Prevista para la hora de siempre –tres y media de la tarde–, la multitudinaria ronda alrededor de la Pirámide que celebró los cuarenta años de Madres de Plaza de Mayo, desde aquella primera que dieron un 30 de abril de 1977, tuvo que demorarse unos minutos. “Me llamó Cristina recién. Nos manda un saludo y nos pide que sigamos firmes en nuestra lucha, que no bajemos los brazos, porque con nosotros está el pueblo”, explicó entonces Hebe de Bonafini. Lo que siguió fue un momento de gran peso específico y carga simbólica en la construcción de este país: la figura de esas Madres con pañuelos blancos, poniéndose en marcha una vez más, como desde hace cuarenta años, sin interrumpir la ronda un solo jueves. Con una gran convocatoria de gente que las acompañó en esta ocasión especial, y con un escenario dispuesto para que luego fueran alternándose diferentes artistas y oradores, las Madres dieron a este aniversario un marco de clara celebración, haciendo visible al mismo tiempo la coyuntura actual de diferentes maneras.
La primera, más clara y contundente, podía verse ni bien se llegaba a la Plaza de Mayo: un gran muro de cinco metros de alto, repleto de pañuelos blancos y de fotos hijos e hijas desaparecidos, tapaba por completo la vista de la Casa Rosada. Y entre todas esas fotos, sobresaliendo, las fotos de las tres Madres fundadoras secuestradas y asesinadas por la dictadura cívico militar: Azucena Villaflor de Vicenti, Esther Ballestrino de Careaga y María Ponce de Bianco. La figura de la casa de Gobierno como centro de poder quedó, de ese modo, relegada y al mismo tiempo delimitada por la celebración.
Las Madres de Buenos Aires, que siempre dan la ronda en esta plaza, y las que llegaron especialmente desde diferentes provincias, que marchan en otras plazas, avanzaron esta vez muy acompañadas, a paso lento –ayudadas por andadores, en sillas de ruedas algunas– pero firme. Como suele ocurrir en las rondas “importantes”, esta se abrió alrededor de la Plaza de Mayo toda, pero esta vez abarcó también un par de cuadras por Avenida de Mayo, ampliándose aún más.
Desde el escenario comenzaría luego a sonar la música de artistas como Ignacio Copani, el uruguayo Pablo Riquero, la murga porteña La Que Se Viene –bien lookeada desde temprano por la tarde–, el grupo de percusión Cafuncó y, en el cierre, Bersuit Vergarabat. Entre cada banda, se sumaron las palabras de Demetrio Iramain, director de la revista de las Madres Ni un paso atrás; Carlos Cuevas, referente de la agrupación Rodolfo Puiggrós; Walter Correa, secretario general del Sindicato de Obreros Curtidores y referente de la Corriente Federal de Trabajadores, entre otros. Hebe de Bonafini cerró el acto, ya entrada la noche. Además, las Madres les entregaron el Pañuelo Blanco, su máxima distinción, al periodista y abogado Pablo Llonto, y a la organización italiana Kabawill, grupo de apoyo y acción política con sede en Pescara.