Días atrás el Presidente Alberto Fernández fue entrevistado por Pedro Rosemblat para sus redes sociales. Esto desató la crítica indignada de varios periodistas de los medios hegemónicos que se molestaron con esa situación. Luis Majul increpó: “¡Señor Presidente dé entrevistas a los periodistas!”.
Hace tiempo que el periodismo hegemónico impone una autolegitimación cuando se atribuye exclusividad sobre un rol social tan valioso como el del derecho a la comunicación. Es dañino para la democracia cuando se concentra la palabra, y más aún cuando desde esa posición de poder se busca anular a todo lo que está fuera de su lógica devoradora.
Nada más lejano al cumplimiento del derecho a la comunicación que colocarse en el lugar de definir quién está en condiciones de entrevistar al Presidente. Cuando se dan este tipo de reacciones podemos inferir que alguna fibra fue tocada, algo molestó. Molesta que el Estado y sus líderes puedan tener otro modo de comunicarse con el pueblo. Indefectiblemente viene a la memoria el histórico anuncio de la formula Fernández – Fernández por parte de Cristina. Un hecho que excedió completamente las expectativas de control de la realidad que el conglomerado de medios asume que tiene.
A la luz de los hechos, una de las tareas principales del neoliberalismo como proyecto político cultural fue la de tergiversar el rol social del periodismo. Con periodistas puestos en el lugar de jueces, que deslegitiman y se apropian de esta herramienta de poder popular. Pero no lo pueden todo, y día a día millones de periodistas y medios populares batallan con las incesantes noticias falsas y campañas de desinformación.
Generalmente volvemos a una pregunta que se mantiene como constante: ¿qué es el periodismo? De hecho, diferentes comunicadores populares dicen “yo no soy periodista”, en una muestra de respeto la enorme tradición de periodistas/intelectuales, y -también- de diferenciación respecto de lo que el periodismo hegemónico hizo con el imaginario sobre el oficio.
En estos días que pensamos tanto en Horacio González y le enviamos fuerza, pensé y volví a su libro “Historia conjetural del periodismo” publicado en 2013 por Colihue. Somos muches quienes cuando necesitamos desafiar nuestras ideas acudimos a Horacio. Afortunadamente su obra abarca la gran mayoría de los debates contemporáneos polemizando todo. En la primera presentación del libro, un 29 de mayo en el Museo del libro y de la lengua, Horacio planteó que su libro llegaba en busca de sumar a una discusión pública urgente.
El libro reconstruye una historia del periodismo, piensa y juega con los hilos que unen a periodistas y medios que marcaron la historia intelectual y política de la Nación. Una reconstrucción que permite ver en el periodismo y la comunicación, además de un oficio que se vive con pasión, una herramienta para la concreción de diferentes proyectos políticos.
En esta reconstrucción, Horacio señala que el periodismo -además de su rol inicial de desmentir los ejercicios de ocultamiento- es una profesión que en la mayoría de los casos es el desdoblamiento de alguna otra actividad profesional, sobre todo la política.
Entonces, pienso cuan necesario es poner el foco en el periodismo que ocurre fuera del clásico set televisivo dominante. Sin dudas, la supervivencia del periodismo es posible por esa llama fundacional que lo une con la política, como búsqueda del bien común y el ejercicio de nuestras libertades.
El periodismo es uno de los bienes más preciados de nuestra sociedad, cada gran protagonista de nuestra historia fue de algún modo periodista. Mariano Moreno es uno de los íconos fundamentales. En estos días celebramos el aniversario de la creación de la Gazeta de Buenos Aires. Mismo año en que la Primera Junta crea la Biblioteca Nacional que, desde 2013, con la Dirección de Horacio, lleva el nombre de Mariano Moreno. En la base de la construcción de nuestra Nación está el periodismo presente. Porque es ineludible la relación entre periodismo y procesos políticos.
En su libro H. González señala que está en juego la supervivencia del periodismo como tutor de una nueva objetividad, “más rica, autoconsciente y capaz de evidenciar sus autocríticas. Sería un gran paso adelante respecto a que la ruinosa objetividad de un largo período anterior, que está cayendo en pedazos ante nuestros ojos”. Ejercer y crear más periodismo es la tarea, viendo quienes se incomodan encontraremos las certezas en la construcción de este camino que se hace luchando contra la mentira sistemática.
*Docente, investigador y Vicedecano de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social, UNLP.