Multipremiada en el continente europeo, la serie finlandesa Mental (Sekasin) se inició como una campaña de concientización sobre salud mental que combinaba redes sociales, temas de actualidad y series dramáticas. Basada en hechos reales, la trama se desarrolla en un hospital psiquiátrico, donde cuatro jóvenes con diferentes historias están siendo tratados. La serie estrena su primera temporada este martes a las 22 por Films&Arts. Los episodios duran entre 8 y 12 minutos, por lo que se estrenarán cada martes cuatro episodios.
Mental fue escrita junto a un equipo de expertos con extensa trayectoria en enfermedades mentales y si bien los personajes son de ficción, el guion se basa en historias reales. El personaje principal es Papillon, de 17 años. Tiene un padre violento con un problema de abuso de sustancias, lo que ha llevado a que su vida también se descarrile. Si no cambia de rumbo, terminará en un centro de detención de menores. Papillon termina en el pabellón cerrado debido a la psicosis resultante del uso mixto de drogas. Nightingale es una estudiante de enfermería de unos veinte años que se ha criado en una familia de habla sueca. Ella es un alma creativa y a menudo es señalada e intimidada, hasta la aparición de la esquizofrenia. Hyde es maníaco-depresivo: a veces, está en la cima del mundo, mientras que en otras ocasiones quiere morir. Y Blancanieves sufre el síndrome de la "niña buena".
El productor y guionista de la serie, Jani Pösö, comenta a Página/12 que antes de comenzar a escribir Mental, ya habían hecho una miniserie llamada Lovemilla. “El personaje principal de la serie se volvió muy popular y básicamente lo que sucedió fue que la audiencia comenzó a ‘confesarse’ con nuestro personaje principal, y surgió una gran narrativa en las redes sociales acerca de los problemas relacionados a sus enfermedades mentales, lo que nos llevó a investigar más sobre el tema. En aquel entonces, por 2015, descubrimos la terrible realidad de que uno de cada cinco adolescentes finlandeses padece algún tipo de problema mental, y que la vergüenza y el desconocimiento de dónde acudir son los mayores impedimentos que tienen para buscar ayuda. Así es como realmente comenzó el proyecto”, explica el productor y guionista.
-¿Cómo fue el trabajo de guion? ¿Cuán cercanos son los casos a la realidad?
-La verdad es que se basa en historias reales, nos pusimos en contacto con una ONG que se dedica a trabajar con adolescentes que padecen enfermedades mentales. Trabajamos muy de cerca con los profesionales de la salud mental de esta ONG quienes nos seleccionaron cuidadosamente a cuatro pacientes que tenían diagnósticos similares a los de nuestros cuatro personajes principales. Se puede decir que estos pacientes fueron quienes nos estaban escribiendo el guion. Y luego reescribimos de nuevo. Estuvimos así alrededor de un año y medio para poder fusionar de manera perfecta a nuestros personajes ficticios con los perfiles de esos personajes reales. Comenzamos por hacer una especie de “diagnóstico de escritor” para cada personaje que después se iba desarrollando más y más al conocer los detalles y las anécdotas del “modelo” real de cada uno. Esta información venía tanto directamente de estos “modelos” como de nuestros “expertos en locura”. Y así durante el proceso nos fuimos convirtiendo todos en expertos y sobre todo en buenos amigos.
-¿Tuvo asesoramiento de psicólogos para la construcción de los personajes?
-Sí, tuvimos a la ONG que nos había seleccionado a sus pacientes e inclusive, uno de nuestros actores, en la vida real también es enfermero de un hospital psiquiátrico. Tuvimos por supuesto la ayuda de varios especialistas y los mismos pacientes. Otra cosa interesante de enfatizar es que durante nuestro proceso de entrevistas, si encontrábamos conflictos o versiones distintas entre lo que nos contaban los especialistas y lo que nos contaban los pacientes, siempre nos quedamos con lo que escuchamos de los pacientes, para poder generar la historia siempre a través de la mirada auténtica de quienes padecen una enfermedad mental y no desde la mirada de un psicólogo o la mirada de la sociedad. Esa es una de las características más valiosas de la serie y lo que la hace tan cercana sobre todo con el público que se siente identificado.
