Cuarenteñeritos, itas e ites; sujetos deseantes y predicados deseados; seres nunca ternados para ningún Óscar a la mejor mentira en idioma extranjera; amigos del ajeno y no de “lo” ajeno; militantes en el contenido más que en la forma; referentes necesarios de “salvemos los 45 millones de vidas, sus sueños y sus esperanzas”; creyentes –aunque un tanto escépticos– en que es la cooperación entre las personas lo que nos puede salvar. de lo que necesitemos ser salvades: Es con todes vosotres.
Extrañas guerras, las del siglo XXI, porque la gente pelea en ellas sin saberlo y muchas veces es tomada prisionera sin saber por quién ni por qué ni dónde.
Para intentar ser claro donde es difícil serlo, enumero algunas:
- Lo real versus lo virtual.
- Los hechos concretos versus las fake news.
- El deseo versus el marketing.
- La prensa enfermónica versus la libertad de prensa.
- La libertad de mercado versus la libertad a secas.
- La democracia (libreempresa) versus la democracia (equidad entre las personas).
- Los colectivos (proyectos comunes) versus los “colectivos” (odios comunes, narcisismos comunes, obsesiones comunes, fobias comunes, histerias comunes, miedos comunes).
- La imaginación al poder versus el poder que controla la imaginación.
- La biología (nacer, comer, respirar, sexo, abrazos, risa) versus la Matrix, el “como si” (visage, erzats) de todo eso. Quien vio Matrix sabe de lo que hablo; si usted aún no la vio, pues véala antes de que ella lo vea a usted.
Y así podría seguir durante horas y horas, pero la vida pasaría, y no quisiera que mientras afuera termina la pandemia y podemos salir a la calle a abrazarnos, nos quedemos todos distraídos leyendo esta columna. En mis momentos pesimistas, “pesadillo” que cuando podamos salir a abrazarnos, si en lugar de eso salimos “a que el otro nos vea y admire”, el abrazo sería entonces imposible, ya que para admirar a otra persona necesitás una distancia algo mayor a la del abrazo.
Y esta es otra de las falsas guerras del siglo XXI: la constante necesidad de ser vistos.
¡Hay tantas personas que se unen a otras, con las que no tienen nada que ver ni que oír, al solo efecto de "ver si así nos ven"! No importa si no los escuchan, no importa si lo que tienen para decir es diferente para cada uno: lo importante es ser visto, no escuchado.
“Estamos acá para que nos vean” pueden decir los que van a una manifestación contra la vacuna rusa, el comunismo, el par cromosómico XY (y el XX), el flan con dulce de leche, la contaminación de la milanesa, la transformación de la Argentina en Valenzuela, el sexo intergaláctico, la teoría psicoanalítica, el judaísmo laico, el proyecto de ley de equidad de especies o la incertidumbre existencial.
Cuando “odiar es pertenecer” (frase que el autor de esta columna dice hace décadas, pero a quién le importa) y esa pertenencia es lo que te da identidad, es un buen momento para fijarse en Google si hay algún otro proyecto de vida en oferta. ¡A no desesperar, el mercado suele ofrecerlos, y a buen precio! Lo caro es el envío, pero si uno lo va a buscar…
Otro problema es que quienes quieren ser vistos y quienes podrían verlos son las mismas personas. Aunque seamos 7000 millones, si toda la humanidad está ocupada en hacerse ver, nadie puede “ver”, y mucho menos “escuchar” al otre.
Por eso la guerra es “cómo hago para que vos me veas” versus “cómo hacés para que yo te vea”, mientras el mercado nos vende armas para esa guerra, a vos y a mí.
Por si no quedó claro, ilustro con una pequeña anécdota personal. Hace unos 25 años, fui distinguido con un premio por una institución vinculada a un programa radial (muy escuchado y muy querido). Honrado y halagado, concurrí a la ceremonia. Era en un gran teatro, y había como mil personas. Cada uno de los premiados subía al escenario, recibía su distinción (un diploma), agradecía brevemente y hablaba “al público”. En un momento dado, me di cuenta de que ese “público” tan extrañamente numeroso ¡eran todos premiados! Todos los que estábamos allí fueron/fuimos a "ser vistos/escuchados” y muches se retiraban luego de lograrlo.
Quien haya dicho que “una imagen vale más que mil palabras”, se olvidó de especificar que se trataba de “imagen propia” y “palabras ajenas”.
¡Gracias por leerme/escucharme, lector/a/e/i/o/u, etceterexit!
Sugiero finalizar la lectura de esta columna con el video: “Especial día del padre”, De RS Positivo (Rudy-Sanz) posteado en el canal de Youtube de dichos autores