El papa Francisco aprovechó la invitación para hacer uso de la palabra en la apertura de la centésimo novena Conferencia Internacional del Trabajo para reiterar las principales cuestiones de su enseñanza social, demandar cambios en el mundo del trabajo, advertir sobre el desempleo y la pobreza, reivindicar el papel del sindicalismo y de los movimientos populares, afirmar que es necesaria “una reforma a fondo de la economía” y ratificar que, a su juicio, la propiedad privada es “un derecho secundario” que depende un derecho primario entendido como “el destino universal de los bienes”.
Jorge Bergoglio se dirigió a los participantes de la conferencia de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) a través de un video y hablando en español para pedir que “busquemos soluciones que nos ayuden a construir un nuevo futuro del trabajo fundado en condiciones laborales decentes y dignas, que provenga de una negociación colectiva, y que promueva el bien común”.
Propiedad privada e Iglesia Católica
En su referencia a la propiedad privada el Papa recordó y reforzó el concepto que la Iglesia Católica ha venido sosteniendo especialmente desde el Concilio Vaticano II (1962-65). “Junto al derecho a la propiedad está el más importante y anterior principio de la subordinación de toda propiedad privada al destino universal de los bienes de la tierra, y por tanto el derecho de todos a su uso”, dijo Francisco reiterando lo ya señalado en su encíclica Fratelli tutti publicada el año anterior. De esta manera Bergolgio recoge lo afirmado en 1965 por Paulo VI en Gaudium et spes y ratificado en 1967 por el mismo pontífice en su encíclica Populorum progressio . Respecto del tema Juan Pablo II escribió en 1981, en la encíclica Laborem exercens , que “la tradición cristiana no ha sostenido nunca este derecho a la propiedad privada) como absoluto e intocable”, sino que por el contrario “siempre lo ha entendido en el contexto más amplio del derecho común de todos a usar los bienes de la entera creación”.
El propio Francisco, hablando ante los movimientos sociales en Santa Cruz de la Sierra (Bolivia), el 9 de julio de 2015, había dicho que “el destino universal de los bienes no es un adorno retórico de la doctrina social de la Iglesia” sino que “es una realidad previa a la propiedad privada” porque “la propiedad, particularmente cuando afecta a los recursos naturales, debe estar siempre en función de las necesidades de las personas”.
Dignidad del trabajo y sindicatos
Ahora ante la conferencia de la OIT el papa Bergoglio retomó con mucho énfasis la importancia de la dignidad en el trabajo, especialmente en el contexto generado por la pandemia de la covid-19. Denunció la situación de los trabajadores que se encuentran “en los márgenes del mundo del trabajo (…) los trabajadores poco cualificados, los jornaleros, los del sector informal, los migrantes y refugiados, los que realizan lo que suele denominarse el ‘trabajo de las tres dimensiones’: peligroso, sucio y degradante”.
Señaló también que la falta de medidas de protección social frente al impacto de la pandemia “ha provocado un aumento de la pobreza, el desempleo, el subempleo, el incremento de la informalidad del trabajo, el retraso en la incorporación de los jóvenes al mercado laboral” y, por otra parte, “el aumento del trabajo infantil (…), la vulnerabilidad al tráfico de personas, la inseguridad alimentaria y una mayor exposición a la infección entre poblaciones como los enfermos y los ancianos”.
Frente a esto el Papa hizo un nuevo llamado al diálogo entre todos los actores sociales, garantizando la participación plural y diversa y ofreció a la Iglesia Católica como facilitadora de esos encuentros. Pero al mismo tiempo reclamó que se respete el derecho de los trabajadores a sindicalizarse. Retomando palabras del papa Pío XI en 1931 denunció “la asimetría entre trabajadores y empresarios” como una “flagrante injusticia” y destacó que “los sindicatos son una expresión del perfil profético de la sociedad”.
La economía tiene que cambiar
Para generar cambios, afirmó Francisco, “falta una reforma del modo económico, una reforma a fondo de la economía”, agregando que “el modo de llevar la economía tiene que ser diverso, también tiene que cambiar”. Y enseguida sostuvo que no hay lugar para “la indiferencia egoísta” porque “una sociedad no puede progresar descartando”. También porque “la actual pandemia nos ha recordado que no hay diferencias ni fronteras entre los que sufren”. El Papa continuó diciendo que “ha llegado el momento de eliminar la desigualdades, de curar la injusticia que está minando la salud de toda la familia humana”.
Ante los participantes de la conferencia de la OIT el papa Francisco advirtió sobre “la falta de protección social de los trabajadores de la economía informal y de sus familias” que resultan particularmente vulnerables porque “no pueden contar con la protección que ofrecen los seguros sociales o los regímenes de asistencia social orientados a la pobreza”. Hizo además una referencia especial a las “mujeres de la economía informal” (vendedoras ambulantes y trabajadoras domésticas) particularmente afectadas por la crisis sanitaria. “La pandemia nos recuerda –dijo el Papa- que muchas mujeres de todo el mundo siguen llorando por la libertad, la justicia y la igualdad de todas las personas humanas”.
Francisco sostuvo que “salir en mejores condiciones de la crisis actual requerirá el desarrollo de una cultura de la solidaridad, para contrastar con la cultura del descarte que está en la raíz de la desigualdad y que aflige al mundo”. Y para ello, agregó, “habrá que valorar la aportación de todas aquellas culturas, como la indígena, la popular, que a menudo se consideran marginales, pero que mantienen viva la práctica de la solidaridad, que expresa mucho más que algunos actos de generosidad esporádicos”. Reivindicando a su vez que “cada pueblo tiene su cultura y debemos asumirla como es” y que es necesario luchar “contra las causas estructurales de la pobreza, la desigualdad, la falta de trabajo, de tierra y de vivienda, la negación de los derechos sociales y laborales”. Finalmente el Papa rescató una frase que ya había incluido en Fratelli tutti para volver a subrayar que es necesario “enfrentar los destructores efectos del imperio del dinero”.