Presidente: cada vez más miles de argentinas y argentinos estamos en desacuerdo con las anunciadas probables decisiones de su gobierno respecto del río Paraná.
Esta reflexión quiere informarle simplemente que much@s compatriotas priorizamos la reivindicación integral de la soberanía sobre nuestro territorio y hacemos y seguiremos haciendo todo lo posible para frenar la entrega de nuestro padre río a manos extranjeras.
Decenas de miles de firmas que se suman minuto a minuto definen el fuerte y decidido rechazo a las medidas anunciadas. Por eso no cedemos ni vamos a ceder en nuestro reclamo, que es justo y es bueno.
Si su gobierno se equivoca en este punto –como hasta ahora parece empeñarse– somos much@s quienes seguiremos luchando contra los intereses miserables que hacen lobby a su alrededor. Y contra los vientos canallas de la prensa neoliberal que miente y oculta y desinforma para invisibilizarnos, ese imposible que no advierten.
Y es que somos mucho@s, cada vez más, los que repudiamos las hordas de traidores a la Patria que lo mal aconsejan a usted. Son cipayos sin vergüenza que por monedas, ignorancia o necedad se empeñan en "concesionar" nuestro río, verbo que en realidad significa privatizar, extranjerizar y arruinar ambientalmente.
Nosotros, los miles que amamos al Paraná como a las Malvinas, somos una marea buena que sólo y sencillamente ama a esta patria con sus ríos y lagos, sus montañas y costas, su belleza inabarcable y sus riquezas fabulosas. Y las queremos para beneficio y goce de nuestro pueblo, que es trabajador y bueno y solidario, y está harto de ser engañado. Que no se le olvide jamás, Presidente, que somos un pueblo que sólo quiere trabajar su tierra y sus industrias, sus hornos y sus minas, y que le está diciendo respetuosamente pero con firmeza inclaudicable que se estaría usted equivocando grueso si entrega el Paraná al capitalismo internacional depredador de la naturaleza, el aire puro y el agua limpia. Esa es la esencia de nuestro reclamo y nuestra lucha. Que no la degraden los chupamedias del sialbertismo, que nos damos cuenta que existen y sólo irritan.
Su gobierno sabe que somos una Patria lastimada, adolorida y cansada, muy cansada y que espera la tarea urgente de reparación. Por eso, Presidente, no más declaraciones de buena voluntad pero vacías. Es el gobierno el que debe cambiar; no nuestro pueblo. Es nuestro gobierno el que tiene todavía cierta confianza popular de su lado, pero debe comprender que es una confianza frágil y que a este paso peligrará en las próximas urnas. Porque no se aguantan más la miseria, la falta de trabajo y la maldita deuda externa que se engrosa a la par de la entrega y genuflexión. Que no todo es culpa de la peste que afecta y desespera al mundo y en nuestra tierra ya se llevó a 60.000 compatriotas, y algunos irremplazables, como Horacio González.
La culpa del desastre social y económico que vivimos, y de la blandura de las instituciones de la democracia, es de la entrega y la genuflexión. Y de someterse a los dictados del Fondo Monetario que reclama lo que no sabemos si es justo porque no ha sido auditado. Y de las cifras obscenas exactamente proporcionales a la miseria de por lo menos 25 millones de argentinos y argentinas que no consintieron semejante abuso.
Esa deuda aprieta la paciencia y la conciencia de un pueblo que está harto de promesas que no se cumplen. Harto de no entender cómo es que en la tierra más rica del mundo hay cada vez más pobres, más de la mitad de la población. Harto de una así llamada Justicia que sólo es farsa, latrocinio e injusticia en todos los sentidos. Harto de que sean 20 o 50 o 100 familias y 20 o 50 o 100 empresas las que acumulan todo. Harto de que la tierra se siga concentrando en pocas manos como en el virreinato y la colonia, hace más de dos siglos.
