Para la cultura de internet, el 2011 fue un año clave. Gatos con cuerpo de tostada sobrevolaban el cielo trazando arcoiris, unicornios animados se robaban sus riñones, caricaturas de rostros deformes estallaban en ira acompañadas por textos absurdos con errores de tipeo intencionales. Emergía un culto a lo “quirky”, a todo lo dulce, bizarro, incómodo a la vez. El consumo de memes (un término que podría traducirse como “cualquier material digital, generalmente asociado al humor, que se difunde a gran escala en internet”) empezaba a moldear las maneras de ver el mundo y de comunicar ideas.
En ese panorama nuevo, casi inexplorado, apareció el videoclip de “Friday” en Youtube. La cantante era Rebecca Black: una chica de trece años que rapeaba con tono robótico sobre la rutina y los deseos de cualquier persona de su edad. Levantarse a la mañana, comer cereales, odiar ir al colegio y amar los fines de semana. El conflicto más intenso de la lírica era la dificultad de decidir en qué asiento del “autobús” debería sentarse. La pantalla verde de ese video amateur llevaba a un grupo de chicas desde el bus escolar hasta una alfombra roja donde festejaban la llegada del esperadísimo viernes. Cualquier influencer actual chillaría ante la ausencia del retoque digital en sus caras. Ellas sí se veían como auténticas preadolescentes, dando pasos de baile incómodos en esos vestidos de fiesta que probablemente estaban usando por primera vez. “Friday” estalló en un fenómeno salvaje que se apoderó de la cultura pop: en pocos días el videoclip fue visto por millones de personas de todo el mundo. Internet se empapeló de covers, remixes, parodias y gifs donde la cara de Rebecca se mezclaba con cajas de cereal, y ese hit pegajoso se convirtió, según los medios internacionales, en “una de las peores canciones de todos los tiempos”.
Mucho antes de la existencia de las estrellas de Tiktok y de las empresas que, hoy en día, fabrican canciones para adolescentes famosxs en las redes, ARK Music Factory, un sello discográfico ubicado en Los Ángeles, ofrecía a cualquiera que pudiera pagarlo la grabación de un single con su correspondiente videoclip. La familia de Rebecca decidió regalarle su propia fantasía de estrella pop, sin imaginar la magnitud que tendría ese capricho adolescente. Nadie predijo la importancia que le darían los comentarios críticos que rápidamente colapsaron todos los portales de noticias: apuntaban a la simpleza y la ingenuidad detrás de la letra, al uso de autotune y a sus intentos desesperados por convertirse en un himno de fiesta. Fue la misma época en que Justin Bieber causaba obsesión y a la vez era defenestrado por su voz aguda, su peinado “de nena” y su estética “gay”, motivo suficiente para que jóvenes de todo el mundo confesaran sus ganas de asesinarlo. La misoginia se plasmaba en todas las construcciones de la cultura virtual, el rock y sus derivados aparecían como únicos estilos musicales legítimos para los adolescentes que pasaban sus días publicando memes y discusiones en foros Como todo fenómeno viral, es difícil encontrar un detonante, el punto exacto en que los memes se convirtieron en amenazas de muerte y de violencia que llegaban directamente a la casa de esa niña de trece años. Pero ese mismo año, la madre de Rebecca la retiró del colegio porque no soportaba el bullying de sus compañeros de clase. Y no supimos nada más de ella.
¿Cómo viviste la experiencia, en su momento, de grabar el videoclip de “Friday”?
-La verdad es que yo estuve muy poco involucrada en el proceso creativo de “Friday”. Todo estaba casi pre planeado, y yo de alguna forma me dejé caer ahí. Una situación rara pero entendible, porque era sólo una niña, pero a la vez es completamente opuesta a la manera en que trabajo con la música hoy en día. Dije que sí a Friday, no lo pensé mucho, porque honestamente pensé que nadie lo iba a ver.
¿Y qué música te gustaba en esa época? ¿Tenías referentes?
-Tuve un gusto musical bastante ecléctico en mi infancia. Escuchaba de todo, desde Lesley Gore hasta No Doubt, y tenía muchas influencias hispanas como Julio Iglesias. Mi gusto por el bolero clásico viene por mi mamá, que es inmigrante mexicana.
Desde convertirte en un meme hasta recibir amenazas de muerte... ¿cómo vive eso una chica de trece años?
-Me afectó muchísimo. Fue un golpe durísimo para mi autoestima. Si yo te dijera que no fue la experiencia que más me ha costado atravesar, te estaría mintiendo. Sufrí mucho el sentirme un fraude, dudar de la persona que era. He intentando ser mucho más honesta sobre mi experiencia porque ahora, en retrospectiva, pienso que como sociedad tenemos una gran responsabilidad en cómo tratamos a los adolescentes. Su crecimiento emocional, su visión del éxito, todo eso depende de la forma en que sean tratados: un comentario casual, una pequeña burla, puede marcar a una persona joven para siempre.
