Hace unos años, el percusionista y compositor Santiago Vázquez conoció a un refugiado armenio que estaba viviendo en la Argentina hacía muy poco. No hablaba español y como forma de subsistencia había abierto una verdulería. “Cuando me puse a hablar con él, por medio de un amigo que nos traducía, me enteré de que el señor era un director de orquesta súper reconocido en Armenia. Un tipo con una cultura gigantesca, pero llegó acá y tenía que sobrevivir”, grafica Vázquez, a modo de anécdota. “Porque no va a poder llevar adelante un ensayo de orquesta, ya que no lo conoce nadie y no habla el idioma. Puede ser que se inserte, pero le va llevar mucho tiempo. Ese tipo de historias son las que se viven a diario entre los refugiados”. Por esas casualidades de la vida –y no tanto-, la oficina regional del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) lo convocó este año para que realizara una pieza musical que “invite a escuchar, conocer y reconocer la realidad e identidad de las personas refugiadas” en Iberoamérica, a través de sus voces y sonidos cotidianos.

Bajo el lema "Escuchar puede cambiar el mundo", la pieza artística se estrenará el Día Mundial del Refugiado: este domingo 20 de junio, a las 21, en la web inmersiva.org, en el marco del evento online Jam Festival 2021. En simultáneo se realizarán diversas acciones artísticas en el resto de los países de América latina y el Caribe. Se trata de una experiencia inmersiva centrada en los sonidos de la vida cotidiana de personas refugiadas y migrantes de Nigeria, República Democrática del Congo, República Árabe de Siria, Venezuela y Cuba, que actualmente viven en la Argentina, Bolivia, Chile, Paraguay y Uruguay. “La pieza es también una invitación a reconocer allí la fuerza de la diversidad, la potencia del sonido y la música como lenguaje universal, más allá de las fronteras”, explican en un comunicado de Acnur.

“La idea era encontrarse con personas refugiadas y registrar esas conversaciones en su ámbito, su vida cotidiana y escuchar sus historias, y ver después cómo inspirarse con ese material para componer una música que incluya esos sonidos como elemento principal. Se armaron equipos de trabajo en varios países”, detalla el multiinstrumentista sobre el proceso creativo. “Traté de seleccionar esas frases que para mí representan un panorama más abarcativo de la experiencia del refugiado, que incluye todas las dificultades y toda esa dureza, pero al mismo tiempo presentan un mundo de oportunidades. Son experiencias vitales y riquísimas que también conforman el sentido de la vida. El objetivo era que estuvieran en primer plano las voces de estas personas y sus sonidos, que de alguna manera permita al que escucha meterse en esa situación y convivir un instante con esas personas”.

El proyecto, además, le permitió a Vázquez conectarse con su historia personal, como hijo de una familia que consiguió el status de refugiados en España. “Ellos no sabían cuando me convocaron que yo también fui refugiado con mi familia en España en 1976, durante la última dictadura argentina, y fue Acnur quien nos ayudó a conseguir el estatus de refugiado”, cuenta el creador de La Bomba de Tiempo y director de La Grande. “Fue una alegría poder trabajar en este proyecto porque al escuchar un diálogo con un refugiado sirio en Buenos Aires, o las grabaciones que hicieron los colegas del equipo aparecen historias que reflejan muchísimo mi propia historia y la de mis padres: llegar a un lugar nuevo donde no conocés a nadie, y donde la cultura y el humor es otro. No tener trabajo ni amigos y tener que buscar una forma de subsistir. Entonces, si tengo que hablar de mi experiencia como niño en una familia de refugiados en España, diría que lo que mis padres vivieron fue seguramente más duro que lo que viví yo, pero que también sé que no lo cambiarían por nada. Y eso es lo que traté de rescatar en estos audios que aparecen en la pieza sonora: la amplitud y toda la riqueza de la experiencia”.

-Como artista, ¿creés que escuchar al otro puede cambiar el mundo?

 

-Parece una obviedad, pero para mí la música es lo que uno entiende cuando escucha. No es lo que uno emite, no es el sonido, es el sentido de lo que escuchás. Cuando escuchás algo y te hace sentido, lo llamás música. Para mí es fundamental porque soy músico, pero además mi sensación es que esto de escuchar, que es metafórico, tiene que ver con tratar de entender al otro. Y eso no es ni más ni menos que la evolución, porque no se puede evolucionar sin entender al otro: eso es el sentido de la vida. Me parece que esa escucha, esa comprensión, es sin dudas lo único que puede salvar el mundo. Eso es la sabiduría. Y también es mi propio lema artístico desde siempre: exponerme a lo diverso como forma de evolución y tratar de entenderlo. Cuando no entiendo algo, no debo juzgarlo sino preguntarme cómo puedo llegar a entenderlo.