“El general Güemes representa todo ese trabajo de unión, de colaboración, de liderazgo con justicia, por eso está muy vigente hoy”, decía la intendenta Bettina Romero, en la explanada de la Plaza España, en la zona oeste de la ciudad, cuando de fondo se escuchó una voz femenina estridente que la interrumpió: "Somos del barrio Nuestra Señora de El Carmen, del otro lado del canal, estábamos al frente, la estábamos esperando”.

El miércoles 16 de junio pasadas las 18 hacía frío. Recién había terminado el acto de inauguración de la imagen calada del general Martín Miguel de Güemes, que hicieron los operarios del Astillero Tandanor y que el ministro de Defensa, Agustín Rossi, donó a la ciudad.

Plaza España se estaba quedando desierta, la intendenta Bettina Romero cerraba conceptos ante periodistas, algunas radios la transmitían en vivo,  cuando apareció el grupo de vecinos a pedir que atiendan sus reclamos.

La visita de los vecinos a la intendenta se resolvió entre varios de los miembros del centro vecinal aprovechando la difundida cercanía ocasional.

Después de que Graciela Durán, la presidenta del centro vecinal, encaró a la intendenta, se produjo un diálogo respetuoso pero tenso, que se encarriló con el correr de los minutos.

-Sabemos que tienen enormes necesidades ¿cuántos años? -Preguntó la intendenta.

-¡Treinta años, necesitamos por favor que vea las obras! -requirió Durán.

-¿Usted sabe que hicimos no? Un trabajo… -replicó la intendenta.

-¿Qué hicieron? -contestó enervada Durán.

-En todos estos meses hicimos limpieza -explicó la intendenta.

-¡No hicieron nada¡ Pasaron máquina, pero solo en la primera etapa, en al segunda nada, tengo expedientes. Me dijeron que iba a venir el gas y nada; no tenemos ni cordón cuneta.

-¿Cómo se llama usted? -preguntó Bettina Romero y dijo calmada- estamos hablando bien.

Estamos, discúlpeme, medio alteraditos, pero no es de maldad, sino es que, no nos escuchan”, repuso Graciela Durán y la jefa comunal dijo que conocía bien la zona, que sabía de las necesidades, que es un barrio que espera hace mucho y que en 16 meses de gestión no podía resolver lo que no se hizo en 30 años.

“ Yo no le echo la culpa a usted señora”, aclaró la presidenta vecinal. Se produjo otro intercambio respecto a pedidos puntuales y la intendenta dijo que necesitaba tiempo y conseguir recursos para las cloacas, el cordón cuneta y el pavimento. Propuso un trabajo conjunto entre vecinos y municipio para hablar con provincia y Nación.

Hacía tiempo que los actos públicos no se aprovechaban como la gran ocasión para pedir o reclamar en forma directa.

La jefa comunal agendó una reunión para este martes a mediodía en el Centro Cívico Municipal, para definir un plan para esa parte de la zona oeste “para que se hagan las obras que el pueblo necesita”, y pidió que en la reunión haya más mujeres y la mayor cantidad de vecinos.

“ Yo estaba un poco alterada y ella me frenó”, dijo Graciela Durán después y justificó el momento de tensión en que “no somos escuchados", y aclaró que “no se trata de pedidos de hace 30 años, sino de pedidos recientes que no son atendidos y que eso es lo que trataba de explicar”.

Consultada sobre dónde gestiona ante la Municipalidad, Durán dijo que fue “al canchón municipal", donde la atendió el ingeniero Casas (Federico, actual secretario de Ambiente y Servicios Públicos) que hizo presentaciones en el Centro Cívico Municipal.

Nueve gremios en 1987

La historia del barrio Nuestra Señora de El Carmen, con sus calles abiertas, pero sin demarcar, casi zanjones sin cordón cuneta y con parte arreglada y otra casi en abandono, se remonta a 1987.

En ese año, nueve gremios contactaron a la empresa CYC SA, propietaria de 100 hectáreas en la zona de Río Ancho y que había proyectado y gestionado el barrio San Anta.

Un antiguo miembro de CYC, que pidió reserva de identidad, explicó que “con ese antecedente la empresa buscó un predio y el 5 de febrero de 1987 compró 22 hectáreas en Lomas de Medeiro, a la empresa La Loma, de donde surgieron 500 lotes. En diciembre de 1988 agregó cuatro hectáreas más que se exigían para espacios verdes y de donde surgieron 83 lotes más”.

Obtuvo los certificados de factibilidad de todos los servicios, firmó el contrato de venta con los gremios que entregaron listados de interesados en la compra de lotes y que que tomaron a cargo los pagos.

La empresa les entregó chequeras y se hizo el plan de pagos que consistía en un anticipo, 10 cuotas mensuales y 2 más adicionales que debían pagarse en el Banco de Crédito Argentino.

En el salón del entonces Ministerio de Bienestar Social se sortearon las adjudicaciones entre afiliados poseedores de chequeras.

Algunos afiliados desistieron por falta de interés en la ubicación; otros, por razones económicas, muchas chequeras fueron devueltas y muchas otras cambiaron de titularidad.

Mientras tanto, la empresa, con autorización de los gremios se asoció con Techint, logró los aptos financieros y técnicos en el FONAVI, pero finalmente el proyecto fue desestimado en por el Instituto de la Vivienda de Salta.

Algunos terminaron de pagar sus lotes y se hicieron la casa como pudieron, con el tiempo se agregaron asentamientos a la matrícula original, la zona se urbanizó de a poco sin la intervención formal municipal, excepto un parte y el barrio exhibe hoy el resultado de aquel frustrado proyecto en el que estuvieron inicialmente interesados el Sindicato de la Alimentación, SUPE, FOECYT, UTA, Luz y Fuerza, la Cooperativa Gastronómica 2 de Agosto, el SOIVA, el Sindicato de Cerveceros y UTEDYC.