El neurocirujano Leopoldo Luque y la psiquiatra Agustina Cosachov, los médicos personales de Diego Armando Maradona, fueron señalados “claramente” como los únicos que “tomarían todas las decisiones” respecto de la atención del paciente. Así lo aseguró la médica Nancy Edith Forlini, de la empresa de medicina prepaga que brindaba asistencia externa a la internación domiciliaria del futbolista. Forlini, al declarar como imputada en la causa que investiga irregularidades en la asistencia al ídolo del fútbol fallecido en noviembre del año pasado, sostuvo que la cobertura que ellos pudieran ofrecer “dependía de lo que digan sus médicos” personales, quienes serán indagados el viernes próximo y el lunes de la semana entrante.

De esa manera, en una declaración por escrito, dado que se negó a responder preguntas de los fiscales a cargo del expediente, la médica de la empresa de medicina prepaga que coordinaba la atención de Maradona en la casa del barrio privado de Tigre, donde se produjo el fallecimiento, adjudicó toda la responsabilidad a quienes eran los “médicos personales”, quienes “nunca” le pidieron que se tomaran las medidas propias de una “internación domiciliaria” en la que los profesionales de Swiss Medical fueran los que tomaran el control de la situación y dejaran el rol de meros asistentes. Forlini recalcó que Luque y Cosachov eran “los que tomaban todas las decisiones” de fondo.

Nancy Edith Forlini, de 52 años, era la médica a cargo de la Gerencia de Cuidados Domiciliarios de la empresa Swiss Medical, quien se presentó a prestar declaración en la Fiscalía General de San Isidro, a cargo de la investigación. Fue la cuarta persona indagada de la causa que investiga la muerte del excapitán de la selección argentina campeona en el Mundial de México 86.

Forlini concurrió acompañada por su abogado defensor, Nicolás D'Albora. Luego de escuchar una larga exposición de los cargos y las circunstancias que son objeto de investigación, se negó a responder las preguntas de los fiscales Laura Capra, Patricio Ferrari y Cosme Iribarren, optando por la presentación de un escrito en el que expuso su visión de los hechos.

En el escrito presentado, al que tuvo acceso Página/12, aclaró que su especialidad médica es la Pediatría y que su rol, dentro de la empresa de medicina prepaga, era la de realizar prestaciones domiciliarias, pero sólo cumpliendo tareas de tipo “administrativo”.

Con posterioridad se centró en el caso concreto de la situación de Maradona, luego de que el paciente fuera sometido a una cirugía por un hematoma subdural y fuera externado de la Clínica Olivos, el 11 de noviembre de 2020.

Forlini habló sobre la labor realizada desde que se produjo el traslado a la casa del barrio San Andrés, en el Tigre. “Yo recibo el día de la externación la solicitud de cuidados domiciliarios y el diagnóstico era: posoperatorio por hematoma subdural. Nunca recibí un pedido de internación domiciliaria”, que hubiera exigido una actuación más activa por parte de la prepaga, según lo dicho por la médica.
“En este caso quedó clarísimo que la solicitud era solamente prestacional”, de asistencia externa. La médica recalcó que “siempre se puso a disposición del equipo médico tratante”, encabezado por Luque y Cosachov, “la posibilidad de realizar una internación, aún involuntaria, en caso que la psiquiatra lo vea necesario”, dada la situación del paciente.

Forlini sostuvo que “los médicos tratantes ofrecían a la familia hacer el seguimiento en el domicilio” del Tigre, una vez suspendido “lo inicialmente planificado que era la derivación a un centro de rehabilitación”, teniendo en cuenta las complicaciones del caso. En lo personal, la médica dijo que a ella solo le solicitaron que organizara “un servicio de enfermería y acompañantes terapéuticos con cobertura las 24 horas”.

En este punto, puntualizó que Swiss Medical “a pesar de no estar de acuerdo con el egreso del paciente” luego de la cirugía “no podía negarle lo que prescribieran sus médicos” personales, a los que hizo responsables de la decisión. Forlini dejó, así, sentada su opinión de que todo lo relacionado con el tratamiento médico de Maradona corría por cuenta de sus dos médicos personales, Leopoldo Luque y Agustina Cosachov.

Precisó que ellos “claramente nos indicaron que serían sus médicos personales quienes tomarían todas las decisiones y que mi sector daría cobertura a lo que digan sus médicos”, insistió en el escrito incorporado a la causa. Como cierre de su declaración, expresó textualmente el fundamento central de su descargo: “Yo nunca tuve acceso a la historia clínica confeccionada por los médicos tratantes”.

Tal como ocurre con el resto de los imputados, Forlini fue indagada por los delitos de “homicidio simple con dolo eventual”, que tiene prescripta una pena de entre 8 y 25 años de cárcel, y que podría haber llevado a los fiscales a pedir sus detenciones, algo que no sucedió porque consideraron suficiente con que se les prohíba la salida del país.

La figura penal fue dispuesta por los fiscales Ferrari, Iribarren y Capra luego de seis meses de investigación, en los que concluyeron que el equipo médico de Maradona no solo fue deficiente, sino que todos tenían pleno conocimiento de que el futbolista corría serio peligro de muerte y que ante esa situación, no se llevaron a cabo las medidas de cuidado que correspondían.

En el caso de Forlini, los fiscales la imputan porque consideran que “omitió cumplir con los deberes mínimos a su cargo, entre los que se encontraba, de conformidad al cuadro del paciente, dotar al lugar del personal de enfermería especializada en salud mental, acompañamiento terapéutico, nutricionista, y de la aparatología adecuada para RCP avanzada, estudios de laboratorio y electrocardiograma -entre otros- nada de lo cual suministró”. Los cargos le fueron leídos a la médica, antes del interrogarorio, que ella eludió pregunta tras pregunta, para luego entregar su versión de los hechos, por escrito.

Entre los cargos, se señaló que Forlini también “omitió analizar si la vivienda cumplía con las condiciones mínimas para un paciente con las limitaciones físicas de Maradona”.

Se le leyó textualmente que “en pleno conocimiento del deficitario servicio de enfermería”, la encargada de coordinar el servicio al paciente “omitió tomar medida alguna, siendo de ese modo funcional a las conductas que ejecutaban los restantes imputados, fruto de lo cual se produjo el resultado” muerte que la profesional “ineludiblemente debió representarse por la condición que detentaba”.

En la causa ya declararon como imputados los enfermeros Ricardo Omar Almirón y Dahiana Gisela Madrid, y el jefe de enfermeros y coordinador del servicio, Mariano Ariel Perroni. Para el miércoles próximo está prevista la indagatoria del psicólogo Carlos Ángel "Charly" Díaz, para el viernes la psiquiatra Agustina Cosachov, y para el lunes 28 de junio el neurocirujano Leopoldo Luque.

La autopsia determinó que Maradona murió el 25 de noviembre del año pasado a raíz de un “edema agudo de pulmón secundario a una insuficiencia cardíaca crónica reagudizada”. Los forenses determinaron que en el corazón tenía una “miocardiopatía dilatada”.

Una junta médica concluyó que era un paciente con pluripatologías que agonizó 12 horas antes de su muerte, que el traslado al country San Andrés no era una “internación domiciliaria” apropiada para el caso y que existían “más chances de sobrevida” si hubiera permanecido en la clínica donde se le practicó la cirugía. Todo eso llevó a calificar al equipo médico tratante como “deficiente”, “temerario” e “indiferente” frente a la posibilidad cierta de su muerte y que, en que, en consecuencia, lo “abandonaron a su suerte”.