¿Cómo actuar frente a un caso de abuso o de violencia machista en un ámbito dominado por varones cuando se considera que la salida no es recurrir a la justicia? ¿Cómo generar espacios de contención, acompañamiento y escucha? ¿Cómo lograr que los varones rompan con los pactos de silencio y complicidad frente a otros que ejercen violencias? Estas son algunas de las preguntas que se plantean resolver un grupo de pibas agrupadas en la Organización Femenina de Skateboarding Argentina (OFS), una red antipatriarcal que se extiende a nivel nacional desde donde reflexionan cómo saltar la rampa más alta con la que se topan todos los días en las pistas, competencias y campeonatos, esa que frena las ruedas de sus tablas: El machismo.
Las generaciones más grandes de varones son las que hoy se resisten a esos cambios y bajo el pretexto de “nosotros llegamos antes” detentan un poder difícil de roer. Daniela Suarez, conocida en la movida como Deeny, es una de las pioneras en impulsar la organización de las pibas en el skate, patina hace 20 años, se ríe cuando cuenta que arrancó a los 18, ahora que hay nenas de cuatro años haciendo trucos súper avanzados, pidiendo pista en los parques: “Me acuerdo de la primera vez que llegué a un lugar para patinar, donde ahora está el Centro Cultural Kirchner, los pibes me bardearon, pensaban que era groupie, que los iba a ver a ellos y después cuando empezaron a verme todos los fines de semana se dieron cuenta que quería patinar.”
Deeny fue haciendo un trabajo de hormiga para desmontar la primacía de los varones. Desarrolló su propia marca, Shimmer Skate Co. y arrancó vendiendo tablas cuando se dio cuenta que las chicas que patinan suelen conseguir sponsors de ropa y zapatillas pero no de los materiales para desarrollar ese deporte, las marcas de tablas o ruedas no apuestan a ellas. Armó un equipo de chicas a las que les facilita tablas, también empezó a hacer ropa y realiza producciones audiovisuales de las actividades y torneos femeninos. “Un amigo me preguntó por qué en mi equipo eran todas mujeres, yo le dije que hay un montón de marcas de tablas que no tienen ninguna chica en su team y que mientras eso siga así mi equipo va a seguir siendo femenino, porque es un incentivo para ellas, como me a mí pasó al principio cuando no había eventos de skate femenino hasta que empecé a armarlos y se generó un circuito nacional.”
En 2019 junto a 20 compañeras de distintas partes del país y generaciones comenzaron a relevar su presencia en el mundo del skate y tejieron una red de encuentro, comunicación y contención. A través de la Organización Femenina de Skateboarding Argentina (OFS) organizan campeonatos, jornadas, actividades, y campañas de concientización contra la violencia machista. Luego de recibir reiteradas denuncias sobre abuso, acoso sexual, discriminación y violencia de género crearon un manifiesto donde detallan un código de conducta sobre cómo actuar frente a este tipo de situaciones y formas de prevenirlas.
Invitan a que todas las personas que integran la comunidad del skateboarding tomen conciencia y medidas razonables para poner en práctica frente a un caso de acoso o discriminación interviniendo solo cuando la víctima se sienta segura. “Es una responsabilidad ética, moral y colectiva de todos actuar como espectadores activos y apoyar a las víctimas cuando somos testigos o nos enteramos de actos de acoso sexual, discriminación de género y/o violencia, dejemos de mirar para un costado, intervenimos cuando podemos, apoyemos a las víctimas y denunciemos estas conductas”, detallan en el manifiesto desde donde además hacen un llamado a que las organizaciones, asociaciones, federaciones, confederaciones y la industria del skateboarding en su conjunto (empresas, marcas y sponsors) asuman el compromiso de lograr un futuro en el que mujeres, hombres, trans y no binaries estén equitativamente representades.
La invasión de las pibas
Deeny cuenta que cuando arrancaron en 2006 con los eventos de mujeres al poco tiempo se sumaron pibas que tenían un nivel avanzado y comenzaron a organizar campeonatos nacionales divididos en categorías, el más popular es "Girls Invasion" que este año cumplió 15. “El mayor desafío fue el circuito nacional que eran cinco fechas anuales en distintos puntos del país. Negociar el evento, que es algo totalmente autogestionado, se nos hizo muy difícil y también llegar a ciertas provincias. Por ejemplo, en el norte argentino que es híper machista había una pibita que andaba muy bien y nos encontramos con la problemática de que tenía sponsor y el aval del municipio para viajar al campeonato, pero la madre no la dejaba porque decía ‘es cosa de hombres’, entonces nosotras sabíamos que teníamos que llegar ahí y así se fue desarrollando.”
