Jorge Alemán termina este libro así: ¿Emanciparse? Sí, porque debes, puedes. Al fin y al cabo, no desear el tiempo siempre interminable de la Emancipación sería, a mi juicio, como no desear.
Hasta ese punto nos lleva e interpela con este libro, que puedo decir sin miedo a exagerar que en él, la escritura de JA, se constituye en la política del nudo en acto y desde ese registro se convierte en un norte muy determinante para quienes tomamos la decisión hace ya algunos años de involucrarnos desde el psicoanálisis con las políticas públicas, con el Estado, con las instituciones, la mayoría de las veces arrasadas por el discurso neoliberal; y muy especialmente desde América Latina, donde esta escritura nos hace redoblar la apuesta en la práctica de la insistencia.
En este libro se leen las marcas de un acto político inaugural y sin precedentes --al menos en los últimos años en Argentina-- de un psicoanalista que asume el lugar de intelectual orgánico pero no de un partido político sino un intelectual orgánico de la emancipación, al haber puesto el DON --como un nombre del amor a lo común--, en el centro de la escena social el año pasado cuando inscribimos en un punto éxtimo de las estructuras del Estado, el Ciclo de conversaciones La época en nosotrxs, nosotrxs en la época, donde lo recaudado fue donado a los comedores sociales de la provincia de Buenos Aires a instancias de una propuesta del intelectual que siempre bordea los límites, los hace crujir no para romperlos, sino para sacudirnos, para despertarnos. Se introdujo allí y en plena pandemia un tope que intentaba ponerse en cruz con el riesgo que en definitiva todos podemos correr, que es el de convertirnos en existencias entregadas al rendimiento, la competencia, la gestión; palabra clave en este lío referido a lo que podemos llamar “habitar el Estado”. Esa rasgadura proveniente de la ética del don conmovió la lógica de la pura gestión de nuestras existencias porque como se advierte en este libro “la vida precaria no sólo es para los vulnerables sino para todos los seres hablantes” y ante esa precariedad, todos estamos expuestos.
Si bien el libro se vertebra en torno a la relación de conjunción y disyunción entre ideología y fantasma tomando las teorizaciones de Althusser sobre la ideología y los aparatos ideológicos del Estado y el concepto de fantasma en Lacan, me interesa ir por sus distintos bordes.
La torsión entonces que se da desde aquel acto hasta este ensayo, en una época que nos atraviesa y de la cual nunca somos contemporáneos como inmediatamente advierte Alemán en el comienzo, por lo tanto no podemos analizarla como un objeto exterior a nosotros, nos lleva a recorrer el enjambre de significantes que insisten en la travesía de anudarse o no, de advenir o no, en Sujetos Políticos de la emancipación, es decir en Sujetos responsables, ya que no cualquier Sujeto es el que puede asumir las consecuencias de su acto, hace falta algo más, hace falta una relación a la verdad que soporte sin embargo la soledad del parletre en el proceso de transformación histórica.
Una de las pistas que da para orientarnos en esos laberintos es conservar lo que deba ser conservado y, desde allí, hace un giro realmente impactante para ubicar al modo moebiano --su modo de escribir está bajo esa lógica--, el estatuto que han cobrado en la actualidad las palabras libertad y emancipación, dando vuelta todo el universo de sentidos y enfrentándonos con que la libertad quedó hoy del lado de las derechas ultraderechizadas que claman desde la desinhibición por la ruptura de cualquier atadura, mientras que del lado de las izquierdas y gobiernos populares que apuestan a los caminos posibles de lo emancipatorio, ha quedado lo que se debe conservar, lo que no puede ser arrasado, lo que no puede funcionar sin legados históricos, herencias simbólicas, ni los velos de la vergüenza y el pudor. Incluso Alemán llega a decir en su libro que las izquierdas y los proyectos populares encarnan hoy el lugar de los aguafiestas de la ultraderecha libertaria. Tremenda encrucijada global. Libertad de derechas para dejar morir, conservadurismo popular para dejar vivir. Quedamos de este modo entre la promesa de satisfacción y goce de los libertarios, y el sistema de imposiciones sacrificiales provenientes de nuestro campo.
En ese contexto, “la lógica amenazante que recorre la humanidad”, como señala JA, llega al punto de convertir a Lo común, lo público, y el propio Estado, en extranjeros en su propia tierra, desplazados en un éxodo significante que sustituye lo nacional por el nativismo o podríamos decir también la soberanía por lo identitario mortífero y la pulsión de muerte, y aquí vemos con todas las letras lo que Jorge introduce una y otra vez: que el discurso capitalista no es una colonización de subjetividades sino una producción de nuevas subjetividades y de nuevos modos de la relación del Sujeto con la verdad. La identidad se alcanza por la lógica del no-todo, donde el verdadero desafío político es amar a la tierra natal sin hacer de la identidad una insignia basada en el rechazo al otro. Y esto podríamos llevarlo a diferentes escenarios donde se disputan estos heterogéneos sentidos, como por ejemplo los profundos debates al interior del feminismo, que es probablemente el espacio topológico de donde ha surgido el más contundente sujeto político de los últimos años.
