Desde Brasilia. Explosión democrática en Brasil. Decenas de miles de manifestantes marcharon por las avenidas de San Pablo, Brasilia y Rio de Janeiro, al grito de "Fuera Bolsonaro", "Genocida" y "Vacuna en el brazo y comida en el plato". Las protestas se reprodujeron centenas de ciudades de todo el país este sábado cuando fue superada la barrera del medio millón de muertes por el Covid-19, de acuerdo con los datos oficiales que, según los expertos, están subnotificados: es posible que Brasil, segundo país del mundo en fallecimientos, haya llegado a las 600 mil víctimas fatales.La tragecia sanitaria "tiene un nombre que es genocidio, mi solidaridad con el pueblo brasileño", tuiteó Luiz Inácio Lula da Silva.De acuerdo con los movimientos sociales que, apoyados por partidos, organizaron las marchas, hubo actos en unos 400 centros urbanos grandes y medios.
Esta fue la segunda movilización callejera contra el régimen desde el inicio de la pandemia y conforme las primeras estimaciones habria sido una de las más concurridas en los últimos años. De lo que no hay dudas es que en las concentraciones de este 19 de junio, "19-J" y las del 29 de mayo, "29-M", la oposición le arrebató la hegmonía del espacio público a la ultradercha. La defensa de la democracia mueve más gente que las falanges golpistas, un golpe que se va perpetrando día tras día a través de medidas de un gobierno que avanza hacia el totalitarismo. Ese es el método bolsonarista.
La Avenida Paulista, la principal de San Pablo la ciudad más importante del país, mostró un lleno completo a lo largo de ocho cuadras en la noche de este sábado, según el sitio de noticias UOL. "El pueblo brasileño no puede tener como opciones morir de Covid o morir de hambre, vamos a vencer esta lucha", prometió Raimundo Bomfim coordinador de la Central de Movimientos Populares. El excandidato presidencial del Partido de los Trabajadores , Fernando Haddad y Guilherme Boulos,líder del Movimiento de los Trabajadores Sin Techo , hablarón en la avenida, que tuvo su punto de reunión en el Museo de Arte de San Pablo.
Después de los discursos buena parte del público continuó marchando hacia la Plaza Rossevelt, en el centro de la ciudad, donde seguía llegando gente a primeras horas de la noche. Jóvenes, mujeres, militantes LGBT, sindicalistas, activivistas del movimiento negro. Esta es la cara del aluvión democrático. En la concentración de este sábado se vieron más banderas partidarias que en la del 29 de mayo pasado. La expresa política Mariluce Moura, de 70 años, sostenía un cartel en el que se leía "Generación del 68 siempre en la lucha. Fuera Bolsonaro". Una joven con megáfono voceó "No va a haber golpe, va a haber lucha", al frente de una columna del movimiento feminista de San Pablo.
Brasilia desbordada
Desde temprano, antes de las diez de la mañana, grupos de indígenas, algunos llegados desde la Amazonia, comenzaron a reunirse en el centro de Brasilia observados con actitud nada amistosa por policías, algunos portando armas de fuego. La Policía Militarizada brasiliense es poco menos que el brazo armado de Bolsonaro, antes que una fuerza de seguridad al servicio del Estado. Al mediodía Brasilia ya estaba tomada por una multitud de sindicalistas, estudiantes, militantes partidarios, mujeres e indígenas, junto a ciudadanos comunes , que marchaban por la avenida Eje Monumental rumbo al Congreso.
Para obstruir la circulación la policía estableció un piquete donde se palpaba a los participantes con el pretexto de evitar el ingreso de elementos contudentes ( al contrario del protocolo aplicado en los actos oficialistas donde las fuerzas de seguridad se comportan como escoltas de los manifestantes). Otro cordón policial impidió ocupar la Plaza de los Tres Poderes, frente a la Casa de Gobierno.
Este 19 de junio, según la observación de Página/12, hubo bastante más público que en la anterior protesta opositora del 29 de mayo. Pero en la comparación con las últimas concentraciones bolsonaristas la de este sábado fue nítidamente más concurrida.
Brasilia, la ciudad del poder, donde funcionan el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial, y tienen asiento los comandos de las fuerzas armadas (principal partido del sistema) se vió dominada por banderas del Partido de los Trabajadores, del Partido Socialismo y Libertad, del Partido Comunista y de los Trabajadores Rurales Sin Tierra.
