En la esquina de avenida Rodríguez Peña y calle Cuenca, en Villa Lynch, allí donde todos los frentes de las casas están pintados con murales, hay una mesa de inscripción al programa Vacunate. Allí se inscribe a las personas que todavía no han sido vacunadas contra el coronavirus. Algunos se acercan espontáneamente. Otros llegan motivados por la visita de las promotoras que, desde el municipio de San Martín, recorren casa por casa en busca de quienes todavía no han podido vacunarse ni inscribirse. Así llegó don Osvaldo: “Las chicas pasaron recién por mi casa”, explica. Tiene 77 años y no está vacunado. Habla con dificultad, pero dice que sí, que quiere vacunarse.
La mayoría de los casos detectados “son personas que no pueden inscribirse por falta de conectividad, no conocen el manejo digital, y no tienen las herramientas”, explica Nancy Capelloni, la secretaria de Cultura, Educación y Derechos Humanos de San Martín. Junto al equipo de promotores, el jueves y viernes por la tarde, Capelloni inscribe a los vecinos que llegan a la mesa, como Osvaldo Zamora.
Más de 50 mil personas se inscribieron por el mecanismo casa por casa en San Martín, en las últimas tres semanas.
En el inicio de la vacunación 300.000 personas mayores de 18 años conformaban el universo a vacunar en el distrito. De ese total, antes de este programa había 200.000 inscriptos. “Ahora son 257.000”, detallan desde el municipio. La campaña Casa x Casa inscribió 57.000 personas. Quedan 43.000 por inscribir. Y destacan “125.000 personas ya están vacunadas, y 21.000 con las dos dosis”.
La vacunación masiva ya llegó a un estadio de alta incidencia. A nivel país, un 35 por ciento de la población ya recibió una dosis. Y en provincia de Buenos Aires, los mayores de 55 años ya pueden recibir la primera, sin inscripción. Solo con presentar el DNI que acredite domicilio en esta provincia. De ahí que la continuidad del programa sea “salir a buscar, casa por casa”, en principio a los adultos mayores que por alguna razón, no se han vacunado. Y asistir en la inscripción a todos los mayores de 18 años que todavía no lo han hecho, ya que el sistema en provincia prevé la inscripción masiva –a diferencia de CABA--, aunque la vacunación respete los distintos rangos etarios.
Operativo puerta a puerta
Para inscribir y detectar casos que, como Osvaldo Zamora, ya pueden ir a vacunarse, sin turno, en San Martín se despliegan 40 mesas por día para las inscripciones. Dos días por semana, los voluntarios suman la recorrida casa por casa: tocan la puerta, consultan si están todos inscriptos en la casa, asesoran, despejan dudas, e inscriben o facilitan el acceso a un vacunatorio cercano a quienes ya puedan hacerlo. “Algunos no saben si ya tienen el turno o no, porque no manejan la aplicación”, señala Mercedes Contreras sobre la metodología digital de la inscripción. Por eso van "a buscarlos”.
Don Osvaldo nació en San Andrés. “Acá cerca”, cuenta. Eran 9 hermanos. Él no sabía cómo inscribirse. “No sé cómo es esto. No tenemos televisión", cuenta. “¿Internet, que es eso?”, pregunta. Y no quita la mirada de los ojos de Leila, la promotora que le explica: es la inscripción por computadora. “No, no sé nada de eso”, dice don Osvaldo. Y busca con la mirada, alguien lo llama. Van a llevarlo al vacunatorio para que reciba la vacuna, le dicen. "Muy bien", se alegra.
Leila es abogada y trabaja en la subsecretaría de Derechos Humanos de la municipalidad. “Es superimportante esto, porque podemos detectar adultos mayores que pueden vacunarse” comparte. En la prueba piloto del operativo realizada en el Area Reconquista, donde se encuentran los sectores más vulnerables de la población, lograron afinar el plan.
“El acceso a internet y a los recursos tecnológicos es lo más complejo. Hay casas sin celulares”, detalla. Por eso importa la visita domiciliaria.
