El martes 8, en la ciudad de Buenos Aires, murió a los 79 años la teórica feminista, investigadora y escritora Leonor Calvera. Había nacido el 11 de abril de 1942. Visto desde hoy, el desarrollo de su obra, impulsada en soledad y sin ningún apoyo institucional, solo puede despertar admiración. Calvera fue además una de las integrantes de la Unión Feminista Argentina (UFA), fundada por María Luisa Bemberg y Gabriela Cristeller a inicios de los años 1970. Títulos como El género mujer (publicado en 1982, durante la dictadura militar), Camila O’ Gorman (1986) y Mujeres y feminismo en la Argentina (1990) son trabajos fundamentales para entender la evolución del feminismo en el país. Curiosamente, su muerte no suscitó hasta ahora comentarios de las referentes feministas. No obstante, nunca es tarde. “Hacia el porvenir con nuestros muertos”, como se lee al inicio de los poemas de Calvera, que tradujo también obras orientales y occidentales vinculadas con diversas religiones, como Dhammapada. El camino de la ley moral, Doctrina y práctica del budismo y Bhagavad-Gita.
“Fue una feminista de avanzada, una ensayista independiente y todo lo que escribía lo hacía a puro pulmón –dice la ensayista e investigadora Mabel Bellucci-. Lo que sucede es que esas feministas de los años 1960-1970, especialmente de la UFA, las pocas que quedaron vivas tuvieron muchas tensiones entre ellas en cuanto a escribir sobre sus propias trayectorias intelectuales. Alguien deberá hacerlo. Todas las generaciones desde esos años en adelante hemos leído a Calvera”. Aquellxs que la conocieron saben que era una mujer de carácter fuerte y poco proclive a la sociabilidad. “Fue además una de las primeras feministas que incluyó en uno de los títulos de sus libros la palabra género, en momentos en que esa noción conceptual aún no había empezado a usarse en América Latina y el Caribe”, destaca Bellucci. Calvera tuvo participación pública en entrevistas televisivas y medios gráficos durante la dictadura cívico-militar. Es recordada la entrevista que le hizo el periodista Hugo Guerrero Marthineitz en 1984. La revista Alfonsina, que dirigía María Moreno, consigna que el peruano le hizo un “insidioso interrogatorio acerca del amor y el llamado tercer sexo”. Junto con otras feministas, en 1979 firmó una carta de protesta por el despido de una mujer que trabajaba para el Poder Judicial de la provincia de Mendoza, y que había sido echada por el solo motivo de ser madre soltera. A esa carta adhirieron cincuenta mujeres de distintos ámbitos políticos y culturales.
“Calvera es una de las primeras en repasar y hacer visible la historia local de los movimientos feministas en su libro Mujeres y feminismo en la Argentina, algo así como la biblia de las precursoras del #NiUnaMenos –dice la escritora y periodista María Paula Zacharías-. Indaga la presencia de la mujer a través de los diversos períodos históricos, desde un punto de vista personal como activista e integrante de la UFA. Parte de las huelguistas de fines de 1800, rescata a figuras claves para la educación de la mujer como Juana Manso y Juana Manuela Gorriti. Evoca a Evita y el voto femenino. Describe las relaciones entre mujeres y poder durante la dictadura militar, las acciones de las Madres de Plaza de Mayo y la participación de la mujer en la política. Analiza las diferencias entre la primera y la segunda ola del feminismo, de la que formó parte”.
En Mujeres y feminismo en la Argentina, Calvera postulaba (se podría decir que profetizaba) que “la integración cuantitativa de la mujer en todos los planos de la actividad, y su representación proporcional en la toma de decisiones –propugnado por el feminismo–, constituye la base de la transformación cualitativa social y de una auténtica vía de modificación de las definiciones de poder, la justicia, la ética, la vida cívica en general”. Como escribió Moira Soto hace años en las páginas de este suplemento, “Calvera abrió nuevos y estimulantes caminos a la toma de conciencia feminista”. Su obra sigue viva y abierta.