A simple vista la vestimenta que hizo furor en la marcha fueron las camisetas rojas con la cara de Lula. Según el experimentado periodista, Luis Costa Pinto, de la TV247,esta concentración fue la que convocó más gente en la Capital Federal desde los festejos del primero de enero de 2003 cuando Lula tomó posesión de la presidencia.
Un camión de los que son utilizados en los desfiles de carnaval, llamados popularmente "Trío Eléctrico" , transitó al frente de las columnas en las que prácticamente todo el mundo llevaba tapabocas, a diferencia de los mitines derechistas donde pocos se cubren porque subestiman la dolencia. Desde lo alto del camión, dotado con unos parlantes poderosísimos, una militante lanzaba arengas a favor del impeachment y recordando la tragedia de los 500 mil muertos por el Covid-19.
Otra de las marcas de estos actos es la fuerte presencia del movimiento feminista y de las mujeres en general, algo fácil de percibir en coros improvisados por la militancia donde el predomina timbre de las voces femeninas. Por cierto las primeras protestas que desafiaron a Bolsonaro vienen de 2018 con los actos feministas "El No", que llamaron a votar contra el capitán.
En cambio los cortejos oficialistas son marcados por los gritos de guerra, marciales, voceados mayoritariamente por hombres. Algo que se ve en las caravanas de motocicletas encabezadas por Bolsonaro, compuestas casi exclusivamente por hombres, posiblemente policías o militares. Un ritual que evoca a los de Benito Mussolini en la Roma de los años 30.
Detrás de los manifestantes vistos en todo el país hay millones de brasileños que no salieron a las calles, ciudadnos pertenecientes a una mayoría silenciosa que también se hartaron del gobierno, tal como lo indican encuestas publicadas en mayo y junio. Crece el número de votantes de Bolsonaro "arrepentidos" de haber llevado al Planalto a un personaje demencial.
En un rapto de locura, o de cinismo premeditado, Bolsonaro dijo el viernes, en la Amazonia, junto a pastores evangélicos, que la vacuna no es un fármaco seguro contra el coronavirus, denostó el uso de barbijos y recomendó consumir hidroxicloroquina, un medicamento inocuo para el Covid vendido por laboratorios que tienen cercanía política con el régimen (y según rumores que circulan en Brasilia, harían negocios con el Clan formado por el mandatario y sus hijos).
En Rio de Janeiro, al igual que en Brasilia, la protesta se realizó por la mañana de este sábado. Miles de personas caminaron por la popular Avenida Getulio Vargas, centro carioca, y no en junto a las playas de Copacabana , zona residencial, donde suelen concentrarse el bolsonarismo.
Batucada en Londres
"Bolsonaro Genocida" decía un pasacalles desplegado en el centro de Londres desde donde la coordinadora del acto, que se presentó como Julia del PT ante la corresponsal del canal Jornalistas Livres, expresó su solidaridad con las protestas en decenas de capitales en varios paises. Militantes brasileños con camisetas o bandanas rojas hablaron a la corresponsal en una fria tarde de sábado (es lo que se infiere por los abrigos) . Una concejal londinense, de origen ecuatoriano, demandó que Bolsonaro sea procesado y encarcelado. Detrás de la voz de la concejal se oye una batucada.
Desde Zurich la brasileña Sandra, coordinadora del movimiento Stop Bolsonaro, reportó para la TV 247 que hasta el mediodía de este sábado, hora de Brasilia, se habían realizado unos 50 actos en todo el mundo. En varias concentraciones se exigió que Bolsonaro sea procesado por el Tribunal Penal Internacional (TPI) por genocidio.La semana pasada el diario Estado de San Pablo, escribió que el ocupante del Palacio del Planalto está preocupado con la hipótesis de que se le sustancie un causa en el Tribunal Penal Internacional de La Haya. El tema también preocupa al expremier israelí, Benjamín Netanyahu, aliado de Brasilia, quien le dijo al embajador brasileñno en Tel Aviv que cuando Bolsonaro deje el gobierno podría terminar procesado en La Haya, según consta en un telegrama recibido por la Cancillería al que tuvo acceso la prensa.