Araceli Fulles, la joven hallada asesinada el jueves bajo escombros en una casa de la localidad bonaerense de Loma Hermosa, fue inhumada ayer en el cementerio de San Martín, con la presencia de decenas de familiares y amigos que cuestionaron cómo llevó adelante la investigación la fiscal de la causa.
A las críticas se sumó la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, quien dijo que el crimen de la chica de 22 años “fue brutal” y sostuvo que la titular de la Unidad Funcional de Instrucción 2 de San Martín, Graciela López Pereyra, “tendrá que repasar un poco sus tareas”, en referencia a que demoró 25 días en hallar a la joven, vista por última vez con vida el 2 de abril.
Mientras tanto, el principal sospechoso del crimen, Darío Badaracco, de 29 años, quien fue detenido en el barrio porteño de Flores, luego de que una vecina lo identificara y avisara a Gendarmería (ver aparte), fue trasladado ayer a la tarde por efectivos de esa fuerza para ser indagado por la fiscal.
Luego de extensas entrevistas con los abogados defensores (López Pereyra y sus colegas Héctor Scebba y Alejandra Alliaud, que se sumaron de forma provisoria a la causa), indagaban anoche a los sospechosos y se esperaba que las audiencias se extendieran varias horas.
La despedida de Araceli comenzó el viernes a la noche en una cochería de San Martín, donde se debió interrumpir el tránsito por la gran cantidad de asistentes, y ayer a la mañana su padre, Ricardo Fulles, afirmó: “Todavía no sabemos por qué se ensañaron así, de esa manera. La maldad que tienen... no puedo entender esa parte”. “Tenemos tristeza en el alma y en el corazón” por todo lo que pasó, sostuvo el hombre, que volvió a criticar a la fiscal al señalar que “no está capacitada ni para sacar a un chico a dar una vuelta a la plaza”.
Acerca de los siete detenidos que hay en la investigación, dijo sentirse “contento”, pero estimó que “es probable que falte la parte financiera que los bancaba para hacer muchas cosas”.
Gisele, prima de Araceli, dijo que la joven “no se merecía terminar como terminó” sino que “se merecía seguir con vida, formar una familia y seguir su carrera”. “Pedimos que nos respeten y que la respeten. Ella sobre todo era una mujer. Queremos que nos dejen de matar. No somos cualquier cosa, no somos un pollo para que nos descuarticen, nos maten y nos tiren como a ellos se les canta”, expresó notablemente compungida, y agregó: “Somos mujeres, madres, ¿de dónde salieron esos hombres?”.
Además, criticó a la fiscal porque en tres oportunidades había tomado declaración como testigo a Badaracco, el hombre que había estado con Araceli durante la madrugada en que ella desapareció, dueño de la vivienda donde finalmente fue hallado el cadáver y en cuyo camión se halló ADN de la chica. “Va a tener que dar la cara y decir por qué lo dejó en libertad después de esas tres declaraciones dudosas”, expresó Gisele.
En ese mismo sentido, la ministra Bullrich afirmó que “por suerte la Gendarmería Nacional logró detener al presunto autor material del homicidio gracias a la colaboración y valentía de una vecina que vio a un hombre muy sospechoso”, afirmación que luego fue desmentida (ver aparte).
El cuerpo de la joven fue hallado el jueves a la noche en la vivienda de Badaracco, ubicada en la calle Alfonsina Storni 4477 de la localidad de Loma Hermosa, partido de San Martín, desnudo y cubierto por materiales de construcción.
La casa ya había sido rastrillada pero no se había encontrado nada sospechoso, por lo que cree que el cadáver fue llevado hasta allí luego de ese procedimiento y se tapó con algunos escombros y cal.
En forma paralela, en la casa del sospechoso se hallaron elementos compatibles con las marcas de ahorcamiento que presentaba el cuerpo de la víctima.
En la causa ya hay otros seis detenidos, entre ellos Carlos Damián Alberto Cassalz (34), dueño del corralón donde trabajaba Badaracco, quien fue miembro de una superbanda de secuestradores (autores, entre otros, del secuestro al hermano de Juan Román Riquelme y al papá de Juliana Awada) que actuó entre 2001 y 2002, y estuvo preso hasta 2005, cuando fue excarcelado.
Cassalz, los hermanos Jonathan y Emanuel Avalos (de 29 y 25 años, respectivamente) y Marcos Ibarra, de 32, están acusados de “homicidio agravado” y los otros apresados son dos empleados del corralón de Cassalz, llamados Hugo Martín Cabañas, de 46 años, y Marcelo Ezequiel Escobedo, de 37, quienes están acusados de “encubrimiento” ya que habrían ayudado a Badaracco a huir cuando era buscado por la desaparición de Araceli.