DEL AUTOTUNE A LA VOZ PROPIA
El fenómeno de “Friday” vivió un ciclo idéntico al de cualquier meme: después de la explosion, la cara de Rebecca desapareció entre las sombras del mundo virtual, casi sin dejar rastros. Recién en 2017 lanzó tímidamente un EP y un par de videoclips que no llamaron particularmente la atención. Un año más tarde hizo su primera aparición pública en el programa de televisión Talent Recap: el típico reality estadounidense en que distintos artistas compiten para demostrar su talento. Vestida con una camisa y el pelo recogido hacia atrás, Rebecca esbozó una suerte de redención, una forma de enterrar el pasado y desligarse de su imagen antigua. Estaba claro: ya no quería ser recordada como “la niña Friday”, y su performance parecía tener la finalidad de demostrar eso, que era una “auténtica” cantante y no una hija del autotune, una adulta capaz de conmover a un público que estalló en gritos y aplausos.
A la vez, Rebecca se adentró en el mundo de YouTube con un canal dedicado a su vida personal en el que subía videos de covers, anécdotas, y escenas cotidianas. Hizo colaboraciones, también, con una comunidad lésbica de youtubers. No fue necesario que Rebecca hiciera ninguna declaración en torno a su identidad. La mítica queer de su personaje de outsider, una adolescente relegada de cualquier espacio que pudiera considerarse “cool”, la incomodad dulce y camp, todo eso hizo que la comunidad LGBT de las redes sociales la asimilara de una manera casi automática como “una de nosotrxs”. Para el mundo hetero, mientras tanto, aún permanecía entre las sombras, como un chiste lejano.
¿Las repercusión de “Friday” trajeron alguna experiencia buena? ¿Existían espacios seguros para vos en Internet?
-Me sentí segura en comunidades como Tumblr, conociendo personas que vivían en distintos lugares del país. Eso es algo que amo del mundo de hoy, que lugares como Twitter te conectan con gente que nunca hubieras podido encontrar de otra manera. Todas mis experiencias me convirtieron en la persona que soy, y eso sí me parece positivo. No me conozco de ninguna otra manera, y hoy en día me siento en paz con las secuelas de “Friday”. Pero lo que realmente cambió en los últimos años es que empecé a dedicarle energía a desenredar los procesos de pensamiento que me hacían sentirme tan terrible conmigo misma.
10 de Febrero, 2020. Una publicación de Instagram causa furor en la web. En la foto, una chica de piernas largas, botas rojas y corte carré mira a cámara con expresión desafiante. La cara resulta familiar. ¿Quién es ella? “9 años atrás, el videoclip de una canción llamada ‘friday’ fue subido a internet” así empieza su post. A este punto de la lectura, no quedan dudas: es Rebecca Black. Continúa: “Más que cualquier otra cosa, desearía poder volver en el tiempo y hablarle a mi yo de 13 años, avergonzada de ella misma. A mi yo de 15 años, que sentía que no tenía a nadie con quien hablar de la depresión que atravesaba. A mi yo de 17, que llegaba a la escuela para que sus compañeros le arrojen comida”. Al deslizar la foto, nos encontramos su icónica imagen antigua, ese meme que logró cristalizarse en nuestra consciencia colectiva: una Rebecca adolescente, sonriendo con raya al costado y los dientes torcidos.
Después de esa foto vienen muchas más. Rebecca con el pelo azul, rojo, con peinados de trenzas larguísimas y coronas de espinas rojas, con vestidos amarillos que parecen salidos de un cuento de hadas, con corsets blancos y peluca rubia. La mayor diferencia entre esta Rebecca y la de hace unos años, esa chica que apareció vestida de gala en Talent Recap, es que su deseo ya no pareciera ser la redención. No quiere “enterrar el pasado”, dejar de dar “cringe” -el término virtual para hablar de “vergüenza ajena”, una clave para entender la historia de Rebecca. Su puesta en escena es una reivindicación total de su narrativa como personaje que dio lugar a miles de memes y parodias. Es consciente de la mitología virtual que rodea la historia de “Friday”, y quiere reclamar esa historia como propia. Contarla, por primera vez, con su propia voz.
En enero de este año, Rebecca lanzó “Girlfriend”: un track de pop meloso y eufórico. La canción es dulce, azucarada, tranquilamente podría ser el soundtrack de una película romántica de los años 80. Con un beat nostálgico, declara ese deseo que se ha convertido en un cliché lésbico: quiere volver con su ex novia aunque a todas sus amigas les parezca una pésima idea. En el videoclip nos encontramos con una Rebecca que, casi como homenaje a su imaginario fundacional de “Friday”, vuelve a situarse en un baile de fin de año escolar. Las escenas en las que aparece melancólica, rodeada de globos desinflados en su prom party fallida, se intercalan con encuentros telenovelescos entre ella y su novia.
¿Dirías que tu canción “Girlfriend” fue una manera de salir del closet?