La violencia machista en el skate preocupa porque se trata de situaciones en las que, aún habiendo expuesto los casos, los varones reinciden, “Nos reunimos para hablar con distintas federaciones sobre casos que se reiteraban, solicitamos una sanción para proteger a la víctima porque seguían compartiendo el mismo espacio y desde arriba nos dijeron que no podían hacer nada, que teníamos que denunciarlo en el Ente Nacional de Alto Rendimiento Deportivo. Una de las chicas que denunció en ese organismo le informaron que ya había tres denuncias hacia la misma persona, pero no se tomó ninguna medida al respecto porque no existe una denuncia penal. No podemos dar nombres porque la primera persona que se expone es la víctima, entendemos que hacer un escrache no sirve, no soluciona el problema de fondo y sacamos un comunicado en las redes repudiando a las marcas que abalan a los pibes que fueron denunciados. A raíz de eso empezamos a recibir más denuncias de distintas partes del país de pibas que sufrieron de abusos.”
Otra de las situaciones que debería haber llamado la atención de las asociaciones y sponsors de skate en nuestro país es el episodio violento que protagonizó uno de los campeones argentinos de esa disciplina, Matías Dell Olio en 2016 cuando atacó brutalmente a golpes a un trabajador terciarizado del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires que estaba pintando una pista de skate ubicada en Figueroa Alcorta y Juramento. El ataque fue denunciado en la comisaría 51 de la Ciudad de Buenos Aires. El trabajador permaneció dos días inconsciente e incluso Dell Olio amenazó a la familia del joven en la clínica donde se encontraba internado para que no denuncien el hecho.
Freestyle antipatriarcal
Las redes que tejieron hoy las encuentra fortalecidas y dispuestas a cambiarlo todo: “Hay cosas que ya no toleramos y salimos a responder inmediatamente, hace poco una marca cuyos dueños son parte del comité olímpico publicó en redes una foto donde una chica decía ‘Mi amor te escondí el skate para que podamos pasar más tiempo juntos’ con la pregunta ‘¿vos qué harías?’. Algo súper machista que fomenta la violencia de género, cuando leímos las respuestas a ese posteo nos horrorizamos por la naturalización que hay hacia el femicidio, y la impunidad con la que se manejan. Nos dio miedo, repudiamos eso y tuvieron que borrar la publicación. Con eso convivimos todos los días”, asegura Deeny, y habla de la marca Brothers cuyos dueños integran nada más y nada menos que la Federación Argentina de Deportes Extremos y Urbanos y que es parte de la Confederación Argentina de Patín.
Charol conoció el mundo del skate a través de su hija Ailín que arrancó a patinar antes de los seis años. Ailín le pedía que la lleve a las pistas porque quería participar de los torneos amateurs para niñxs pero no la dejaban patinar solo por ser nena y ni siquiera existía una categoría femenina. Se enojaba mucho cuando le decían ‘qué bien que patinás para ser una nena’. “Así me fui enojando yo también hasta que una vez me encontré con Deeny, que estaba tan enojada como yo”. El enojo se transformó en el motor que las impulsó a cambiar esa realidad: “empezamos a pensar cómo juntar a varias personas que tuvieran ganas de armar algo para que el skate sea más equitativo, y formamos la OFS. En el último torneo de Miramar que fuimos, había una categoría femenina que no era real. Los premios son sólo para los varones y a las pibas no les da muchas ganas de participar,” cuenta Charol.
Desde el 2019 la OFS fue creciendo y comenzaron a plantear la necesidad de un cambio real. Lograron ganar algunas batallas por la igualdad en este deporte, la Federación Argentina de Skateboarding (FASB) estableció premios equitativos, algo que exigieron desde la OFS, y ahora chicas y chicos tienen los mismos premios. Sin embargo, queda un largo camino patriarcal por desmontar, Charol cuenta: “Las categorías femeninas que antes ni siquiera existían, siguen siendo insuficientes, hay solo dos categorías pero los varones tienen muchas más, a las nenas las meten todas juntas. Hoy en el comité olímpico de skate no hay ninguna chica, son todos varones. Cuando pasan cosas que tienen que ver con violencia de género la FASB no responde, no lo entiende. Me gustaría que haya menos complicidad entre los varones, me parece que toman las cuestiones de género solo para hacer publicidad, pero no lo están tomando en serio.”
Otras de las demandas de la OFS es que desde las federaciones puedan generar conciencia para erradicar y prevenir las situaciones de violencia de género en el ámbito del skate, sin embargo, parece no haber voluntad política para desarmar las practicas machistas que manifiestan incluso los varones más jóvenes: “Con el tema de las situaciones de abuso desde las federaciones les exigen a las pibas que hagan una denuncia policial, lo que me parece una barbaridad, porque no todos los casos son judicializables. Hay casos en los que quizás los mismos chabones pueden intervenir marcándoles: ‘flaco esto así, no se hace’ o también implementar alguna forma de reparación porque son chicos muy jóvenes, algunos tienen 15 años, nadie quiere denunciarlos, ni las pibas quieren eso y lo que están probando esos pibes es su propia masculinidad. Entonces tratemos de ver cómo desarmar todo esto desde las federaciones y asociaciones. Sería mejor para todes, no sólo para las chicas, para ellos también, ver si pueden deconstruirse y dejar de ser abusadores, trabajar con los pibes que son jóvenes desde una perspectiva no punitiva”, enfatiza Charol.
