Duopolio no significa solamente mercado cautivo en dos manos sino, además actuar de consuno y articuladamente. El caso más patente en nuestro país lo tenemos en la industria siderúrgica, con las empresas Acindar y Techint.
El duopolio se empezó a gestar durante la dictadura --Martínez de Hoz mediante--, con leyes como la de subversión económica, que le permitió transferir empresas a favor de Acindar desde las mesas de torturas de campos de concentración (Causa Chavanne, Industrias Siderúrgicas Grassi), y un plan sostenido en el tiempo que hizo inviable la vida de la competencia dependiente del mercado interno y acabó con más de 30 firmas siderúrgicas que existían hasta el año 75. Ambas empresas del duopolio tienen pendientes juicios por violaciones a los derechos humanos, corresponsabilidad empresarial en el terrorismo de Estado y fueron grandes animadores del Consejo Empresario Argentino (CEA) la verdadera pata civil de la dictadura de Videla, Massera y Agosti.
En los noventa, Acindar derrapó y terminó en manos del número uno de la siderurgia mundial, el indio Lammy Mittal. Mientras, Techint se quedó con SOMISA, madre de industrias, se transnacionalizó comprando plantas por todo el mundo hasta llegar a controlar más del 30% de la producción mundial de los tubos sin costura. Ambas firmas siguieron articuladas en la política doméstica y marcaron la política industrial en nuestro país. La otrora poderosa UOM debió lidiar desde la recuperación de la democracia con los dueños de la negociación colectiva. En ambos casos, pese a los excelentes resultados obtenidos en sus balances, fueron de los sectores empresariales que más fastidio explicitaban contra el kirchnerismo. Paolo Rocca es el símbolo de esta política y protagonista activo del rechazo desde el primer día del gobierno de Alberto Fernández.
En la primera etapa del aislamiento pujó por encuadrar a sus empresas dentro de las actividades esenciales, logró que gobiernos municipales las declararan como tales y se enfrentó con dirigentes de la UOM porque pretendía hacer funcionar sus plantas. No era necesidad de producción, sino de generar una rápida y efectiva oposición al gobierno nacional. De ahí en más generó conflictos en todas sus plantas, San Nicolás, Campana, Canning, Valentín Alsina, en todas pretendiendo modificar plantillas, acrecentar mano de obra contratada o tercerizada, desconocer pagos que venían desde hace décadas incorporadas al convenio colectivo. Rocca es dueño de las firmas más conflictivas durante este gobierno.
Acindar a su vez, que venía de despedir a toda la gerencia del área de RRHH acrecentó la presión sobre su personal y se sumó a la presión de Techint. Los últimos episodios con el despido de un operario y la paralización de la planta de Villa Constitución a raíz de la muerte de un supervisor en un accidente en el Tren de Laminación número dos, marcaron un pico en la escalada antigubernamental y antisindical. La muerte de Brian Albornoz, tras varios días de agonía, acaeció el jueves pasado y en respuesta las comisiones internas de Asimra y la UOM determinaron un paro de 24 horas. Al decir de los representantes de ambas organizaciones, fue una muerte totalmente evitable y producto de la presión a la que son sometidos los pasantes y nuevos operarios a los que no se les asigna una tarea fija sino que los pasean por toda la planta sin conocer el mapa de riesgo. Es la primera vez en la historia de la planta de Villa Constitución que un operario cae de esa manera en una fosa de esas características.
Mientras Paolo Roca toma “por asalto” la conducción de la UIA, desconociendo las viejas alianzas, sus gerentes aplican políticas flexibilizadoras en los ámbitos laborales y emprende la cruzada contra la política oficial exigiendo el fin de la prohibición de despidos. En la vida política y mucho más en las relaciones económicas y sociales no existen hechos aislados, sino que la concatenación de ellos marcan una línea y perfilan el futuro. A cada convocatoria al Consejo Económico y Social del gobierno esta derecha empresarial le responde con tambores de guerra. En el pasado el CEA (Consejo Empresario Argentino): Techint, Macri, Acindar, Pescarmona, Fortabat, Bunge & Born, Garovaglio y Zorraquín (Banco Comercial del Norte), Bulgheroni, Arcor, Astra, Celulosa, Aluar, Soldati, Gotelli, Fate, Pérez Companc, los diarios Clarín y La Nación y otros. Junto a la Apege (Asamblea permanente de entidades gremiales empresarias) fueron quienes convocaron a un paro nacional contra el gobierno de Isabel Perón y llamaron al golpe del 24 de marzo de 1976. Hoy es AEA la que encabeza la reacción y el universo patronal dividido y en disputa. La oposición real no está constituida por cuatro cacatúas mediáticos, ni por un bloque de parlamentarios violentos. Al nido de la serpiente hay que buscarlo en la economía real.