Desde Londres
La cepa Delta, oriunda de la India, obligó al gobierno británico a suspender la salida completa del confinamiento planificada para este 21 de junio. El primer ministro Boris Johnson le pidió al pueblo “un último esfuerzo” al anunciar que la fecha, bautizada “freedom day”, día de la libertad, se aplazaría por cuatro semanas. “Estamos viendo que no podemos simplemente eliminar la covid. Tenemos que aprender a convivir con él. Diariamente estamos más protegidos por las vacunas que reducen la transmisión y nos dan un alto nivel de protección ante el peligro de enfermedades graves y muerte. Pero todavía hay millones de jóvenes que no fueron vacunados y muchos ancianos y vulnerables que pueden sucumbir ante el virus”, explicó el primer ministro.
Boris Johnson señaló que con la variante Delta los casos estaban creciendo a un 64 por ciento semanal y “en las zonas más afectadas” se estaban duplicando. Algo similar está sucediendo con otro indicador clave: las hospitalizaciones. “El promedio de hospitalizaciones creció un cincuenta por ciento y un 61 en el noroeste. Esto nos da una idea de lo que puede pasar dada la implacable lógica del aumento exponencial”, dijo el primer ministro.
La variante Delta, que constituye hoy el noventa por ciento de los casos, es un sesenta por ciento más contagiosa que la Alpha, más conocida globalmente como la cepa británica, dominante desde fines del año pasado y durante la tercera ola este invierno. Con este nivel de transmisión y ante el peligro de que estos números se traduzcan en un aumento de muertes, el primer ministro señaló que el levantamiento de las restricciones sociales sería el 19 de julio. “Es lógico esperar un poco. Para esta fecha las dos terceras partes de la población adulta tendrá las dos dosis”, dijo Johnson.
Los cuatro criterios
Cuando en febrero Johnson anunció las cuatro etapas del plan de salida del confinamiento, explicó que dependerían de cuatro criterios:
+ El éxito del programa de vacunación medido en personas inoculadas
+ Si esta vacunación era efectiva en reducir las hospitalizaciones y muertes.
+ Si el número de pacientes hospitalizados ponía en peligro la estabilidad del Sistema Nacional de Salud (NHS)
+ Si la aparición de nuevas variantes, cambiaba la evaluación del riesgo epidemiológico.
El Reino Unido tiene uno de los programas de vacunación más exitosos del mundo. Más de 41 millones de una población total de 67 millones han recibido la primera dosis, aproximadamente el 62 por ciento de la población. De este porcentaje más del 44 por ciento tuvo las dos inoculaciones.
El plan que anunció Johnson busca completar el proceso de vacunación del grupo de entre 40 y 50 años y tener una dosis para todos los adultos de 18 años para arriba. Pero en esta carrera entre las vacunas y la variante Delta, el gobierno dejó en claro que el programa de vacunación no basta: es necesario dosificar la interacción social, postergar el anheladísimo regreso a una elusiva normalidad.
El primer ministro solo anunció dos excepciones para este freno a la reapertura social completa: las bodas y los velorios. “Las bodas estarán autorizadas con más de 30 personas siempre que respeten la distancia social”, dijo Johnson. Hay unas 50 mil bodas que fueron postergadas desde el comienzo de la pandemia, en algunos casos, más de una vez. La espera estaría tocando su fin. Aunque la información oficial subrayó que se mantienen ciertas reglas, la apelación a la distancia social para cualquiera que haya visto "Cuatro bodas y un funeral" suena a una fantasiosa expresión de deseos.
El criterio político
Como no podía ser de otra manera, la decisión del primer ministro contiene un quinto criterio: el político. Gracias al exitoso programa de vacunación, el grueso de la población olvidó o relegó a un segundo plano la desastrosa gestión de la pandemia del año pasado. Esto le permitió a Johnson salir del pozo en que se encontraba en enero, pero es una popularidad condicional. El Reino Unido tiene uno de los números más altos de muertes en el mundo a causa de la pandemia: entre 127 y 140 mil, según el criterio de medición que se aplique. El año que viene habrá una “Public Enquiry” (investigación con poderes cuasi-judiciales) sobre lo sucedido.
Los familiares y amplios sectores de la opinión pública exigían que la investigación se hiciera este año: si el objetivo de este examen en profundidad era “aprender lecciones”, cuanto antes se hiciera mejor. Por otro lado, está la presión del ala dura de su partido, la prensa conservadora, la industria del entretenimiento, la hostelería, la gastronomía, y amplios sectores sociales que quieren recuperar la normalidad. Uno de los argumentos es que resulta "absurdo" que, a pesar de tener un programa de vacunación más exitoso, el Reino Unido tenga aún más restricciones que muchos países del continente.
Las turbulencias del año pasado y principios de este, parece haberle enseñado a Johnson los méritos de la cautela. Con una cómoda mayoría parlamentaria, puede permitírsela y mostrarse, a diferencia de lo sucedido el año pasado, sensible y alerta al peligro epidemiológico. Esto no lo libra de flancos vulnerables. Según el líder de la oposición, el laborista Keir Starmer, Johnson es el gran responsable de que la variante Delta se haya incrustado en el Reino Unido como en ningún otro país del mundo, salvo la India. “La política de control fronterizo ha sido patética. Se demoró mucho en comenzar la cuarentena en hoteles para los que llegasen del exterior, en especial de países con alto riesgo. Luego se demoró semanas en poner a India en la lista roja cuando había muchísima gente que llegaba diariamente de allí”, dijo Starmer.
Por el momento, las encuestas acompañan a Johnson: la mayoría, un 54 por ciento, apoya una postergación del “freedom day”. El 5 de julio el gobierno tiene que volver a aplicar los cuatro criterios para decidir si el 19 de julio se pueden terminar de levantar las restricciones sociales. En su conferencia de prensa Johnson dijo que sería “improbable” que hubiera una nueva postergación. Mucho dependerá de la, por el momento indomitable, variante Delta.