-En realidad salí del closet en la primavera del 2020. Pero aunque ya fuera público, mezclarlo con la música y mostrarme a mí misma a través de ese video se sintió como salir del closet de vuelta. Algo que me encanta de este momento que estamos viviendo es que mucha gente queer está encontrando formas de expresarse y sintiéndose con el poder de usar sus voces más que nunca, y esto lleva a muchísima más representación, perspectivas más únicas. En ese sentido, “Girlfriend” fue un capítulo importante en esta nueva etapa de mi vida, porque fue mi manera de encontrar mi propia voz. Quise que fuera lo más fiel posible a mis sentimientos.
En el videoclip volvés a ese escenario estilo prom dance de colegio secundario. ¿Por qué te atrae tanto esta estética?
-Para “Girlfriend”, quise tomar una experiencia icónica, facil de reconocer, que todos hemos visto un millón de veces en la cultura tradicionalmente heterosexual del cine y la televisión. Quise darle una perspectiva queer. Crecí enamorada de la dulzura enfermiza y camp de las comedias románticas, pero nunca me pude ver a mí misma como ninguno de los personajes principales. Por eso se me ocurrió imaginarlo de esta manera, para que con suerte otras personas puedan imaginarse y proyectarse de una manera romántica, algo que yo no tuve la posibilidad de hacer.
Sería interesante imaginar la casilla de mensajes que plagaron los DMs de Rebecca después de su aparición en instagram. Ya sea por una transformación cultural, una mayor empatía general, la nostalgia y el cariño hacia los personajes que forjaron a una generación, o incluso gracias a una redención exitosa, cuesta encontrar comentarios violentos u ofensivos debajo de sus publicaciones. Alguno de los mensajes más notables que recibió, sin dudas, fue el de Dorian Electra, artista no binarie, referente del hyperpop: un género que pone énfasis en las identidades queer, la distorsión de las voces, los sintetizadores chiclosos y burbujeantes, sonidos pegajosos, surrealismo, referencias a la cultura de internet.
Si la comunidad LGBT aún no estaba pendiente de la nueva Rebecca, su aparición en “Edgelord”, el single de Dorian Electra, dejó a cualquier amante del pop queer con ansias de ver más de esta dupla. Y no decepcionaron: Rebecca eligió a Dorian para participar en su video más significativo hasta ahora, el remix de “Friday” que grabó este 10 de Febrero, aniversario de la canción que cambió su vida. Un sueño febril, una reivindicación del pasado y de sus traumas. El track conserva su letra y vocals originales, pero esta vez están pitcheadas en un tono ardillesco que nos lleva del 2011 hacia futuros desconocidos. Si alguna vez fue defenestrada por su uso del autotune, ahora le hace honor al hyperpop y reclama ese recurso como parte de su puesta en escena. El remix está producido por Dylan Brady, mitad de 100 Gecs, el dúo que destruye y reinventa el pop experimental, con colaboraciones de artistas como la rapera genderfluid Big Freedia y 3OH3!, una banda que fue soundtrack inolvidable de la explosion del humor virtual, la misma época en que Rebecca apareció en nuestras pantallas por primera vez.
Ahora se te nota muy cómoda en el mundo del hyperpop, la PC music...
-En el último tiempo empecé a sentir cierto sentido de libertad en mi vida, para explorar y experimentar con cosas sin el miedo que tenía antes. Algunas comunidades en particular, como la del hyperpop, las venía observando y admirando de lejos. Por ejemplo, durante años fui fanática de Dorian Electra, 100 Gecs, Shy Girls, Arca. Sus trabajos me interpelaban de una manera que yo todavía no podía terminar de articular. Obvio que al mismo tiempo me estaba poniendo más y más en contacto con mi identidad queer.
¿Podrías contarme algo sobre tu proyecto nuevo, las temáticas, el sonido que tiene?
-Fue increíblemente sanador para mí escribir y tener un espacio para compartir y expresar mis pensamientos este último año y medio. Para ser honesta, en el transcurso del año en que este proyecto fue escrito, mis referencias sónicas estaban evolucionando constantemente, así que el tracklist final terminó siendo muy variado. No lo armé en torno a un registro totalmente hyperpop ni pop clásico. Pero sí puedo decir que tiene mucho que ver con mis experiencias en el amor queer.
Esta semana acaba de salir su nuevo disco, Rebecca Black Was Here, que incluye la canción “Personal”, un himno post ruptura con sonidos hyperpop. En el video, mientras le canta a su ex amante vestida de ama de casa, termina enfundándose en el traje de American Psycho y balanceando una motosierra con diamantes incrustados. “Worth It For The Feeling”, otro de los temas, está más cerca de las estructuras clásicas de la música pop. En todo su esplendor femme, aparece en un escenario lyncheano, atrapada dentro de un mazo de poker. Estos dos himnos multifacéticos del dramatismo lésbico empiezan a moldear un nuevo camino en la carrera de Rebecca, meme viral devenido en estrella pop, heroína irónica de su generación.