-¿Tuvo la experiencia de conocer casos cercanos que le ayudaron a pensar en este tema y que estimularon su creación?
-Sí, los pacientes que nos eligió la ONG y sobre los cuales construimos a cada uno de nuestros cuatro personajes principales. Por ejemplo, el personaje Nightingale está diagnosticada con esquizofrenia. Emparejamos su personaje con las características de una de las chicas reales con esquizofrenia, pero “maquillamos” su personaje agregando un pasado en donde había sido víctima de un serio acoso en la escuela para poder hablar de todo el proceso de cómo ella desarrolló su padecimiento como consecuencia de esa terrible experiencia. Hyde, por su parte, es maníaco-depresivo, tal como el 9 por ciento de la población mundial. Mientras tanto, Blancanieves es muy simpática, es nuestro caso mental multiproblemático con tantas personalidades que perdió el control de sí misma y finalmente Papillon, diagnosticado con psicosis producto de su abuso del alcohol y las drogas y a quien los escritores le dieron la vuelta revelando que, en realidad, su verdadero problema era su padre. Hay muchas anécdotas, por ejemplo pienso en cómo Papillon intercambia su medicamento con otro compañero todos los viernes y este detalle sale de un recuento auténtico que nos hicieron dos pacientes que lo hacían en la vida real. Pienso también en el tercer episodio, cuando a Hyde le viene un episodio alérgico; todo lo que sucede también es exactamente como nos lo contaron que le sucedió a alguien en el psiquiátrico. Así que el comportamiento de los personajes es un retrato muy fiel a la realidad.
-¿Es una serie para quienes están en el campo de la psicología o para cualquiera?
-Creo que para todo el mundo, porque hay una pizca de verdad en cada escena. Hay cosas que has visto o experimentado en tu adolescencia. El núcleo de la historia son esas cuatro personas que constituyen el punto de partida del guion y que fueron nuestra especialidad. Quiero decir que teníamos algunas reservas cuando empezamos a hablar con los pacientes reales en los cuales nos basamos, porque eran personas que estaban en proceso de recuperación y no queríamos que este proyecto llegara a perturbar ese proceso. Pero determinamos junto con los especialistas de la ONG que lejos de afectarlos, eso sería un incentivo para ellos. De hecho, estos pacientes reales aparecen como extras en algunas escenas, detrás de los actores que están personificando las anécdotas reales de sus padecimientos. Fue muy divertido pues filmamos todo dentro de un psiquiátrico y trajimos a otros extras y algunos nos comentaban que ya habían estado internados ahí y usamos a mucha de la gente que trabaja para esta ONG en todo tipo de disciplinas, como constructores y pintores que también están en proceso de recuperación. Los especialistas estaban todos muy entusiasmados por el proyecto, por lo que creo que cualquier otro psicólogo podría disfrutar también tanto como ellos.
-¿Por qué la serie se enfoca en los jóvenes? ¿Cree que son los más vulnerables a sufrir mentalmente?
-Efectivamente eso es lo que reflejan las investigaciones, pero sobre todo, porque ese tema es una papa caliente en todos los países. Diría que cuando se trata de enfermedades mentales en general, cuanto más joven sos, cuando recibís el diagnóstico, es más fácil de tratar y por eso nos enfocamos en eso, porque vimos la necesidad de crear una trama que pudiera concientizar sobre esta temática de estos procesos. Y, en definitiva, sí teníamos como objetivo abrir un espacio para la discusión sobre las enfermedades mentales de los adolescentes porque es algo que ha estado creciendo rápidamente sobre todo en los últimos veinte años.
-¿La serie busca derribar prejuicios sobre las personas que padecen trastornos mentales?
