El enfermero Ricardo Almirón, la última persona que supuestamente vio con vida a Diego Maradona, será este lunes el primer imputado en prestar declaración indagatoria por la muerte del ídolo. Almirón y los otros seis acusados deberán defenderse de la acusación de homicidio simple por dolo eventual, es decir que su negligencia llevó a la muerte de Maradona, algo que debió representarse porque ya se advertía que el exjugador estaba reteniendo líquido, no se movía de la cama y todo el cuadro era -según los fiscales de la causa- muy peligroso para la salud de El Diez. En el caso de Almirón y de su par Dahiana Madrid se señala que presentaron informes falsos sobre controles que en verdad no hacían porque Maradona era muy resistente a que alguien entrara en la habitación donde estaba acostado.
Todo el caso Maradona está bastante demorado esencialmente porque el equipo de fiscales -Laura Capra, Cosme Irribarren y Patricio Ferrari, coordinados por el fiscal general John Broyard- se tomó el tiempo para hacer una junta médica exhaustiva y realizar un análisis muy detallado de las comunicaciones entre Leopoldo Luque, la psiquiatra Agustina Cosachov, el psicólogo Carlos Díaz, que eran la cabeza del grupo médico y psicológico que atendía a Maradona, y todo el resto de los que participaban del tratamiento.
En lo global, los fiscales dicen que las negligencias fueron de todo tipo y color:
*No hubo seguimiento de las patologías cardíacas.
*Se le suministró medicación contraindicada para sus dolencias cardíacas.
*Se ignoraron los síntomas, entre ellos la hinchazón, lo que significaba que estaba reteniendo líquido, lo que finalmente llevó a su muerte.
*Se evitó la asistencia de personal adecuado. Por ejemplo, se impidió el acceso de un médico clínico y se apartó a los acompañantes terapéuticos.
*Se omitió internar a Maradona en un centro de rehabilitación donde hubiera tenido otro control.
*Se manipuló a la familia para que no estuviera al tanto de lo que estaba ocurriendo.
*Debió haber enfermeros especializados en la problemática de las adicciones, en especial la adicción al alcohol que era la que afectaba a Diego.
*La casa del barrio San Andrés, en Tigre, era inadecuada y no tenía los más imprescindibles elementos para una emergencia.
*En los informes se consignaba información que no se condecía con el real estado y atención médica de Maradona, simulando que se efectuaba un tratamiento sistemático.
*Los enfermeros consignaron falsamente que el paciente había sido revisado en diversas oportunidades. Eso incluye la mañana del 25 de noviembre, el día de la muerte, en que Almirón escribió que entró a la habitación a las 6.30 y Maradona dormía y respiraba normalmente. La autopsia y la junta médica, en cambio, dijeron que llevaba diez horas de agonía.
Cerca del mediodía, Almirón llegará a la fiscalía de San Isidro acompañado por su abogado, Franco Chiarelli, para inaugurar las indagatorias. El enfermero tiene la imputación global de todos los demás acusados, pero su participación en ese entramado es menor: no tenía responsabilidad sobre las decisiones que se tomaron. Lo más probable es que se le reproche esencialmente por los informes falsos y por no haber advertido lo suficiente de los peligros que corría la salud de Maradona.
Todo el proceso derivará, tarde o temprano, en un juicio oral. Y en esa instancia, pero también desde ahora, la principal defensa de los acusados será señalar que Diego no permitía ni los tratamientos ni las revisaciones más básicas. Los fiscales sostienen que Maradona no estaba en condiciones de decidir nada, algo que se vio el dia de su cumpleaños, pero ese debate estará en el centro de todo el caso. Hay médicos que lo trataron en la Clínica Olivos que afirman que Diego les dijo: “ya está doctor, no me jodan más. Yo ya viví”. Y en ese punto entrará la cuestión de si estaba en condiciones mentales para admitir o rechazar un tratamiento.