Pero sin puntos de anclaje o de capitón en la estructura ya nada detiene el delirio incesante en el discurso social, aun allí, en ese extremo, el libro apuesta a lo que todavía tiene de inapropiable el Sujeto del lenguaje. Insiste Jorge en que aún el crimen no es perfecto. Aunque el superyó ordene gozar y sus órdenes aterroricen a los Sujetos endeudados y culpables --mecanismo que detalla este libro--, siempre quedará algo que se mantiene en una incógnita ante lo cual la angustia puede constituirse en el gran momento del proyecto.
Si las derechas parecen coincidir siempre con sus ideales, si los imperativos del mercado no les hacen mella porque ellas siempre dan la talla, y si las políticas de Estado no se traducen en responsabilidad, ninguna de las culpas que el superyó pueda tenerles preparadas harán de límite, ya que como reveló Macri frente al Rey de España, ¡la angustia sobrevino a la emancipación! Pocas veces una frase proveniente de las entrañas el neoliberalismo reveló con tanta transparencia su verdad; y su consecuencia directa: que el Estado puede convertirse en uno más de los sitios para consumar la lengua del mercado. Por ello, el efecto Bartleby al que Jorge apela es para señalar que estamos del otro lado de esa angustia y el proyecto político no puede sostenerse en el eterno acto instituyente.
¿Qué nos queda? ¡La irrupción! la irrupción de lo nuevo, que es lo único que está hecho de la misma estofa que lalengua. Y tuvimos noticias de ello en los últimos tiempos acá en América Latina. El pueblo de Chile, el de Colombia, con los retornos de lo reprimido, incluso aquí en la Argentina resistiendo todos los embates desde un gobierno de tinte popular con sus políticas sanitarias del cuidado bastardeadas por las ultraderechas sin descanso, llegando a su punto cúlmine con la denuncia por envenenamiento a un presidente, por vacunar en plena pandemia, y sin embargo quienes trabajamos en los pliegues estatales sabemos hasta qué punto se intenta proteger el último reducto de libertad que le queda al Sujeto, para sostenerse en la dignidad ante la muerte.
El desborde civilizatorio al que nos enfrentamos en estos tiempos nos vuelve a la pregunta de Freud sobre ¿cuál es el quantum de pulsión de muerte que una civilización puede admitir sin que sus cimientos se vean socavados? Pregunta que Jorge rescata y dado que la circularidad inquietante del discurso capitalista parece no toparse con ningún freno y que las experiencias concentracionarias del siglo XX ya han puesto ante nuestros ojos que la civilización es capaz de soportar un enorme quantum de pulsión de muerte, sabemos que llegamos a este momento con las estructuras socavadas. No obstante, aquí otra vez una lucecita que trae el libro: ¡los nudos! La política de los nudos ante la NOPOLITICA adherida a la felicidad tonta y mortífera de la falta de división del Sujeto, que rechaza toda imposibilidad; los nudos que Jorge expone en el capítulo de las Figuras de lo inapropiable, merecen ser estudiados con mucho detenimiento. Sus nudos herejes hacen honor a los nudos borromeos de Lacan, en aquella topología de su última enseñanza donde apuesta a la invención. Y los dos elementos que inventa poéticamente ofician de cuarto nudo para seguir la apuesta: Santidad y Pueblo-Sínthoma.
Una Santidad ateológica y laica que anuda duelo-memoria-deseo y guarda en su relación con la imposibilidad, la posible escritura de un límite. Allí deben funcionar los legados y la reactivación del deseo que escribe lo nuevo, al modo de Una carta de almor como señala Lacan en el seminario 20.
En relación a los procesos de articulación comunitaria que pasen por la política de Estado, Comunidad es el momento instituyente, lo sólido en lo frágil, Las Madres, La Abuelas de Plaza de Mayo, un destino distinto para aquello que insiste en las condiciones que anuden la política con la verdad, donde se juega el verdadero proyecto sin garantías, donde se produce un retorno de la responsabilidad a lo popular, que surge en el nudo Pueblo-Sínthoma como creación de una voluntad política que sostenga lo heterogéneo de la tríada comunidad, sociedad y Estado, vs podríamos decir, la Nopolítica, neologismo alemaniano que como mencionábamos más arriba refiere a la increencia y rechazo directo en la política, que las derechas asumen como viareggia para provocar un daño sin fin a las democracias.
Si el amor es el garante que intermedia entre el goce y el deseo y lo vemos realizarse en las figuras de lo imposible en este libro, incluso anudando a los sujetos con el Estado, Alemán advierte, remarca, insiste que no se trata solo de un amor, sino de un amor por lo común.
America Latina está desfondada por todos lados, las políticas del odio se propagan y parecen no tener ningún límite, sin embargo casi siempre han venido de allí los nuevos vientos, los nuevos amores.
Para volver al comienzo, una apuesta por la emancipación terminable e interminable es la condición para que el capitalismo no sea la última palabra de la condición humana.
Fabiana Rousseaux es psicoanalista. Dirige Territorios Clínicos de la Memoria.