El 10º Festival Nacional Filba, que viajó virtualmente hasta la ciudad de Santa Rosa, terminará este sábado con una lectura de Mariana Enriquez. En la charla Nueva excursión a los indios ranqueles, Carlos Gamerro y Pablo Ansolabehere analizaron la importancia que tuvo y tiene en la literatura argentina la misión especial de Lucio V. Mansilla para establecer un acuerdo de tierras con los indios ranqueles, que habitaban parte de la provincia de La Pampa. “Para un dandi al cubo como Mansilla, contar sus experiencias en Egipto o en París es casi berreta; lo estaban haciendo los señoritos de aquel entonces. En cambio, lo exótico propio siempre va a producir en un entorno homogéneo y cerrado una escucha mucho más atenta hacia este narrador del yo exhibicionista. Lo que más logró es esta colación de showman; hoy en día hubiera tenido un programa de televisión y sería un exitazo. Ojalá tuviéramos un Mansilla en vez de un Tinelli en la televisión”, dijo Gamerro.
Ansolabehere, docente, crítico e investigador en literatura argentina, recordó que cuando David Viñas volvió al país en 1986 tomó la cátedra de Literatura Argentina en la Universidad de Buenos Aires (UBA) y decidió dar todo el programa alrededor del libro Una excursión a los indios ranqueles. “A medida que avanza el texto, vamos viendo cómo la excursión depara la certidumbre de que ese colectivo es una inmensa diversidad; cada indio es diferente de otro. La excursión hace que ese colectivo que parece algo unificado estalle”, analizó el autor de Homero Manzi va al cine (2018).
Una de las cuestiones más interesantes, para Gamerro, es que Mansilla está dialogando de manera sesgada con el Facundo de Sarmiento. “La operación ideológicamente más contundente es ‘no voy al desierto porque no hay desierto’; están los ranqueles y es la tierra de ellos y es otro territorio que no se define toponímicamente porque justamente hay otro orden ahí, que es el orden de los indios, no es el orden nuestro. Él (Mansilla) va a hablar, pero también a escuchar, cosa que me parece absolutamente novedosa en la literatura sobre el indio en Argentina”, subrayó el escritor y contrastó la obra de Mansilla con el Martín Fierro, especialmente en La vuelta. “El sintagma que aparece machaconamente es el indio: el indio es, el indio no es, el indio no sabe, como si se los pudiera englobar en una sola categoría que, a los efectos de un genocidio, siempre es más conveniente”, precisó el autor de Facundo o Martín Fierro.
“Sarmiento quiere llegar a algún lado; es un pobre sanjuanino que está abriéndose paso con uñas y dientes. Y llega a presidente. Mansilla no tiene que entrar; ya nació en el seno del poder”, comparó Gamerro las diferencias de orígenes entre los dos escritores para incorporar después al autor del Martín Fierro. “José Hernández tiene una tarea que cumplir; está obligado a blanquearse para insertarse en el nuevo orden, porque él está vinculado al caudillismo, a las montoneras, se lo ve más como un adversario; y eso hace que su exorcismo de la barbarie en el indio sea mucho más virulento”. El escritor definió políticamente a Mansilla como “una especie de semi fracasado perenne” que nunca llega al riñón del poder. “La literatura de Mansilla es mucho menos urgente y abre más espacios; no tiene demasiado que ganar ni demasiado que perder con lo que escribe”, agregó el autor de la novela La jaula de los onas, recientemente publicada por Alfaguara.
Para Ansolabehere Mansilla se posiciona de entrada como militar escritor. “Él asume con mucha fuerza esa condición de militar que escribe, cuando acaban de suspenderlo como militar. El escritor militar es una figura no tan trabajada como la del médico escritor, quizá porque desde nuestra perspectiva en el siglo XXI el escritor militar es casi un oxímoron; es muy raro pensar esa mixtura”, reconoció el crítico y docente. Como Hernández aparece como personaje en Una excursión a los indios ranqueles, Asonlabehere se preguntó en qué medida la obra de Mansilla está preanunciando aspectos que estarán presentes en el Martín Fierro. “Mansilla dice hay que conocer a los gauchos para hablar de ellos y olvidarse de esa literatura que ha procurado ridiculizarlos, que es prácticamente lo mismo que dice Hernández en el prólogo al Martín Fierro -planteó Ansolabehere-. La marcha militar es un espacio para que también aparezca la literatura y el arte de contar historias”.