Fiama Oviedo es de Rosario y empezó a patinar en 2008, la entrada a los grupos no le fue tan difícil porque estaba acompañada de su hermano, aunque igual le costó insertarse en las pistas en una época donde todos eran varones. “Ahora hay muchas más pibas en los deportes y los chicos, al menos en Rosario, son más inclusivos porque son jóvenes, pibes de menos de 25 años. Acá no somos tantos los que patinamos como en Buenos Aires y las que más activamos somos las generaciones chicas. Los más grandes de la escena del skate, que empezaron a patinar primero y que justamente son varones, les cuesta mucho dar lugar a las nuevas generaciones y a otras formas de pensar, son muy cerrados. En la generación más grande afortunadamente está Deeny, ella para mi es una gran referente. Creo que, si no fuera por ella, si una mujer no hubiese tomado cartas en el asunto en el desarrollo del skate femenino en nuestro país hoy no existiría.”
En Rosario, las pibas se organizaron en la agrupación Pibas Kate Sessh, para que cualquier persona que quiera patinar pueda tener una entrada amigable y estar acompañada. Fiama cuenta que junto a un grupo formaron la asociación Skate Club Rosario que es mixta y abierta para chicas, chicos y chiques: “un espacio democrático y transparente, porque creemos que con el trabajo colectivo se puede llegar lejos, cambiar la mentalidad y hacerlo conjuntamente para contagiar más rápido las buenas acciones”, así lo define. Un lugar donde también llevan adelante acciones para responder a situaciones de violencia de género: “Es un tema que siempre charlamos en grupo y hacemos publicaciones, a veces los varones mismos nos dicen acá está pasando esto y ahí armamos algo entre todos, hay una cooperación y una conciencia de los varones por suerte”, asegura.
El problema persiste en las generaciones grandes de varones que sostienen prácticas patriarcales y parecen no estar dispuestos a eliminarlas, acompañados por el silencio cómplice de otros: “Los más grandes que conocen a varones que ejercieron violencia sobre sus novias, compañeros o esposas se callan o lo pasan por alto. Hay un pibe que va a patinar al parque y está a las puteadas insultando a la gente que pasa alrededor, ese pibe le rompió la rodilla a su novia y la cagó a piñas. No está bueno seguir compartiendo espacio con personas violentas porque hasta su forma de patinar es violenta”, cuenta Fiama.
La resistencia al cambio está también en los varones que ocupan espacios de poder o se sienten “autoridades incuestionables” en el mundo del skate simplemente porque patinan hace 30 años, en este sentido, Fiama asegura: “Creo que muchas federaciones callan porque tienen adentro personas que ejercen esa violencia y son los precursores de esa violencia. Las federaciones apuntan no a construir los valores desde abajo, sino solo a subir y dirigir, pero tengo la esperanza que eso va a cambiar de hecho ya empezó a cambiar. Acá en Rosario hablamos mucho sobre la violencia machista. Hace poco un pibe discriminó a otro por ser gay y enseguida los chicos reaccionaron y lo defendieron, eso muestra que hay un cambio, se está gestando algo que está bueno. Sabemos que hay un chico trans que de vez en cuando venía patinar, pero le daba vergüenza y eso es un garrón, estamos tratando de ubicarlo para que vuelva porque la sociedad ya de por sí lo discrimina y nosotros queremos que no suceda lo mismo en nuestra comunidad.”
Skate en los barrios
Otra de las cuestiones que genera desigualdad a la hora de profesionalizarse en el skate o simplemente practicarlo como deporte, es el acceso a materiales que son realmente costosos: tablas, rampas, cascos, rodilleras, ropa y calzado adecuado, etcétera. Frente a estas limitaciones Deeny cuenta que dentro de la comunidad del skate existe una red de solidaridad donde se intercambian materiales y a su vez se generó una práctica de compra y venta de productos usados: “En el grupo de las pibas, siempre nos ayudamos un montón, sé que entre los pibes también. Si a alguna le falta algo o hay alguna pibita que recién empieza a andar tratamos de ayudarla a armarle una tabla. Hoy hay más chicas con sponsor, obviamente que el trato no es el mismo, estamos camino a eso. La mayoría de las marcas no tienen una chica que las represente, pero de a poco están empezando a sponsorearlas. Hay marcas que se aprovechan y que ven a la piba como una opción de skate femenino, pero en el nivel más bajo de presupuesto. También las chicas comienzan a entender qué lugar están jugando en ese rol entonces exigen lo que les corresponde.”
