La 4° edición del Festival Internacional Raíces para Niños y Niñas será híbrida: habrá 18 funciones presenciales con protocolos en las sedes mexicanas de Guadalajara, Zapopan y los Altos de Jalisco; 10 funciones virtuales en las que participarán compañías artísticas de Argentina, México, Colombia, Brasil y Chile; y también talleres –en ambos formatos– con inscripción previa. Las actividades abarcan múltiples disciplinas (teatro, música, danza, cuenta cuentos, multimedia), serán de acceso libre y gratuito, y se llevarán a cabo del 18 de junio al 11 de julio. La programación se encuentra en la web del festival y las funciones virtuales serán transmitidas por YouTube.

“El festival nació en 2017 tanto en Jalisco (México) como en Buenos Aires, en diferentes fechas. Las primeras tres ediciones fueron presenciales, pero el año pasado estábamos a punto de iniciar la cuarta edición y llegó la pandemia. Ya teníamos la programación, los grupos invitados y la gestión, pero se decidió posponer todo tal como estaba pensado para este año. En 2020 lanzamos una serie web con cápsulas en las que participaron los grupos de todos los países invitados”, cuenta a Página/12 Araceli Flores, actriz, directora e integrante de la compañía AjíMaíz (México-Colombia-Argentina) que organiza el festival.

En contexto de pandemia, la virtualidad se convierte en un recurso tanto para llegar a más públicos como para garantizar la participación de las compañías de Argentina, Brasil y Chile ante la imposibilidad de desplazarse (sólo el grupo de Colombia viajará a México para funciones presenciales). “Uno de nuestros principales objetivos es llevar actividades artísticas y culturales a lugares descentralizados, para niños y niñas en situación vulnerable. Hemos trabajado en comunidades indígenas, casas-hogar, colegios de personas privadas de su libertad, hospitales y centros culturales descentralizados, además de teatros convencionales y librerías”, destaca la directora.

Uno de los pilares esenciales del evento es la recuperación del patrimonio cultural de aquellos colectivos y comunidades que han sido históricamente invisibilizados. “En una sociedad es importante fortalecer nuestras raíces para poder transformar de alguna manera el presente y el futuro; mucho más cuando se trata de las infancias. Nosotros buscamos contribuir al empoderamiento, al desarrollo de la creatividad y a cimentar unas raíces fuertes para que los niños puedan volar. El nombre del festival responde también a nuestros lazos con el Centro Cultural Raíces, ubicado en el barrio de Balvanera”, explica Flores.

Tremendos Grandulones.

Francisco Olano es integrante del grupo argentino Tremendos Grandulones, que se presentará de manera virtual el domingo 4 de julio a las 20 a través de YouTube (con retransmisión en Facebook). “Tremendos Grandulones comenzó hace seis años. Desde entonces nuestro desafío fue comunicarnos con la niñez desde nuestras músicas y textos. Cada integrante viene de tocar en géneros muy distintos, entonces al encontrarnos nace una hermosa convivencia de rock, ritmos latinos, folklóricos y demás. Nos animamos a jugar con eso para enriquecer el espectáculo y llegar a la infancia con música a la que intentamos darle una mirada propia, teniendo siempre presente quiénes van a ser los espectadores. Intentamos hacer una música de convivencia donde las infancias puedan encontrarse con sus pares y su familia. Creemos que son tiempos para enfocarse en eso, incluyendo el humor, la fantasía y las diversidades. Debemos seguir cuidando los canales de comunicación con la infancia desde las artes; en nuestro caso, con la música y la palabra”.

El vuelo de las grullas (de la compañía AjíMaíz) tendrá dos funciones presenciales; la del domingo 11 será transmitida a las 15 por YouTube a modo de clausura. Con respecto a esta creación, Flores cuenta: “Ese montaje partió de una pregunta: ¿qué sucede con los niños en la guerra? Las guerras siempre son atroces y estamos completamente en contra de que existan, pero la mayoría de las veces uno piensa en adultos peleando o defendiéndose. Acá nos preguntamos por los niños, empezamos a investigar y decidimos enfocarnos en la Segunda Guerra Mundial a partir de la historia de una niña que existió y que hoy es símbolo de paz en Japón: Sadako Sasaki. Hicimos una creación libre pero a la hora de construirla optamos por técnicas que estuviesen vinculadas con ese país. Toda la estética, por ejemplo, fue pensada a partir de la materialidad del papel”. La pieza incorpora teatro, títeres y objetos, música en vivo y digitalizada, técnica stop motion y elementos de danza butoh.

Esta cuarta edición cuenta con el apoyo de instituciones como Iberescena, Centro Cultural San Martin, Secretaría de Cultura Jalisco, Cultura Zapopan y Cultura Guadalajara, entre otros. Flores celebra el mestizaje de visiones, estéticas e intereses generado a partir del intercambio, y Olano destaca que “participar del Festival Raíces es maravilloso porque supone encontrarse con artistas de toda Latinoamérica y llegar a sitios donde no llega casi nada, en donde hay niños y niñas que tienen un acceso muy limitado al consumo cultural. Hemos tenido la suerte de estar en ediciones anteriores. El festival fortalece las identidades, abre mundos a los más pequeños y genera circuitos para los artistas. Lo vemos crecer año a año al igual que los niños: con nuevas sedes y ciudades, adaptándose a las nuevas formas de comunicación, con más lenguajes artísticos y países involucrados. Sinceramente, queremos que haya Festival Raíces siempre. Nosotros vamos a estar ahí, con nuestras canciones, sumando para que nunca deje de crecer”.

Informe: Laura Gómez.