Es en ese contexto, ahora, hoy, que se preanuncia la entrega absurda de nuestro río Paraná. Nuestro río amado, nuestro orgullo, nuestra agua bendita que se pretende enajenar para ser agua bendita y vergüenza de generaciones. El pueblo argentino no quiere un Paraná de banderas extranjeras, Presidente. No lo quiere dragado a lo bestia para que naveguen barcos gigantescos sin importarles el daño a la naturaleza, que ya está herida. En el Delta como en Rosario, Santa Fe, Entre Ríos, Corrientes y en mi Chaco.
Es inconcebible, Presidente, que usted firme lo que se dice que va a firmar. Piense por favor qué le diremos a la que hoy es niñez y tiene hambre y una educación degradada a pesar del maravilloso esfuerzo de miles de maestr@s que encima son ofendidos salarialmente desde hace décadas. ¿Qué les dirá su gobierno; y los sucesivos gobiernos, qué les dirán? ¿Que se resignen a pisar la tierra más rica del planeta pero en harapos, embrutecidos y con sus hijos cagados de hambre? ¿Qué les van a decir, qué mentira nueva, qué falsedad innumerable?
Nosotros ya somos miles, Presidente, muchos miles y cada vez más, en todo el territorio nacional, provincia por provincia, y bregamos para que no se entregue nuestro río a las multinacionales avorazadas. Enarbolamos la bandera de l@s verdaderos padres y madres de esta nación: San Martín, Belgrano, Güemes, la Parda Remedios del Valle, Juanamanuela Gorriti, Lucio Nicolás Mansilla y tantos héroes anónimos que dieron sus vidas por nuestro río y por la Patria. Esto también está vivo en nuestra exigencia de que no se privatice el Paraná, no se concesione, no se transnacionalice.
Si sólo se siguiera el ejemplo de los Estados Unidos –el país más resistido por su prepotencia imperial, por las buenas y sobre todo por las malas–, el Paraná sería un tesoro como para ellos lo es el Mississippi. Ningún barco navega allá si no tiene bandera de los Estados Unidos, y para tener esa bandera debe haber sido construido en los Estados Unidos. Y el cuidado de las aguas está a cargo de ingenieros y técnicos del ejército y la marina norteamericanas. Y todos los impuestos los cobra su eficiente sistema fiscal. ¿No le parece un ejemplo a seguir, en lugar de conformar a los inconformables capitanes de la entrega? ¿Por qué no los invita a que intenten concesionar y privatizar esos ríos norteamericanos, o que vayan a discutir en Francia la privatización del Sena; o la concesión del Nilo en Egipto, o una licitación para privatizar el Mekong, que nace en China y atraviesa seis países asiáticos? A ver cómo les va, Presidente, y lo mismo con los grandes puertos del mundo. Como el de Rotterdam, que con el de Hamburgo son los más importantes de Europa, y que es administrado en un 70% por el Municipio y un 30% por el Estado holandés.
Desde luego, me disculpo si estas palabras suenan encendidas, pasionales, pero atención, querido Alberto, no son de derrota. No más informan la decisión de millares, y pronto millones de argentinos, de resistir la entrega del Paraná. Democrática y pacíficamente, desde ya, pero oposición total.
Por donde se mire esta cuestión, querido Alberto, entregar el Paraná, ahora, equivale a entregar las Malvinas. Todavía está a tiempo su gobierno de no seguir adelante, tozuda, caprichosamente. Que no sólo el daño será inmenso e irreversible, sino que la disolución de la Argentina acaso habrá comenzado con esta entrega anunciada.
Para nosotros sigue la lucha, la resistencia. Sin enojos, no abandonamos la prédica porque nos sobran razones, y por eso no claudicamos.
Cualquiera se equivoca, Presidente. Y todavía
no dudamos de su buena fe. Sabemos que está presionado hasta las verijas, y
queremos que sepa que nuestra lucha es tozuda y no nos van a derrotar ni aún sus
peores decisiones. Pero tampoco dude que cuando usted cambie el rumbo lo vamos
a recibir con los brazos abiertos.