Fiama cuenta que en Rosario hay mucho compañerismo, desde la asociación lograron abrir una escuela pública de skate, la iniciativa arrancó en 2012 cuando Fiama junto a dos amigas comenzaron a dictar clases para chicas tres veces a la semana y guardaban las rampas en un galpón que les prestó la municipalidad. Ahora la escuela se amplió a los varones: "orientada también a la parte física y deportiva de práctica de skate, pero con todo esto de la pandemia estamos medio paradas. Estamos recibiendo ayuda de la provincia y algunas marcas también nos prometieron que nos van a regalar protecciones y tablas.”
Lul vive en Quilmes, al sur del conurbano bonaerense, es fotógrafa, tiene 24 años y es no binarie, junto a un grupo de chicxs durante la cuarentena comenzaron a reunirse en un skate park que hay en el municipio y formaron un espacio al que concurrían jóvenes no binaries y niñeces trans. Hoy con un grupo de amigxs están recorriendo parques del conurbano para conocer otras movidas y generar nuevas redes de contacto con mujeres, lesbianas, personas trans, no binarias, gays, que estén activando en esos lugares para ampliar la comunidad, se mueven en manada. “Ir a un skate park donde no conocés a nadie y ponerte a andar sola, ahora con 24 años lo hago, pero a los 15 dejé de andar por eso porque en todo el equipo era la única piba y lo mismo les pasó a otras. Las miradas de los varones nos causaban sensaciones muy feas, esas miradas que eran para criticarte como patinás o una mirada acosadora sobre nuestro cuerpo”, cuenta.
Martín Vega vive en San Francisco Solano, una localidad del conurbano bonaerense ubicada entre Quilmes y Almirante Brown. Es usuario de silla de ruedas y desde hace tres años practica Wheelchair MotoCross o WCMX un deporte para atletas que realizan trucos similares a los del skate o el BMX en una silla de ruedas profesional. “Cuando voy a algún skate park, por suerte, nunca tuve que soportar esa mirada de la sociedad que piensa que por estar en una silla no sirvo para nada, así me mira la sociedad todos los días. En los parks me reciben de manera espectacular a todos los lugares a los que voy”, asegura.
Comenzó practicando en la vereda de su casa, entrenaba en su pieza, armaba rampas caseras en la calle, hasta que por primera vez puso sus ruedas en un skate park en octubre del año pasado durante la grabación de su participación en un campeonato mundial virtual. “Yo hago todo a pulmón, ahora estoy usando un casco que me gané en un sorteo y me está ayudando una ortopedia. Las grandes marcas no se fijan en los pibes de los barrios, nos hacen sentir menos. Cuando arranqué con esto me negaron mucha ayuda y después de un tiempo, cuando cada vez más personas empezaron a conocerme, esa misma gente que me rechazó y a la que le había pedido una mano para sacar adelante este deporte, empezó a llamarme, pero me di cuenta que solo lo hacían por interés y eso a mí no me gustó”.
Hoy Martín cuenta con una silla semiprofesional gracias a la ayuda que recibió, lo que le permitió mejorar su nivel de competición. Sueña con abrir una escuela pública para que las personas usuarias de silla aprendan a manejarla, pasar obstáculos y también enseñar WCMX para quienes deseen practicarlo. Una escuela que además desarme el discurso capacitista tan naturalizado en la sociedad: “veo mucha gente con asistentes o veo que la misma sociedad piensa que tenemos que tener a alguien que esté constantemente al lado para ayudarnos y no es así. Yo viajé a Uruguay y a Córdoba solo, quiero enseñarle eso a la gente y mostrarles que ellos también pueden aprender lo que yo hice en cuatro años. Tuve la oportunidad de abrir una escuela pero me ofrecían un lugar con fines de lucro y yo no quiero eso, quiero que sea gratuito para que todos puedan acceder”, asegura.
En el mundo del skate lxs pibxs están saltando bien alto las rampas del patriarcado sin caerse de las tablas, se organizaron no solo para enfrentar la violencia machista sino también para lograr convertirlo en un deporte equitativo, por fuera de las lógicas capacitistas, patriarcales y el pinkwashing de las grandes marcas. Cuestionan la pseudo inclusión de los sponsors y las asociaciones que solo cambian unas pocas condiciones simplemente porque ahora está bien visto “la presencia de mujeres”. Exigen un cambio estructural, un nuevo paradigma, que impulsen verdaderas acciones de conciencia social para prevenir, erradicar la violencia machista y acompañar a quienes la han sufrido desde la reparación partiendo de una base: la respuesta debe ser colectiva y antipunitiva.