Puerta giratoria es un término utilizado para describir la alternancia entre la función pública y la actividad privada. La influencia del establishment sobre las políticas públicas se corporiza en ellos, hombres y mujeres de confianza del sector empresarial dispuestos a ocupar cargos públicos para seguir defendiendo, desde esa función, los intereses del sector privado que los promociona. Una vez cumplida su misión como funcionarios, el sector privado vuelve a cobijarlos a la espera de que, un nuevo gobierno amigo, los precise.

Un ejemplo de esta puerta giratoria acaba de producirse con la asunción de Gustavo Cañonero como director y portfolio manager de CMF Asset Management, entidad cuyo titular también preside el Mercado Abierto Electrónico (MAE) donde se operan grandes operaciones cambiarias y bursátiles. Así lo informó en un artículo un medio comercial que tituló “Quién es el exvicepresidente del Banco Central que ahora volvió a la banca privada”. Un titular que parece repetirse con Cañonero ya que cuando asumió el cargo en el BC habían titulado: “Quién es Gustavo Cañonero, el nuevo vicepresidente del BCRA”.

En aquella nota informaban que Cañonero había pasado por Salomon Brothers y el FMI, organismo en el que se desempeñaba como economista en el departamento Europeo y del Hemisferio Occidental. También señalan que “Cañonero conoce a Caputo desde fines de la década de 1990, cuando coincidieron en el Deutsche Bank”. 

Su antiguo amigo del Deutsche, definido por Macri como el “Messi de las finanzas”, asumió como presidente del Banco Central en el medio de una corrida cambiaria. Hasta ese momento, Cañonero presidía al fondo financiero SBS, representante local del grupo internacional Templeton. Entre Caputo y Cañonero habían tejido una arriesgada operación por la cual el fondo Templeton y BlackRock ingresaron 3000 millones de dólares para comprar un título local en pesos (BOTES). A cambio, el Central garantizaba la estabilidad del dólar con una oferta de 5000 millones de dólares a 25 pesos por dólar en el MAE.

La operación fue ruinosa para Templeton, ya que el FMI obligó a dejar flotar el dólar que pronto escaló a más de 40 pesos. En el medio de esa escalada, Caputo lleva a su amigo al Central, tal vez para garantizarle un empleo público después de haber generado una pérdida de 850 millones de dólares a Templeton a tres meses y medio de haber comprado los BOTES. 

Poco después, Caputo desobedece al FMI e interviene en el mercado de cambios para frenar la escalada del dólar. Su desobediencia le cuesta el cargo, pero su amigo se aferra a la vicepresidencia del Central hasta el fin del mandato de Macri. 

No se le conoce empleo hasta su reciente puesto donde estará “a cargo de la estrategia para los clientes institucionales y banca privada en los fondos comunes de inversión, banco y sociedad de bolsa de CMF”, quienes rezan porque les vaya mejor que a Templeton con los BOTES.

@AndresAsiain