El enfermero Ricardo Almirón, la última persona que supuestamente vio con vida a Diego Maradona, complicó la situación de sus jefes, coordinadores de la empresa de enfermería y de la prepaga, y de la psiquiatra Agustina Cosachov, al declarar que la internación del astro fue muy deficitaria, sin aparatos de control y que él advirtió al resto del grupo médico sobre los peligros de la taquicardia que percibía en el exjugador desde el primer día. Almirón dijo ante los fiscales del caso que nadie lo escuchó.
El enfermero y los otros seis acusados tienen que defenderse de la acusación de homicidio simple por dolo eventual, es decir que su negligencia llevó a la muerte de Maradona, algo que debieron representarse los acusados porque ya se advertía que el exjugador estaba reteniendo líquido, no se movía de la cama y todo el cuadro era --según los fiscales de la causa-- muy peligroso para la salud de El Diez. El punto más explosivo de la declaración fue que Almirón contó sobre la falsificación de la firma de Maradona, ya fallecido, en la planilla de asistencia de los enfermeros.
“Con vida, lo vi entre las 21.30 y las 22 del día anterior a la muerte. Yo le hice los controles. Después, a las 6.30 de la mañana del 25 de noviembre, antes de dejar el turno, sólo lo vi desde la puerta”. Con ese relato, Almirón dejó en claro que en verdad nadie hizo una real verificación de cómo estaba Maradona a lo largo de 14 horas, desde las 22 hasta las 12, cuando se ingresó a la habitación y Maradona ya estaba fallecido. Para colmo, el enfermero contó que firmó la planilla al irse y es evidente que Maradona después de eso no pudo haber firmado nada. Sin embargo, su firma aparece cruzando toda la planilla, lo que demuestra que --en principio-- es falsa. Los fiscales dispusieron que este martes se inicie un peritaje sobre esa rúbrica.
El centro de la declaración de Almirón fue que la internación domiciliaria no era tal, que no había ni monitores ni elementos de control, que él incluso trajo aparatos propios y al hacer una comparación con internaciones domiciliarias en las que trabajó, las condiciones de la casa del barrio San Andrés eran deplorables. Para agravar aún más las cosas, el enfermero afirmó que fue informando de las dificultades que veía en la salud de Maradona y que no tuvo ninguna respuesta. "Lo vi con taquicardia todo el tiempo, lo puse en el grupo que teníamos y nadie reaccionó". En el grupo estaba la psiquiatra Cosachov, el coordinador de los enfermeros, Mariano Perroni, y la coordinadora de Swiss Medical, Nancy Forlini.
Todo el caso Maradona está bastante demorado esencialmente porque el equipo de fiscales --Laura Capra, Cosme Irribarren y Patricio Ferrari, coordinados por el fiscal general John Broyard-- se tomó el tiempo para hacer una junta médica exhaustiva y realizar un análisis muy detallado de las comunicaciones entre Leopoldo Luque, Agustina Cosachov, Carlos Díaz, la cabeza del grupo médico y psicológico que atendía a Maradona, y todo el resto de los que participaban del tratamiento.
En lo global, los fiscales dicen que las negligencias fueron de todo tipo y color:
* No hubo seguimiento de las patologías cardíacas.
* Se le suministró medicación contraindicada para sus dolencias cardíacas.
* Se ignoraron los síntomas, entre ellos la hinchazón, lo que significaba que estaba reteniendo líquido, lo que finalmente llevó a su muerte.
* Se evitó la asistencia de personal adecuado. Por ejemplo, se impidió el acceso de un médico clínico y se apartó a los acompañantes terapéuticos.
* Se omitió internar a Maradona en un centro de rehabilitación donde hubiera tenido otro control.
* Se manipuló a la familia para que no estuviera al tanto de lo que estaba ocurriendo.
* Debió haber enfermeros especializados en la problemática de las adicciones, en especial la adicción al alcohol que era la que afectaba a Diego.
* La casa del barrio San Andres, en Tigre, era inadecuada y no tenía los más imprescindibles elementos para una emergencia.
* En los informes se consignaba información que no se condecía con el real estado y atención médica de Maradona, simulando que se efectuaba un tratamiento sistemático.
* Los enfermeros consignaron falsamente que el paciente había sido revisado en diversas oportunidades. Eso incluye la mañana del 25 de noviembre, el día de la muerte, en que Almirón escribió que entró a la habitación a las 6.30 y Maradona dormía y respiraba normalmente. La autopsia y la junta médica, en cambio, dijeron que llevaba diez horas de agonía.
Como estaba previsto, cerca del mediodía, Almirón llegó a la fiscalía de San Isidro acompañado por su abogado, Franco Chiarelli, para inaugurar las indagatorias. Lo más sorprendente de su declaración fue que en su defensa Almirón no alegó que Maradona no se dejaba revisar sino que los problemas se produjeron porque las condiciones de esa supuesta internación domiciliaria eran muy malas. El enfermero tiene la imputación global de todos los demás acusados, pero su participación en ese entramado es menor: no tenía responsabilidad sobre las decisiones que se tomaron. Lo más probable es que se le reproche esencialmente por los informes falsos y por no haber advertido lo suficiente de los peligros que corría la salud de Maradona.
Todo el proceso derivará, tarde o temprano, en un juicio oral. Y en esa instancia, la principal defensa de los acusados será señalar que Diego no permitía ni los tratamientos ni las revisaciones más básicas. Los fiscales sostienen que Maradona no estaba en condiciones de decidir nada, algo que se vio el día de su cumpleaños, por lo que debió ser internado en un centro de rehabilitación. Ayer, Almirón se puso del lado de la acusación de los fiscales, porque puso el acento en la negligencia que hubo en todo lo que se hizo.