En la casa de Osvaldo hablaron con su hija “que tiene más de 40, todavía no le toca”, explica Leila. Pero él no estaba inscripto, no sabía cómo hacerlo. En la mesa registran sus datos. Y en su caso, por ser mayor, un móvil lo llevará al vacunatorio más cercano.
“La vacuna es la única herramienta que tenemos y sus efectos son claros. Por eso tenemos que insistir con la inscripción a todos los mayores de 18 años”, dicen desde el municipio que conduce Fernando Moreira (FdT). “A los jóvenes o adultos sin factores de riesgo, les explicamos que es importante anotarse porque la campaña avanza, y va a llegar hasta ellos" explican sobre el operativo de inscripción realizado con organizaciones sociales, iglesias, y voluntarias y voluntarios.
Convencer para lograr inmunidad
“Les contamos porqué es importante vacunarse” afirma Contreras, y aporta: “algunos no quieren hacerlo, la mayoría son jóvenes menores de 18, y no dan explicaciones”. Pero también señala a otro grupo de personas “que al principio no quiere vacunarse y después de hablar con nosotras se inscribe y queda atenta esperando su turno, lo entienden. Estaban desinformadas”, afirma la funcionaria.
Hace tres semanas, cuando comenzó el operativo "puerta a puerta" para impulsar la inscripción, los equipos de promoción se adiestraron en la interacción con los vecinos, en especial para trabajar en lugares donde la falta de recursos se suma al desconocimiento sobre la pandemia en general y la vacuna en particular. "Muchos no tienen la tecnología apropiada para inscribirse, o se confunden con la información de los medios y también porque en Capital se inscribe de otra manera”, explican los promotores, ya que en CABA se inscribe según el cupo etario.
Surgen también casos, entre los visitados, que ya tenían turno asignado, pero al no tener descargada la aplicación en un dispositivo, no lo saben. Pueden consultar la página web del programa Vacunate, pero esto genera otro nivel de dificultad a quienes no están habituados al intercambio digital. Asistir en la búsqueda del turno se complementa con la inscripción en esta acción territorial. Se les enseña a los vecinos a descargar la aplicación y a entrar para ver si tienen sus turnos otorgados.
También hay quienes piensan que “le va a hacer mal” la vacuna. “Nos hemos encontrado con esa posición, más rígida –detalla Contreras--, y tratamos de hacerles comprender que la misma vacuna se aplica en otros países, y que la campaña ya lleva varios meses en el mundo. En general entienden. Se inscriben, incluso van a vacunarse y después pasan por la mesa a preguntar cuándo será la segunda dosis”.
En la mesa, Diego Ibarra, guardavidas del Club Peretz que se sumó como voluntario, completa la información para un vecino que se acerca. “Los inscribimos acá, y si son mayores de 60, hay un micro municipal que los lleva a vacunarse”, le dice. Para Ibarra “la recepción es buenísima, la gente nos recibe bien, hasta los más reacios, porque hay muchas dudas, incluso nos dicen: esto no parece Argentina, porque ven que nos ocupamos en explicarles”. Para Pablo Larrosa, del área de Diversidad del municipio “en los vecinos hay una buena escucha, hay necesidad de saber y el Estado da respuesta. Lo masivo facilita, ven que lo hacemos en cada casa y eso ayuda, lo reciben bien”.
“No sé cómo agradecerles”, dice don Osvaldo al promediar la tarde. Mira a las promotoras. Está parado en la vereda, frente a la puerta de su casa. Acaba de recibir la primera dosis en el vacunatorio del Parque Yrigoyen, y el vehículo municipal que lo llevó hasta allí lo deja frente a su puerta. “Aquí vivimos”, añade. En la casa está su señora. Por cuestiones de salud, ella no puede moverse. Las promotoras quedan en volver a explicarle a su hija sobre la vacunación domiciliaria. Osvaldo agradece nuevamente y añade, cómplice: “Misión cumplida”. Luego, abre la puerta color terracota que se recorta sobre el paredón pintado de celeste.