-Creo que sí, y eso me gusta. Esto es sólo mi opinión, pero yo diría que es mucho más fácil avergonzarse de uno mismo cuando sos adolescente que cuando tenés 50 años. Como por ejemplo, este guionista de 50 años que habla mal el inglés (ahora no siento ni la mitad de la vergüenza que hubiera sentido cuando era adolescente). Con los años, con la experiencia, te hacés una persona más fuerte y tenés más herramientas para entender las cosas. Por eso es importante detectar estos desórdenes cuanto antes para poder trabajar en ellos lo antes posible y también resulta muy importante sacudirnos esa vergüenza y asegurarnos que existen recursos de apoyo al alcance de todos.
-¿Qué intenta transmitir con la serie sobre la locura? ¿Sólo entretener o también concientizar?
-Crear conciencia y brindarle a la gente la oportunidad de hablar, abrir un espacio en busca de una forma para lidiar con el problema. En la serie original lanzamos un sitio web de atención llamado Sekasin 24/7. Fue una prueba que estaba planeada para durar unos cuantos días pues tan solo teníamos dinero para sostenerlo durante una semana. Pero resultó que, a pesar de que Finlandia posee el sistema de atención médica más avanzado del mundo, no teníamos un servicio como éste en nuestro país, un lugar a donde pudieran acudir los adolescentes de manera anónima en busca de ayuda. Así que, como era de esperarse, el servicio fue un éxito rotundo, por lo que consiguió financiamiento para seguir adelante indefinidamente. Actualmente sigue operando 24 horas al día, los siete días de la semana, con alrededor de cien personas, y provee ayuda no solamente en finlandés sino también apoya a inmigrantes que hablan en inglés o árabe ¡Y pensar que cuando lo abrimos había una espera de 3 horas y media para poder conseguir hablar con alguien!
-¿Cómo fue replicada la serie en otros países que no tienen la visión de su país respecto de la salud mental?
-En Francia y en Italia compraron el formato e hicieron sus adaptaciones, cuyas diferencias tienen que ver sobre todo con las diferencias en cómo funciona el sistema de la asistencia médica en esos países, mientras que en Alemania se hizo más una remake del programa. Lo que sí resulta universal son los personajes, porque los adolescentes son los mismos alrededor del mundo. La versión francesa, sobre todo, tuvo mucho éxito y fue muy premiada en festivales y la gente comenzó a inundar las redes sociales generando una conversación abierta sobre estos temas de salud mental. Y se cumplió el mismo objetivo de hacer que el espectador sea una persona distinta después de mirar la serie, y que reciba ese mensaje de que “está bien no estar bien” (It’s ok not to be ok). Hay algo en esta serie que tiene una llegada muy especial a la audiencia de todo el mundo.
-¿Existe en su país discriminación social hacia las personas padecen trastornos psíquicos?
-Creo que, en algún punto, en todos los países existe esta discriminación. Pero yo diría que Finlandia es realmente un país relajado de muchas maneras. Diría que hay más personas que se sienten avergonzadas que discriminadas socialmente. Ese fue uno de los hallazgos que hicimos. En Finlandia -y seguramente en los demás países- el problema real es que no querés contarle esto a nadie. La gente siente todavía mucha vergüenza. Los adolescentes no tienen el valor para contárselo a sus padres o a sus amigos y eso es algo que creo que ha cambiado bastante. Y quiero pensar que nuestra serie ha contribuido a cambiar esta percepción.
-¿Qué es para usted la locura?
-Bueno, yo diría que es una especie de ventaja. Yo creo que todos estamos locos de una u otra manera, y eso se convierte en una ventaja cuando podés manejarlo. Y lo que realmente quiero repetir es nuestro mensaje de la serie, que “Está bien no estar bien”. Si realmente te sentís mal no tenés que avergonzarte, tenés que decírselo a alguien, tenés que saber adónde podés acudir a conseguir apoyo. Y es algo que creo que realmente el verdadero objetivo de nuestra serie, además de entretener, es compartir este mensaje de solidaridad y un espacio para poder hablar sobre este tema.