generación tiene los líderes que necesita", sostuvo Bennett en su discurso desde la Knesset, horas antes de la votación. El flamante primer ministro se mostró favorable a la cooperación con Estados Unidos, aunque cree que es un error que Washington vuelva al pacto de 2015 destinado a limitar el desarrollo nuclear de Irán.
Bennett acusó al saliente Netanyahu de "fomentar una tormenta de odio" en sus últimos meses de mandato, que culminaron en "un choque de hermanos y un país paralizado". Sin embargo, el primer ministro le agradeció a "Bibi" sus 12 años de servicio a Israel. "Es el momento de pasar el liderazgo de la nación y el Estado a la próxima generación", zanjó.
El líder de Yamina anunció que cerrará tres ministerios, ampliará la educación pública, mantendrá la eximición de los ultraortodoxos en edad militar del servicio en el Ejército y los liberará para que se incorporen a la fuerza laboral. Una de las carteras más importantes, la de Defensa, seguirá en manos de Benny Gantz, líder de Azul y Blanco. Avigdor Lieberman, otro viejo conocido de la política israelí conocido por sus posturas extremistas, dirigirá la cartera de Finanzas. El ministerio de Economía quedará en manos de Orna Barbivai, de Yesh Atid, e Interior quedará en manos de la número dos de Yamina, Ayelet Shaked.
Luego de mantenerse Bennett como primer ministro por dos años, el centrista Lapid (que ahora ocupará el puesto de ministro de Asuntos Exteriores) lo sucederá en el cargo en 2023. El punto más alto de polarización durante la sesión en la Knesset se produjo cuando los parlamentarios de Sionismo Religioso fueron expulsados del recinto después de protestar contra Bennett y llamarlo "ladrón de votos".
El día fue extremadamente tenso si se le suma la amenaza de un diputado de la Lista Árabe Unida de votar en contra del nuevo gobierno y por los dardos de los diputados del partido de Netanyahu, el Likud, contra los dos artífices de la coalición. De hecho, Lapid ni siquiera pudo pronunciar su discurso.
"Me salto el discurso que planeaba pronunciar hoy porque estoy aquí para decir una cosa: pedir perdón a mi madre. Tiene 86 años y no le pedimos que venga a la ligera, pero lo hicimos porque asumí que serían capaces de comportarse", se lamentó el dirigente centrista antes de abandonar el estrado.
A su turno, Netanyahu disparó un aluvión de críticas contra el nuevo gobierno. "Si estamos destinados a estar en la oposición, lo haremos con la cabeza en alto hasta que derroquemos a este peligroso gobierno", declaró el hasta este domingo primer ministro.
Netanyahu acusó al flamante primer ministro de perpetrar el "mayor fraude desde la historia de Israel" en una coalición que, entiende, lo mostrará debilitado frente a la comunidad internacional. "No tiene una posición global. No tiene la credibilidad. No tiene la competencia ni tiene el respaldo de su propio gobierno, de lo dividido que está", manifestó.
El saliente primer ministro, quien ya ocupó el cargo entre 1996 y 1999, llegó nuevamente al poder el 31 de marzo de 2009 tras las elecciones de ese año, celebradas después de que Ehud Olmert dimitiera en 2008 en medio de acusaciones de corrupción, y desde entonces ha sido la cabeza visible del gobierno israelí de forma ininterrumpida. "Bibi" sufrió un importante deterioro de su imagen en los últimos años, especialmente a raíz de su imputación por corrupción, situación que lo convirtió en el primer ministro en ser sometido a juicio estando aún en el cargo.
Además Netanyahu perdió una considerable cantidad de apoyo en el bloque de derechas. Esta situación se vio reflejada en la profunda crisis política que atraviesa el país desde finales de 2018, cuando la renuncia del entonces ministro de Defensa, Avigdor Lieberman, forzó unas elecciones que abrieron un ciclo de cuatro votaciones en cerca de dos años que derivaron en parlamentos fragmentados y sin mayorías claras.
El Likud de Netanyahu logró una nueva victoria en las elecciones de marzo, si bien el bloque integrado por partidos derechistas y ultraortodoxos quedó lejos de lograr una mayoría. Así el presidente del país, Reuven Rivlin, optó por conceder el mandato a Lapid, un antiguo periodista que se distanció el año pasado del líder del opositor Azul y Blanco, Benjamin Gantz, por su pacto de coalición con el entonces primer ministro. A pesar de todo, Netanyahu sigue siendo una figura altamente influyente en el país y ya adelantó que hará lo posible por derribar a la nueva coalición de gobierno.